Quiero aprovechar esta ocasión para dirigirme al presidente Luis Abinader, quien tomó posesión hace apenas 2 días. Lo hago con el firme deseo de que su gobierno sea uno de éxito, para que cuando le toque bajar las escalinatas del Palacio Nacional pueda sentirse satisfecho por el trabajo realizado. Para lograr esto no es necesario ser un genio y mucho menos un mago. Muy por el contrario, si el presidente atiende y lograr resolver los problemas básicos del pueblo dominicano habrá encabezado uno de los mejores gobiernos de nuestra historia.
¿Cuáles son estos problemas básicos? Salud, educación, electricidad y seguridad ciudadana. Han sido muchos los gobiernos que han pasado prometiendo solucionar estos temas y salen del poder y seguimos careciendo de los mismos problemas. Podríamos decir que de manera aislada ha habido avances en cada uno de estos sectores, sin embargo, todavía no son cuestiones resueltas para la población dominicana.
El sistema de salud pública de nuestro país sobrevive ante las precariedades que les toca enfrentar diariamente. Solo tenemos que trasladarnos a los hospitales para ser testigos de cómo escasean las medicinas, las camas, incluso hasta los abanicos para que un paciente pueda estar en condiciones mínimamente soportables. En los últimos años, nuestros gobiernos se han encargado de construir y remodelar múltiples hospitales, sin embargo, a la hora de los médicos ofrecer el servicio o no cuentan con los equipos necesarios o no disponen de los suministros que se requieren. En fin, lamentablemente, el que en este país no cuenta con un seguro médico que le permita acceder a un centro de salud privado debe estar preparado para enfrentarse a las precariedades de los hospitales públicos.
En cuanto al sector educación, a pesar de la cantidad de recursos que le es asignado del presupuesto nacional, la calidad del servicio que se ofrece continúa siendo nefasto. El país sigue quedando en los últimos lugares en las distintas evaluaciones que realizan organismos internacionales con respecto a la calidad de la educación. Ciertamente hoy en día disponemos de una mayor cantidad de aulas, sin embargo, el contenido y la forma que se enseña en dichas aulas sigue dejando mucho que desear. Ninguna persona con un nivel adquisitivo que le permita enviar a sus hijos a un colegio privado elige la educación pública. Simplemente porque en educación seguimos siendo un ejemplo de como no debemos hacer las cosas.
El tema eléctrico ha sido la historia de nunca acabar en la República Dominicana. Este problema nos ha acompañado al menos en los últimos 50 años y cada presidente que llega se traza como meta resolverlo. El gran último esfuerzo del gobierno saliente fue con la planta a carbón Punta Catalina. La inauguraron y pusieron en funcionamiento y los apagones siguen siendo el pan nuestro de cada día en los hogares dominicanos. Sin mencionar los altos precios de la tarifa eléctrica que pagamos, a lo cual se le debe sumar que todo el que sus ingresos se los permite incurre en gastos extras con la compra de un inversor o de una planta eléctrica.
Otro problema esencial y que nos ha afectado mayormente en las últimas 2 décadas ha sido la inseguridad ciudadana. La delincuencia se ha adueñado de nuestras calles y sin importar sector u horario del día todos estamos expuestos a ser víctimas de este flagelo. Al dominicano le han robado la paz de caminar tranquilo por las calles de su país. Esto, además de ser terrible para la población en sentido general, proyecta una imagen extremadamente dañina del país en el extranjero. Siendo nosotros una nación cuya mayor fuente de ingreso de riquezas es el turismo este debe ser un tema esencial para resolver.
Señor presidente, soy consciente de que son muchas las necesidades que tiene el país y que son muchos los proyectos que están en sus planes ejecutar. Ahora bien, también soy testigo diariamente de la gran cantidad de vicisitudes que atraviesan los dominicanos por no tener solucionados los problemas que brevemente he descrito en el presente artículo. Si bien es cierto que las grandes obras de infraestructuras son necesarias para el desarrollo de un país, no es menos cierto que la calidad de vida de la gente es lo que permite el desarrollo integral de la sociedad. Esta calidad de vida resulta imposible alcanzarla si no contamos con calidad en: educación, salud, energía eléctrica y seguridad ciudadana.