(Apuntes para un Manual de Sociología Barata)
Los nacionalistas dominicanos defienden la patria con la familia atrincherada en un McDonald o desde un Resort en Miami.
Sí revisamos de forma detallada la historia dominicana, notaríamos que nuestro nacionalismo es endeble, no tiene sostén político, económico ni social. La clase dominante de este país más que burguesa, es un grupo de gente con dinero sin arraigo cultural con este país. No hay ni hubo procesos históricos que permitieran solidificar una conciencia “nacional”. En sociedades “desarrolladas” sin tantas difusiones de “clases sociales”, el nacionalismo se fundamenta en una elite con tradición de clase, marcada por el sello de la “acumulación originaria de capital”. Tienen proyecto de nación. ¿Cuál es y ha sido el nuestro?
Hay pocos episodios en la historia dominicana donde la “burguesía” haya salido en defensa o presentado un plan a favor de los intereses nacionales. Los grupos dominantes dominicanos se caracterizan por ser anexionistas, gobiernistas, agiotistas, y estar vinculados a intereses medievales de la iglesia católica.
Hay dos hechos históricos, que de no ser apoyados o silenciados por la “aristocracia-burguesa” dominicana, este país hubiese sido otro: La reforma educativa que propuso Hostos y el golpe de estado a Juan Bosch. ¿Respecto a estos dos hechos, cuál fue el rol de los nacionalistas dominicanos? Nuestra historia demuestra que hemos sido más entreguistas que anti-imperialistas. La historia de nuestro nacionalismo está contaminada de una migración extranjera (blanca) de saqueadores que nunca han sido protagonista de ninguna revolución de valores patrios o nacionales.
El gran orgullo nacional solamente aparece cuando el pleito es contra Haití. El antihaitianismo en la República Dominicana se oculta y se evidencia en una serie de artimañas o preceptos ideológicos:
- La superficialidad.
- La historia dominicana vs. Haití, cargada de mitos ideológicos, donde Haití ha sido nuestro verdugo.
- Un torpe manejo gubernamental, odioso y obtuso del tema haitiano.
- Y un cobarde nacionalismo patriótico, oportunista, sin fundamento histórico.
El pensamiento que ha predominado en la República Dominicana respecto al tema haitiano, contiene de por medio un sedimento racista. Sí los haitianos fuesen blancos, el vínculo hubiese sido diferente. Acaso Trujillo no pobló con blancos y orientales zonas importantes del país, ¿y cuál fue nuestra reacción? Aceptación y felicidad absoluta, ¿y si hubiesen sido africanos?
La nación dominicana se ha construido sobre el fundamento ideológico de un pro hispanismo donde Haití ha sido la excusa para negar constantemente una parte importante de nuestro origen histórico, la negritud. No por casualidad somos un pueblo que nos clasificamos en gamas de colores: Mulatos, morenos, indios, indios oscuros, trigueños, etc.
Todo el andamiaje de la supuesta nacionalidad dominicana, desde la manipulación del merengue como ritmo nacional, quitándole presencia a los atabales se ha fundamentado en estrategias ideológicas negadoras y ofensivas a nuestra historia negra. Solamente hay que revisar el discurso tradicional de los historiadores constructores de mitos. Hablan de anexión o descubrimiento cuando se trata de España o de Francia pero es invasión cuando se trata de Haití.
Gracias a la presencia haitiana en la República Dominicana enarbolamos un nacionalismo hueco. ¿Dónde estuvieron esos grupos en la revolución de abril? ¿Dónde estuvieron cuando dieron el golpe de estado a Juan Bosch? ¿Dónde está la voz de los nacionalistas en un país invadido por una etnia blanca que privatiza playas? ¿Dónde está el nacionalismo de esos grupos en un país donde los gobiernos cambian nuestros recursos naturales por espejitos, destruyendo el medio ambiente? ¿Dónde están esos nacionalistas en un país que se celebra el día de la raza, por no decir la extinción de una etnia? ¿Dónde está nuestro orgullo nacionalista frente a las acciones de congresistas corruptos?
Si estudiamos el “pensamiento” conservador dominicano del siglo pasado y de este siglo respecto al tema haitiano, notaremos que el discurso carece de rigor socio-político. Son anatemas contaminados de proclamas pro-hispánicas anti-negras. Por no decir de inventos miserablemente anti-humanos. No se ve ni se analiza al haitiano como a un ciudadano del mundo, con una historia. Se habla de este pueblo como si su desgracia no tuviera contexto social y político.
Hoy, todos pagamos los platos de la ideología nacionalista-anti-haitiana que echó raíces con Trujillo y Balaguer. Los argumentos configurados por este pensamiento, poblaron de odio el imaginario popular dominicano. Casi todo lo que escucho salir de la boca de un dominicano con relación a un haitiano, es peyorativo.
La “desgracia” que ve todo dominicano en un haitiano es la propia desgracia proyectada a lo inverso: “Son negros y pobres” como nosotros. ¿Para qué tanta peste? Con la nuestra basta…
La supuesta dominicanidad se ha construido y se sigue construyendo respecto a tres constructos esenciales:
- El rechazo a la negritud. (el negro detrás de las orejas cuando está delante)
- Ocultar la pobreza a través del vestido (andar bien cambiado)
- Y la exclusión social.
