Si se pensó que hubo fantasía, exageración, resabios personales, envidia, prejuicio político, o mala fe, al denunciar los desfalcos del PLD, hoy sabemos que no fue así.  En realidad, se infravaloró la catástrofe delictiva y la degradación social sufrida.  Ahora, a medida que conocemos las acusaciones del Ministerio Público, podemos afirmar que aquellas denuncias fueron “light”.

Para entonces, quienes denunciaban la ilegalidad e inmoralidad del danilismo, recibieron la inquina del costoso y sofisticado aparato propagandístico palaciego (diseñado a lo Goebbles, cerebro de propaganda nazi).  Firmando jugosos cheques y otorgando canonjías, controlaron la prensa, espiaron, y atacaron con “bocinas” y articulistas mercenarios.

Intelectuales y abogados de adhesión constante y sonante, emplearon sofismas para justificar y caramelizar cualquier ilícito. Otros, apasionados o creyentes, imitaron “los tres monos sagrados”: ni vieron, ni oyeron, ni hablaron.  Negaron la catástrofe. Ese conjunto de defensores pagados y adeptos pasionales, lograron minimizar y esconder la magnitud del saqueo.

¡Nos quedamos cortos!  Apenas transcurridos once meses y cuatro casos ante los tribunales – gracias a la independencia del Ministerio Público – comenzamos a tener una idea de hasta donde pudo llegar la depravación de esos gobiernos.

Fue vandalismo del peor, colocándonos en la cúspide del bandidaje político internacional. Aquí encontraron solaz lacras internacionales, lavadores y narcotraficantes, no pocos asociados a funcionarios.  Sin vestigios de humanidad, leonelistas y danilistas desviaron fondos hasta de CONANI – dinero destinado a niños y adolescentes.  (Por cierto, institución cuyo pasado debe ser auditado cuidadosamente).

El Ministerio Público tiene ante sí una ardua, lenta y peligrosa labor. Una difícil tarea; no solamente por la extensión y complejidad de cada caso, sino porque están asechándoles grupos que disponen de una organización millonaria y eficiente, esperando la oportunidad de impedir el quehacer de la justicia.

De manera heroica y revolucionaria, pues era costumbre que la clase gobernante “pasara por Go”, la procuraduría cumple hasta el momento su cometido. Hace historia encartando generales, funcionarios, familiares del expresidente y, últimamente, a un ex procurador de la república del círculo íntimo de Danilo Medina.  El dominicano no recuerda nada parecido desde su fundación.

A pesar de la reciedumbre actual de la PEPCA, existen dudas: se teme que pudieran debilitarlos con zancadillas diseñadas desde adentro y fuera de esa institución. Gente poderosa, comprometida con militares y empresarios corruptos, y cabilderos empeñados en debilitar la voluntad de Luis Abinader, trabajan sin descanso.  Otros, le insisten en las ventajas políticas de la impunidad selectiva.   No sólo eso: en el corazón mismo de la procuraduría permanecen funcionarios leales al PLD y al procurador encartado, capaces de manipular y entorpecer cualquier expediente.

Platón, preocupado por el relativismo de la verdad propugnado por el sofista Trasimaco – quien afirmaba que “lo justo es lo que conviene al más fuerte” -, advirtió que cuando el relativismo rige en la polis, la fuerza es el único elemento aglutinador. O sea: sin una justicia firme e invariable surgiría el caos o la dictadura (¿Acaso no tuvo características dictatoriales el danilismo?)

Ojo pelao jueces, gobernantes y negociadores de impunidades selectivas, no olviden que esos militares pierden ramos, esos políticos van y vienen, y esos que pagan dejarán de hacerlo.  Ojo pelao, porque la historia dice que siempre sobrevive el ansia de justicia y la rabia acumulada en el inconsciente colectivo. Ojo pelao, porque solamente apoyamos una procuraduría sin mediatizaciones. Otra, no.