En la visión de Quentin Tarantino, en su conformación como cineasta veremos siempre en sus filmes actos y citaciones de otros filmes. Su accionar es adaptar todo aquello que impacta su moral e ideología como ser social para establecer su propia narrativa y ponerle su cuño indeleble.
En ese sentido, es inédito en el mundo del cine y es precisamente por eso que se habla del estilo tarantinezco. Se le imputa de plagiario, y él ratifica que copia y plagia. ¿Es por inconsistencia creativa? Vamos a ver, Tarantino es la cara del cine norteamericano. No hace a la ligera remakes o reboot o spin-off, prequel o sequel.
Y al mismo tiempo se puede afirmar que navega en la parodia –de esa representación que retoma la obra inicial, hace una crítica, un dialogo, reinterpreta y revaloriza–. Es la obra de un cifrado del arte contemporáneo, y un cineasta de la posmodernidad, del “cine pos moderno”, que es donde se le presume es rey, batuta y constitución (Pulp Fiction, por ejemplo).
De manera que poco cabe cualquier acusación de plagiario o de carente de creatividad –y en el mundo de hoy es cuesta arriba no valerse de referentes o influencias–. Querer inventar la rueda es complicado. Entonces todo el cine de hoy nos resulta déjà vu.
Sirva este corolario para caracterizar la naturaleza de este filme donde reaprovecha sus propias ideas y nos trae una historia-homenaje a un lugar paradigmático del séptimo arte, como lo es Hollywood. Elige el 1969 gringo en que ocurrieron cosas como la llegada el hombre a la luna (?) el impacto de Woodstock en la música, 250 mil protestando en Washington contra la guerra de Vietnam. Pues bien, la historia es de un tal Rick Dalton (Leonardo DiCaprio) -¿parodia de Clint Eastwood?-, actor de Tv junto con su doble Cliff Booth (Brad Pitt), a las órdenes del productor Marvin Schwarz (Al Pacino). Y los coloca en medio de una historia real: los asesinatos de Charles Manson, incluida la actriz Sharon Tate que estaba embarazada de 8 meses del director Roman Polanski.
La dirección abre espacios para recrear su proverbial escritura con unos diálogos primorosos que contribuyen a empatizar con los personajes. Los reviste de personas comunes y corrientes para traducir el carácter de los personajes. Esas escenas aparentemente frívolas son propias de su estilo. Y esa frivolidad tiene siempre un contrapunto certero con escenas gore, y esta vez se vale de un hecho brutal aterrador que abrió la caja de pandora hollywoodense.