Vivimos tiempos difíciles. Las semillas del post-modernismo han germinado. La cosecha ha resultado en un cuestionamiento de los absolutos. La exaltación de lo relativo ha dado lugar a que el concepto de verdad se vea seriamente afectado. Palabras que históricamente han mantenido su significado, ahora sufren cambios radicales en sus definiciones. Ya nada es verdad ni mentira. El tiempo presente se trata de tu verdad y mi verdad. La tolerancia se ha ampliado hasta el punto que toda expresión debe aceptarse sin miramiento alguno.
El ambiente que se ha generado en la sociedad actual se vuelve cada vez más hostil al cristianismo. Fuimos testigos de lo antes dicho en el debate sobre la campaña publicitaria de educación sexual auspiciada por una entidad no gubernamental; en la lucha por la despenalización del aborto y en la amenaza social que representa un activista GLBT como embajador de la nación más poderosa del mundo.
Para ciertos sectores, el cristianismo debería desaparecer. Entienden que es una retranca para la humanidad. Sin embargo, al revisar la historia occidental, el cristianismo ha marcado una influencia positiva en el ámbito secular, aunque debemos admitir que se cometieron errores graves, sobre todo cuando la iglesia se ha olvidado de la distinción entre las cosas del César y las cosas de Dios.
Sin embargo, cuando el cristianismo ha mantenido su enfoque en el ejemplo predicado y practicado por el Señor Jesucristo, se ha traducido en una mayor valoración por parte de los gobiernos de los derechos humanos, de la libertad individual, de la libertad religiosa, de la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley y de la separación entre la iglesia y el Estado.
El historiador Alvin Schmidt, en su obra “Cómo el Cristianismo Cambió el Mundo”, expresa que sin la existencia del cristianismo, ciertos eventos trascendentales para la humanidad no hubiesen sucedido. Entre ellos los siguientes:
La prohibición del infanticidio, del abandono de niños y del aborto en el Imperio Romano (374).
La prohibición de las peleas de gladiadores en el Coliseo Romano (404).
La institución de la primera reforma carcelaria, la cual segregó a los internos masculinos de las reclusas femeninas (361).
La eliminación de la práctica de sacrificios humanos entre las tribus bárbaras de Irlanda, Prusia y Lituania.
La prohibición legal de la pedofilia. En la Edad Antigua, las relaciones entre adultos y adolescentes no eran ilegales.
La institución del derecho de propiedad para las mujeres. El cristianismo, tan criticado por el feminismo de nuevo cuño, fue la primera corriente de pensamiento que le dio a la mujer el lugar que el mundo greco-romano le negó.
La exclusión de la poligamia, la cual se mantiene vigente en algunas naciones islámicas.
La prohibición de quemar vivas a las viudas en la India, lo cual se logró en 1829.
La persuasión en el siglo XVI a los gobernantes de la hoy Alemania de crear un sistema de escuelas públicas.
La promoción de la idea de la educación obligatoria para todos los niños.
Schmidt no deja de mencionar que los cristianos jugaron un rol determinante en la abolición de la esclavitud en las provincias del Imperio Romano, en Irlanda y en la mayoría de naciones europeas. En Inglaterra, William Wilberforce, un cristiano, miembro del Parlamento Británico, lideró la marcha, primero, hacia la abolición del comercio de esclavos y posteriormente, en 1840, a la abolición de la esclavitud en todo el territorio imperial.
La lucha impulsada por Wilberforce en Inglaterra sentó el precedente histórico para que en los Estados Unidos de Norteamérica, un presidente que inspiró sus ejecutorias en las enseñanzas bíblicas, Abraham Lincoln, aboliera la esclavitud una veintena de años más tarde.
El cristianismo ha sido responsable de que vivamos en un mundo que le ha dado cabida a los derechos humanos y a las libertades individuales. El cristianismo, sin embargo, molesta al siglo XXI porque esta etapa de la historia pretende quitarle a la verdad su valor absoluto. Me pregunto si fundamentar en relativos la vida de la sociedad le traerá a ésta los beneficios que el cristianismo predicado por Jesús y los apóstoles le trajo y que hoy disfruta.