En el camino para ganar espacio en la ONU el movimiento internacional LGBTI ha enfrentado desafíos causados por actores estatales y no estatales. Aunque las autoridades de la ONU han reconocido los derechos LGBTI como derechos humanos gracias a los esfuerzos del movimiento LGBTI, la visibilidad alcanzada por este colectivo ha provocado resistencias a través de discursos de Estados y movilizaciones de actores no estatales, que no se habían presenciado con anterioridad en las Naciones Unidas en otras temáticas.

Según Joke Swiebel (2009), el mayor desafío para el movimiento internacional LGBTI en la ONU ha sido la alianza formidable entre Estados de derecha católica y Estados fundamentalistas Islámicos que sistemáticamente se han consolidado como un bloque en contra del reconocimiento de los derechos humanos de las personas LGBTI en la ONU.

El mundo se encuentra actualmente ante una escalada del fundamentalismo religioso y una onda conservadora política de derecha que amenazan los principios de igualdad y universalidad de los derechos humanos y que se resisten contra cualquier reconocimiento de los derechos de las personas LGBTI y los derechos sexuales y reproductivos.

Es importante resaltar que no solo el movimiento LGBTI de los Estados Unidos y otros países de Europa han traspasado fronteras, también los movimientos fundamentalistas religiosos y conservadores de derecha de esos países lo han hecho, como es el caso del fundamentalismo cristiano de los Estados Unidos de América el cual se ha globalizado y ha entrado en países de África y Latinoamérica.

La movilización de un movimiento nacional fuera de sus fronteras refuerza sus objetivos de alcanzar consenso en la ONU para mantener o cambiar decisiones, por lo que vemos en la actualidad como ONG’s de Europa y Estados Unidos financian y asesoran acciones de organizaciones tanto LGBTI como conservadoras de derecha en países en desarrollo.

En la confrontación entre ambos movimientos, se distingue como cada uno se establece y se posiciona ante el público desde una perspectiva ética y antagónica a su contrario. Según Clifford Bob (2012) por un lado un movimiento se presenta como representante del bien común y los intereses de la mayoría de una población, mientras que el otro movimiento se presenta como la representación de una minoría siendo oprimida; un movimiento se presenta como el portador de la verdad y acusa al otro de mentiroso; así como un movimiento defiende el bien común y acusa al otro de corromperlo; por ultimo un movimiento se presenta como racional y acusa al otro de desquiciado.

Las características anteriores pueden ser observadas en los embates en diferentes países cuando ambos movimientos (fundamentalista/conservador vs. LGBTI) se enfrentan sobre como el gobierno debería posicionarse en la ONU respecto al reconocimiento de los derechos humanos de las personas LGBTI.

Clifford Bob en su libro (The global right wing and the clash of world politics, 2012) narra como el movimiento conservador de derecha de los Estados Unidos de América reacciono ante la iniciativa en 2003 del gobierno de Brasil ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU de aprobar y discutir por primera vez una resolución sobre no discriminación y violencia por orientación sexual. En su libro Bob (2012) narra que organizaciones pro-vida y pro-familia cristianas y católicas conservadoras de derecha, como United Families International (UFI) y Catholic Family & Human Rights Institute (C-FAM), armaron una coalición de organizaciones no gubernamentales, que llego a incidir a través de una alianza con Paquistán, Egipto y el Vaticano, dicha alianza según Bob (2012) data desde la conferencia mundial de Beijín en 1995 y es conocida por el movimiento LGBTI como la ‘’santa alianza’’.

Esta santa alianza entre organizaciones no gubernamentales y Estados ha mostrado ser duradera y fuerte, ya que las organizaciones tienen la flexibilidad de actuar en asuntos domésticos de otros países y así presionar a los gobiernos a tomar medidas negativas en torno al tema LGBTI, algo que se ha mostrado en la última década en la cual iglesias, sacerdotes y pastores de diferentes congregaciones cristianas se han dispersado en África y América Latina y han ganado una importante población de creyentes que escuchan constantemente sus discursos de odio dirigidos a las personas LGBTI (entre dichos creyentes también se suman políticos). A la vez líderes de congregaciones cristianas de los Estados Unidos de América con discursos de odio a personas LGBTI visitan regularmente otros países del sur para promover su discurso.

