Proveniente del cuarto escalón de la escalinata de Plaza España, fuiste a parar a la acera de enfrente de un servidor, donde estableciste residencia fija a la sombra de un almendro, pronto tú y el árbol entablaron una estrecha amistad, sin segundas intenciones de orden dendrofílico.
¡Quién te viera, recolectando almendras! Las apilabas en un rincón con tanta destreza, formando verdaderas montañas de almendras, luego las golpeabas con un peñón una a una con el propósito de romper la cáscara y extraer la semilla ¡Reclinado, como un neandertal! ¡Reducido a nada! Les pegabas bien duro.
¡Plaf! (la pobreza se redujo en un 42 %)
¡Plaf! (La economía creció un 7 %)
¡Plaf! (4 año´ ma´)
Y tan similar fue tu modus operandi al de cierto roedor, que te valió el apodo del ¨hombre ardilla¨¨, por comodidad te llamaremos loco, porque cuerdo no eras. Tómalo como un gesto de camaradería, porque te tuve simpatía, en honor a la verdad.
¡Las pobres almendras, tan injustamente calumniadas! No se dan a desear como otras frutas, se dejan caer por su propio peso, para disfrute de quien quiera doblar la cerviz. Tampoco estarían en la mesa de un aristócrata romano y, aunque la New Age declare sus beneficios nutritivos, nadie las come, salvo las de supermercados y en Navidad. En la infancia, es un simple pertrecho de munición, los niños se las lanzan los unos a los otros en distintas escaramuzas barriales, ni idea de que fueran comestibles. Para él… son un manjar. Hasta le dediqué unos versos inconclusos:
Oda al Almendro
Almendro que te yergues en cualquiera acera
Tu fruto no tiene la dulzura de la cereza ni la prestancia del coco
Pero sirve de alimento para muchos locos
Que deambulan por la vida a la ventolera.
Un modelo de exclusión y de miseria los engendra
Sostenido en la parafernalia de discursos barrocos
——————————————–locos
————————–y les das almendras
Las noticias del periódico me parecieron intrascendentes, fútiles, la portada plagada de dimes y diretes entre Haití y República Dominicana, el titular, bajo mi óptica, debió ser: HOMBRE SUBSISTE A BASE DE ALMENDRAS.
¡Dos naciones que parecen dos comadres de barrio!
Y yo, con la mente puesta en mi loco. ¿Cómo ser cuerdo si solo comía almendras? se requieren nutrientes que poseen otras frutas para una buena salud física y mental… ¡Qué bajo hemos caído como sociedad!
¡Tanto divagar sobre el asunto y cuando asomaste a mi ventana para refrescar tu garganta añugada de almendras tímidamente me escondí!
Asomaste a otras ventanas, y unos no atendían tu súplica porque no tenían vasos desechables, otros, retrocedían por el hedor, otros para que, percibiendo la solidaridad, no prolongarás más tu estadía, sin embargo, una trabajadora te entregó subrepticiamente las sobras de un plato de arroz, habichuela y carne, lo que le valió 3 días de confinamiento solitario.
Y nada, te trajiste tu almohadón y dormías a pierna suelta.
Si bien tenerte un día frente a mi ventana fue una experiencia filosófica sin igual, me planteó ciertos cuestionamientos hasta de carácter metafísico (¿Existo yo, existe el loco?), reavivó mis inquietudes sociales (hay que enfrentar seriamente la pobreza extrema) e inspiró unos versos inconclusos (que ustedes saben bien, no me hacen merecedor de un sitial en el Parnaso), al margen de todo eso, que se lo agradezco, al cabo de unos días, su presencia empezó a pesar.
Por 3 razones:
Las almendras constituyen un excelente tentempié, pero para llenar tu estómago con ésa dieta debes ingerir muchas almendras. En las noches siguientes nadie pegó el ojo por el golpe continuo del peñón partiéndolas. Al notar la inconformidad general adquiriste un cuchillo para hacerlo de manera más silente, pero éso empeoró las cosas, pues preocupó a la comunidad de que fueras a apuñalar a alguien, confundiéndole con una almendra.
Intentaste cocinar las almendras, Vamos amigo, ni siquiera en Iron Chef suceden esas cosas, incendiaste unas cuantas ramas y ahí metiste tus almendras, que te apetecieron tostadas, lo que preocupó a todos de un posible incendio y a los hipocondriacos, de ciertas enfermedades pulmonares. Un antiguo persa, lo más seguro, lo hubiera apreciado más, un pirómano, no lo dudes, encantado, ¿pero un vecindario aburrido de clase media? ni hablar.
El exceso de almendras produce conocidos problemas estomacales. ¿Alguna vez viste un paquete de almendras en época navideña y simplemente lo cogiste y empezaste a picarlo sin parar? ese es el inicio de una noche larga, donde pagarás con llantos y sangre tu gula, pecador. Como era de esperar, fuiste víctima de un ataque diarreico en plena acera, ¿Cuál fue tu remedio? pues comer más almendras, las almendras eran tu dispensario, tu Dios, y tu diablo, tu padre y tu madre, vamos, eras todo almendras.
Por ésas y otras razones, se reunió una junta de vecinos y aprobó de manera unánime su expulsión del sector, el veredicto era inapelable, aunque a decir verdad, ni se le informó, y así dio inicio al Operativo de Desalojo del loco (Aka hombre ardilla).
No fue nada del otro mundo, simplemente se llamó al 911 (gracias Danilo) y acudieron diligentemente dos uniformados, trataron al loco con la mayor cordura, lo colocaron en la parte trasera de la camioneta, junto a algunas almendras, para que tuviera alguien con quien charlar en el camino.
El policía que tomó la iniciativa era un buen hombre (a pesar de ser policía, desde luego) y manifestó lo difícil que era su oficio, ya han lidiado muchas veces con este señor, otro de los tantos enfermos mentales que andan sueltos por el país, y, naturalmente, no lo deben tocar ni con el pétalo de una rosa, pues sale la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, junto a la Liga de los Chiflados (presidida por un expresidente de la República) y arman tremendo barullo.
No podían meterlo preso ¿bajo qué acusación? ni se lo merecía, además, era un hombre indefenso ¿dónde lo dejarían? no hay instituciones que alberguen a éstos ciudadanos, y si lo dejan tirado cualquier cosa que le pase dirán que fue culpa de ellos. Se lo llevaron quién sabe a dónde, y estas son las horas en que el Ayuntamiento del Distrito Nacional no ha recogido la pila de almendras.
Comprendí un poco más a los policías, es cierto, no es fácil serlo. El dominicano parece opuesto a todo tipo de orden, a juzgar por sus protestas cuando los oficiales de las distintas instituciones del orden cumplen su trabajo o cualquier ciudadano consciente intenta hacer valer sus derechos…
Les ponen una multa por cruzar un semáforo en rojo, dicen que los AMETS joden mucho.
Les pides que boten la basura al zafacón, te llaman delicado.
Les pides que bajen la voz en el metro, te llaman mojigato.
Les sugieres que usen métodos anticonceptivos, te llaman asesino.
Si pides al menos una pizca de laicismo, te llaman Anticristo.
Les dices que amarren a sus perros, te tildan de psicópata.
¡Una disculpa para los policías! que protegen a la ciudadanía de los locos, y de tanto loco viejo…