El reclutador y líder de la red terrorista Al Qaeda en la Península Arábica ha muerto. El pasado 30 de Septiembre, fuerzas especializadas del pentágono y la Agencia Central de Inteligencia Norteamericana lanzaron un ataque contra el vehículo que transportaba a Anwar al-Awlaki, terrorista ligado a diversos complots en Occidente. Este ataque, que además le costó la vida a Samir Khan, otro importante miembro de Al Qaeda y editor de la revista yihadista en inglés "Inspire", se llevó a cabo utilizando misiles Hellfire, los cuales fueron teledirigidos a través de vehículos aéreos no tripulados (UAV) que sobrevolaban la provincia de Al-Jawf, localizada al norte de Yemén. Si bien es cierto que los nexos terroristas y el protagonismo de Anwar al-Awlaki en la red de Al Qaeda en la Península Arábica son indiscutibles, e independientemente del duro golpe que su muerte representa para esa organización terrorista, el ataque ha desatado una serie de debates sobre la legalidad de dicha operación, al punto de que expertos la han comparado con una ejecución sin que el acusado haya sido previamente juzgado ni mucho menos condenado.
Luego de extensas investigaciones de inteligencia, "la mano" de Anwar al-Awlaki fue encontrada en diversos planes de ataques terrorista dentro y fuera de los Estados Unidos. Tanto la revista "Inspire" como videos en donde Anwar al-Awlaki imparte doctrina yihadista han servido como plataforma para que varios individuos hayan decidido radicalizarse y unirse a la Guerra Santa en ciudades alrededor del mundo. Actos terroristas como la matanza en la base militar del la armada norteamericana en Texas (Fort Hood, TX), el intento de Umar Farouk Abdulmutallab de hacer explotar sobre la ciudad de Detroit una bomba que llevaba consigo en la ropa interior dentro de un avión de pasajeros en el 2009, las bombas enviadas en aviones de carga con destino a Chicago en Octubre del 2010 y el atentado terrorista en el cual Faisal Shahzad intentó hacer explotar un vehículo todo-terreno cargado de explosivos en el corazón de Times Square (Nueva York), sirven como una ilustración de la influencia global que la figura de al-Awlaki ejercía dentro de este movimiento radical.
Pero además de su habilidad para manipular cerebros a través de una retórica extremista "encantadora", Anwar al-Awlaki ofreció valiosos atributos a Al Qaeda, convirtiéndolo en pieza clave para la organización. Al-Awlaki nació y creció en los Estados Unidos, lo que le permitió a la red terrorista convertirlo en líder espiritual con pleno conocimiento de la cultura del enemigo, capaz de comunicarse a través de las vías más utilizadas en Occidente. Ese conocimiento de Occidente y sus estrechas conexiones con comunidades musulmanas dentro de los Estados Unidos catapultaron a al-Awlaki hasta convertirlo en la figura central de Al Qaeda en la Península Arábica. Desde allí, impulsó campañas propagandísticas para el reclutamiento de adeptos a la red terrorista a través medios de comunicación virtual. Esta habilidad lo convirtió rápidamente en el reclutador por excelencia para esa organización, llegando sus iniciativas yihadistas hasta los rincones más remotos del planeta.
Aun a sabiendas de estas realidades, Anwar al-Awlaki mantenía su ciudadanía norteamericana, lo que implica bajo la Constitución de ese país, que debía considerársele inocente hasta demostrarse lo contrario en una corte penal. Es esa misma Constitución la que indica que todo acusado tiene derecho a un juicio y que ningún castigo debe ser aplicado sin haberse agotado dicho proceso. A raíz de la Operación Troy, La Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) y el precandidato presidencial por el partido republicano Ron Paul, han declarado que la muerte de Anwar al-Awlaki representa un asesinato que viola tanto leyes norteamericanas como internacionales. Otros, como el ex Director de La Agencia Central de Inteligencia y actual Secretario de Defensa León Panetta, exculpan al gobierno norteamericano indicando que Anwar al-Awlaki era un terrorista peligroso, quien buscaba hacerle daño ciudadanos norteamericanos.
Desde el 1976, la Constitución Norteamericana prohíbe el asesinato de individuos como objetivos de operaciones de inteligencia. Pero ahora nos encontramos que una orden presidencial, que en círculos de inteligencia se le conoce como "Presidencial Finding", puede autorizar la eliminación de un objetivo sin necesidad de respetar las mimas leyes que fueron promulgadas para evitar ese tipo de acciones. Esto fue lo que hizo Ronald Reagan cuando durante su mandato ordenara el asesinato de Muammar Gadafi y, lo que ha hecho Barack Obama, autorizando una operación de inteligencia para ultimar a Anwar al-Awlaki, un ciudadano norteamericano. Resulta preocupante que la nación más poderosa del mundo utilice medios para esquivar las mismas leyes que protegen hasta sus propios ciudadanos.
Muy lejos de excusar y apoyar actos terroristas contra la humanidad, la crítica va dirigida a la forma en que se enfrentan. No podemos ir por el mundo ultimando a personas sin apegarnos a la ley. Las leyes son absolutas y cada una de las acciones adoptadas por cualquier nación deben ser regidas por su Constitución. El principio básico en este caso es el respeto a la ley, la cual parece ser aplicada de manera relativa dependiendo a la conveniencia de la nación norteamericana. Las leyes sirven para normar nuestras sociedades y, actuar al margen de ellas, forjan un mal precedente que a futuro pudiera ser manipulado para acciones nefarias. ¿Estoy preocupado? Bastante, pues no se puede hacer lucha al terrorismo violando las mismas leyes que nos rigen como sociedad. No quiero ni pensar a donde se pudiera llegar de prolongarse esta lucha. Y recordemos, este ataque se llevó a cabo dentro de una nación independiente y soberana, la cual actualmente no atraviesa por ningún tipo de conflicto armado contra los Estados Unidos. ¿Será este un ejemplo de lo que está por venir en la guerra contra el terrorista en cualquier otro país tercermundista donde se encuentren alojados terroristas con o sin la anuencia de sus respectivos gobiernos centrales? El tigre anda suelto y nadie se atreve a domarlo. ¿Quién aplicará los controles? ¿Y qué de la ONU?