Por lo que nos encontramos con un movimiento conservador de los Estados Unidos de América, que al perder varias batallas sobre el matrimonio igualitario y otros derechos, ha emprendido una movilización internacional de su causa para proteger sus intereses sobre los conceptos de familia, matrimonio y sexualidad. Esta reacción conservadora va en crecimiento, ya que vemos como se organizan grandes manifestaciones en contra de cualquier iniciativa nacional e internacional LGBTI en países del norte y del sur.

Sin embargo aunque la reacción conservadora intente hostigar al movimiento LGBTI e imponer socialmente en su discurso una cosmovisión rígida que promueve la intolerancia por el ‘’otro’’ a través de la manipulación de la cultura y la religión para imponer sus intereses o mantener el status quo, debemos recordar como dice Karima Bennoune, Relatora especial de la ONU en la esfera de los derechos culturales; ‘’ninguna religión es intrínsecamente fundamentalista, ni debe acusarse a todos los fieles de una determinada religión de tener opiniones fundamentalistas… oponerse al fundamentalismo no implica adoptar una postura antirreligiosa’’ (BENNOUNE, 2017) de hecho estos grupos son minoritarios y mantienen posturas políticas ajenas a la mayoría de los creyentes, quienes tienen una firme convicción en el respeto de la dignidad humana y no considerarían la violencia a personas LGBTI o cualquier otro ser humano en coherencia con su creencia religiosa. A la vez que existen disidencias dentro de las instituciones religiosas con líderes religiosos progresistas, de los que ya hable en el artículo ‘’ La religión de los oprimidos’’ (JIMÉNEZ, 2017).

En términos de derechos humanos y democracia, militar en contra de que un grupo humano como el LGBTI sea reconocido como sujeto de derechos es inaceptable, sin embargo hoy en día sigue siendo una realidad en la ONU y el mundo. Ante esta realidad el movimiento LGBTI y los Estados deben de impugnar públicamente cualquier discurso fundamentalista y conservador que pretenda vulnerar o reducir derechos, se debe fortalecer y afirmar en todo momento la universalidad de los derechos humanos la cual no deja cabida a ningún acto de violencia o discriminación por ningún tipo de justificación como el uso incorrecto de la libertad religiosa por grupos fundamentalistas, ya que los tratados de derecho internacional de los derechos humanos como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos considera que ninguna disposición de los instrumentos internacionales podrá ser interpretada en el sentido de reconocer derecho alguno a un Estado, grupo o individuo para emprender actividades o realizar actos encaminados a la destrucción de cualquiera de los derechos o libertades allí reconocidos (ONU, 1976).

Es solo una acción responsable de garantía y protección a los derechos humanos por los Estados en alianza con el movimiento LGBTI que podrá hacerle frente a la avalancha de odio que hoy observamos. Más derechos nos darán menos odio.

REFERENCIAS

  • BENNOUNE, K. Las repercusiones del fundamentalismo y el extremismo en el disfrute de los derechos culturales Intervención en la 34° sesion del Consejo de Derechos Humanos. ONU. Ginebra. 2017.
  • BOB, C. The global right wing and the clash of world politics. New York: Cambridge University Press, 2012.
  • JIMÉNEZ, C. M. La religión de los oprimidos, 2017. Disponible en: <http://acento.com.do/2017/opinion/8416522-la-religion-los-oprimidos/>.
  • ONU. Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, 1976. Disponible en: <http://www.ohchr.org/SP/ProfessionalInterest/Pages/CCPR.aspx>.
  • SWIEBEL, J. Lesbian, gay, bisexual and transgender human rights: the search for an international strategy. Contemporary Politics, 2009.