Estos constructos están más allá de nuestros vínculos con el pueblo haitiano, hacen parte de la supuesta “dominicanidad”. Ilustremos con un vulgar ejemplo cotidiano. Ser negro, parecer pobre o andar “mal vestido” son indicadores de sospecha. Signos típicos de una sociedad racista que segrega en función del vestido y el color de la piel.
Revisemos lo que escribe Roberto Cassá (en el tomo I de “Historia General del Dominicana”, pág. 47) “Los europeos o descendientes no se reconocían integrantes de un conjunto en el que participaran los africanos y otros sectores, como los morenos (por oposición a los negros o esclavos, los descendientes de africanos liberados de la esclavitud) y los pardos (y los mezclados de europeos y africanos, casi siempre de condición libre) El orden colonial ponía barrera a tal posible integración.”
Parece ser que el modelo de exclusión social en función de la piel no ha variado mucho, a no ser la movilidad social lograda por grupos negros-pobres a través de la música, el deporte, el narco-tráfico y la corrupción política.
En el imaginario histórico dominicano, Haití es responsable de nuestra desgracia: pobreza, brujería, gagá, etc., y ahora se agrega que “desplazan” la mano de obra criolla. Estas afirmaciones confirman la ideología de la superficialidad. Estrategia histórica, utilizada como sistema de análisis para satanizar y desvalorizar el contexto social en que se producen conflictos entre etnias. Olvidamos que somos primeros que Haití y que los signos culturales de la negritud y la pobreza estaban aquí antes de la conformación de ese “país.”
Olvidamos que ninguna etnia saca a otra de su puesto de trabajo, más bien se establece una dinámica compleja entre emigrantes y nacionales auto-expulsados por los bajos salarios que ofrece el mercado local. Olvidamos que por existir una mano de obra barata compramos bienes y servicios más baratos. Olvidamos que si las condiciones laborales fuesen más favorables para los dominicanos(as) no hubiese mano de obra extranjera barata.
El discurso intelectual dominicano anti-haitiano se fundamenta en un manejo consciente de “la superficialidad” como mito. No es posible que el editorialista del periódico “Diario Libre” sea tan culto y profundo cuando analiza el tema del vandalismo sindical dominicano y a la vez tan trivial respecto al tema haitiano. No hay ignorancia en esta dicotomía, hay desprecio y rechazo a una etnia por ser negra y pobre.
El mito consciente de la superficialidad no tiene un discurso claro que exponga cifras estadísticas que demuestren beneficios y perjuicios respecto a la migración haitiana hacía la República Dominicana. Como cualquier migración en la historia de la humanidad, la haitiana es y ha sido más positiva que negativa. Pido a los nacionalistas dominicanos que hagan un pequeño ejercicio de reflexión sobre la prosperidad dominicana y donde quiera encontrarán la sangre y el sudor de un haitiano anónimo. No hay fundamento más cobarde y oportunista que el nacionalismo y el patriotismo dominicano, solamente son valientes frente a una nación que consideran más débil.
¿Cuál es el peligro que representa y ha representado la cultura haitiana para los dominicanos? Un país no solamente invade a otro por la presencia de su etnia, debe dejar y solidificarse signos culturales: música, comida, idioma, lenguaje. En ese sentido estamos más invadidos por EUA que por Haití, pero no hay alarma. ¿Cuáles son los hábitos y valores que hemos asumidos de la cultura haitiana? No sabemos decir ni haitiano en creole. Para ser Haití una etnia con tanto tiempo en la República Dominicana, su presencia cultural es casi nula. No existe en el país un centro cultural Dominico-haitiano al estilo dominico-americano o Alianza Francesa. No tenemos ni un amigo haitiano. ¿Entonces cómo es posible que la cultura haitiana pueda invadir la nuestra, si los medios con que cuenta para transmitir sus costumbres y valores son escasos? Estamos en presencia de una migración de “ciudadanos” segregados.
Hay un rechazo visceral a la cultura haitiana. Apenas aceptamos su mano de obra barata y el comercio. “Nacionalistas”, tranquilicen sus miedos fantásticos, la propagación de la cultura haitiana en la República Dominicana no pasa de reproducirse en su propio gueto. Somos más “gringos” que haitianos, y no hay alarma.
Otro anatema del racismo dominicano, todo hecho conflictivo vinculado con haitianos es amplificado y manipulado por los medios de comunicación. A esto se agrega un silencio cómplice del Gobierno Dominicano, no pone mano dura ni rigor legal a los agravios y las manifestaciones xenofóbicas en contra de ese pueblo. ¿Qué pasaría sí los habitantes de Santiago de los Caballeros o del poblado de Verón auspiciaran manifestaciones ofensivas contra la etnia italiana? ¿Nuestro Gobierno sería tan pasivo? Parece ser que cualquier conflicto comunitario con los ciudadanos haitianos, la justicia no está en mano del gobierno sino de cada barrio o comunidad.
El orgulloso nacionalismo barato que mostramos frente al pueblo haitiano explica la cobardía con que actuó Trujillo en la matanza del año 1937. Solamente sacamos el pecho cuando los organismos internacionales denuncian que la etnia haitiana es apátrida. Olvidamos que existen pocas migraciones en el mundo con tan pocos derechos como la migración haitiana en la República Dominicana.
¿Cuándo les daremos un estatus a una etnia que trabaja en este lado de la isla, aumentando la riqueza de unos pocos y la supuesta prosperidad dominicana?
cC.