Es oportuno hacer una serie de preguntas a los cristianos, protestantes, evangélicos, sobre el comportamiento de dirigentes y consagrados fieles competentes, de quienes se consideran que son consientes de sus deberes morales, teológicos y pastorales. Esto es porque se han mantenido en silencio y no dan la cara, no hablan, no actúan como se espera de profetas del Dios viviente, o como es deber de los auto-titulados ‘apóstoles’. Hasta ahora, generalmente, predican sobre la dimensión de la vida eterna en la gloria celestial; más, callan las tribulaciones de la vida existencial, aquí y ahora, en el mundo de los militantes cristianos.
Son muchos los creyentes en el Señor Jesús el Cristo que hay sentenciados por acciones legales, pero en realidad están desprovistos de su nacionalidad, debido a sentimientos pseudo patrióticos y violación de los derechos humanos. No es posible que el estado de silencio de los dirigentes, sea motivado por ignorancia, dejadez, negligencia, pericia, o prejuicio; pues, Santiago 2:9, nos dice: “Si hacen discriminaciones entre una persona y otra, cometen pecado y son culpables ante la ley de Dios”; además, Santiago 2:13, dice: “Pues, los que no han tenido compasión de otros, sin compasión serán también juzgados”.
Además, igualmente existen motivos para señalar que hay predicadores de tendencia, o apegados a protestante, evangélico, a quienes no se han escuchado dando voces alegando justicia o haciendo pronunciamientos acerca de los temas más acuciosos del momento, como: la interrupción o no de los embarazos como derecho a la mujer sobre su cuerpo; el tráfico, uso y abuso de drogas ilegales y prohibidas; la carencia de ética de pagos de impuestos; falta de transparencia y uso gubernamental de los fondos del Estado para fines populistas políticos partidarios; las sospechas de sentencias judiciales injustas sin escrúpulos; y no se predica con suficiente vehemencia y pedagogía sobre los conflictos intrafamiliares.
Aun más, hay urgente necesidad para la enseñanza sobre la sexualidad humana. Junto con la enseñanza bíblica, se debe inculcar la moralidad y conveniencia del buen comportamiento que debe observar la juventud. Los menores de edad están llamados a esperar ser adultos, antes de embargarse en actividades íntimas conyugales, que hacen daño a más de una vida y entorpecen la fluidez del adecuado desarrollo. Los ministros cristianos tienen el compromiso de ser pedagogos y orientadores en estos asuntos.
Se puede preguntar de nuevo: ¿A qué se debe el silencio de los llamados profetas de Dios, a los pastores y consejeros espirituales en las comunidades de fe en la sociedad dominicana? ¿Por qué no se manifiestan sobre los principios morales fundamentales de la teología bíblica, y los preceptos de la religión cristiana?
¿Dónde está el cumplimiento del compromiso de la vocación ministerial? ¿Es que sobrepasa del sentimiento de vergüenza, o se disminuye la voluntad ante el deber sacrosanto de luchar por la justicia y la paz? ¿O es que se apaga el fuego de la fe ante las pruebas y el esperado respeto que amerita la dignidad de todo ser humano? No puede ser de esta manera, ya que: “Dios no nos ha dado un espíritu de temor, sino un espíritu de poder, de amor, y de buen juicio”. (II Timoteo 1:7).
Los líderes cristianos, protestantes, evangélicos, necesariamente deben responder a los desafíos del momento que pesan sobre la población dominicana, que en parte tiene dificultades, y sufre de un sin número de conflictos, desavenencias e injusticias. Hay que poner atención e incitar a los dirigentes religiosos, para que manifiesten sus buenas intenciones y sus verdaderos testimonios, porque no es posible estar escondidos o en silencio, ya que se podría sospechar que son indiferentes, apáticos o que son cómplices de las deplorables situaciones en que viven muchos dominicanos.