I Concurso de décima en Moca, dic. 2013

Las modas en el arte imponen estilos restrictivos, cercenadores  de lo diverso, de lo cualitativo, y hasta culpables de recluir en el olvido y anonimato, a otras maneras de hacer arte que no por ser  de distinta naturaleza creativa, dejan ser poseer valor artístico.

Me formé como profesional del arte y la cultura entre la difícil décima improvisada, la lírica décima escrita, la cantada al compás de Tres y Laúd, y la declamada; entre los juegos, las danzas, y la música campesina. La décima recorre mi sensibilidad artística, y mi identidad ibero-caribeña. Por eso tan hondo duele cuando expertos no asumen a la décima como género literario. Algunos entendidos que no entienden solo lo que su ego y elitismo artístico les permite, subvaloran la décima considerándola un “arte menor”. Para mí no hay arte mayor ni menor, como dijo Portinari, según nos refiere Galeano en el Libro de los abrazos “El arte o es arte o es mierda”.  Puede haber un arte académico y uno popular, aunque no me gustan las clasificaciones, esta me resulta más cómoda. Lo que importa es la obra en sí y su calidad artística.

Ahora está de moda el escribir dos o tres frases de llano sentido, sin imágenes, ni recurso literario alguno y denominarlo “verso libre”, podría ser “verso preso” por atentado a la lírica. Se escucha por ahí cada vulgaridad panfletaria que más se pareciera a un discurso demagógico político que a poesía, pero como está hecho en versificación libre, se atreven a denominarla “poesía”, y lo peor, a quien la escribió: dizque “poeta”. ¡Qué infamia! No soy defensora ni de un estilo ni de otro sino de la autenticidad poética que estremezca los sentidos y produzca el goce estético, la sublimidad de los sentidos, donde las imágenes emanen de las profundidades de esos seres de altísima sensibilidad artística. Pues para ser poeta no hay que ser académico, ni siquiera escribir versos. Se es poeta no por el tipo de versificación sino por lograr la belleza del sentimiento en armonizadas palabras; se es poeta no por formación académica sino por vocación. Ser poeta no es una profesión, ni una manera de ganarse el sustento, ser poeta es condición del espíritu, cualidad tan intrínseca que ser poeta es una manera sentir y de ser, es vivir con ilusión de poesía. La poesía no se piensa, se siente; se goza adentro y después se escribe o se improvisa. La décima es poesía popular o académica pero es poesía, si está artísticamente concebida.

La décima tiene el don especial de ser testimonio de su tiempo, la historia viva hecha poesía. Juan Antonio Alix, mocano de pura cepa, dominicano de raíz, cantor decimero, reivindicó a la décima. Adeudados estamos con él. Es un reto fomentar la tradición decimera y chuinera, como legado español. Los Chuineros de Baní han ido creando una tradición pero si no enseñamos a las nuevas generaciones el arte de improvisar chuines y décimas, puede morir la tradición. Las tradiciones no son piezas de museo. Las tradiciones cuando se enclaustran: mueren.  Conservando su naturaleza, deben revitalizarse porque son vivas, dinámicas, y no estáticas e invariables. ¿El día que mueran sus portadores se pierde la tradición? ¡No! Hay que abonarlas como a las plantas.

Estamos llamados a implementar un sistema de acciones para incentivar la creación de la décima escrita e improvisada, a revitalizar las tradiciones campesinas. La premiación del I Concurso Provincial de Décima en Moca, fue un inicio. En la premiación, suerte de recital poético, desfilaron décimas cantadas y declamadas. Las escritas fueron leídas por sus autores: tres ganadores de once concursantes: Manuel Santiago (Tercer lugar); Martha Rosa Hiciano (Segundo lugar) y Enegilda Hiciano (Primer Lugar). El jurado estuvo presidido por el poeta y publicista Ramón Saba, los poetas Luis Carvajal y Francisco Suero. Los premios fueron patrocinados por el Ministerio de Cultura. El Dr. Carlos Salcedo, Director del Gabinete ministerial, vaticinó que en el 2014 se realizará un evento de carácter nacional, resultado de un proceso de fomento de la creación decimera y de revitalización de las tradiciones campesinas de origen hispano.

La décima, como le dije al gestor cultural Mariano García, volverá hacer crítica social y política, acompañará las faenas campesinas, y sobre todo, nos recordará que es arte para enamorar.