El 19 de los corrientes, en el Diario Las Américas de Miami, el periodista peruano Jaime Bayly, bajo el título de “El suicidio de Mozart”, nos contó su relación con el extinto líder Alan García. Habla sobre su primer encuentro y posterior entrevista con éste y cómo quedó seducido por el manejo de la palabra de Alan, como lo llamaba.
Nos narra de cómo a raíz de una pregunta que le hizo a García en la campaña del 1985, fue motivo de su exilio de la televisión peruana y hasta recuerda que llegó a Santo Domingo a servir de moderador de un programa, “Planeta 3”, que trataba de política internacional.
Más adelante dice de su “reconciliación” en el 2001 con Alan García, después de todo lo que le había pasado y sus derrotas frente a éste –como Bayly califica- incluyendo un intento fallido de una entrevista en Nueva York. En esta ocasión Alan era candidato presidencial una vez más y había regresado de su exilio en París, Francia.
Sigue contando Bayly que en el 2006 apoyó a Alan García públicamente en la Segunda Vuelta. Ya siendo Alan García presidente, Bayly cuenta que su amistad no se vio afectada por sus críticas y bromas a éste, que no le guardó rencor ni lo incluyó en la lista negra de los enemigos del presidente. Según Bayly, Alan entendió que su oficio como presidente era administrar el poder y el del periodista era criticarlo y burlarse de él.
Relata que al final del segundo gobierno de García, el nombre de Jaime Bayly comenzó a aparecer entre los candidatos presidenciales con mejor intención de voto. En una reunión secreta, entre confesiones y sinceramientos, Alan García estimula a Jaime para que inscriba su candidatura, hasta le dijo que lo apoyaría si se lanzaba.
En una posterior reunión en la casa de Bayly, García de nuevo lo estimuló y le dijo qué hacer, qué proponer, qué defender para ganar las elecciones. Bayly le dice que no tenía dinero para financiar la campaña, Alan le contesta
-dice Bayly que en tono paternal- cito: “si inscribía mi candidatura, hacía bien las cosas y despuntaba en las encuestas, la plata llegaría sola, que los empresarios solían precipitarse a financiar las campañas de los candidatos con posibilidades de ganar.”
Me permitiré transcribir el testimonio escrito por Bayly con relación al financiamiento de campañas electorales:
“Tenía razón. En efecto, la plata llegaba sola. Poco después, el representante de Odebrecht en el Perú me ofreció, en una cena en el club Nacional, financiarme la campaña presidencial. Para comenzar, podía darme un millón de dólares.
-Tú entiendes que no es una donación, sino un préstamo- me advirtió.
Era evidente que, si yo ganaba, lo que parecía improbable, dado mi historial de escándalos, mi conducta disoluta y mis trastornos bipolares, tendría que pagarle la deuda, concediéndole obras públicas millonarias.”
Jaime Bayly no inscribió su candidatura presidencial por razones que expone en la pieza escrita a la que se hace referencia.