Cuando un gobierno, empresariado o poder fáctico, se da a la tarea de ordenar silenciar voces críticas en su accionar, pierde toda la sociedad. Es una muestra más de intolerancia, mediocridad y sesgo a la libertad de expresión. Es algo que ya hemos visto anteriormente y continuará debido al ambiente irracional que emite cada día un gobierno corrupto, y más aún, en bocas pagadas por ellos.
Tres colegas periodistas, de esos que aún tenemos la ventaja de tener en los medios, decidieron libremente no continuar en el programa matutino emitido por CDN porque sencillamente se les impuso trabajar con otros compañeros con los que difieren en criterio político. Cada quien tiene derecho a trabajar y sentirse cómodo donde considere correcto.
Sucede que esa "imposición" de nuevos compañeros de trabajo, por lo menos públicamente, fue a raíz de la denuncia realizada por Edith Febles, una de esas periodistas arriesgadas, sobre la poca diafanidad del concurso que está realizando el Ministerio Público para nuevos fiscales. Esa denuncia con pruebas dio al traste con la renuncia de Altagracia Salazar, Edith Febles y Ricardo Nieves de CDN.
Sabemos que el gobierno peledeísta desde hace 20 años controla todo el aparato gubernamental, judicial y legislativo. Sabemos que hay que medir con centímetro cada palabra que un periodista escribe, emite o divulga sobre el gobierno. Sabemos que hay bocinas pagadas, seudos periodistas que su palabra está más que prostituida en defender lo indefendible. Vivimos en un país controlado por la tromba morada, capitaneada en esta ocasión por Danilo Medina, un hombre que desde el primer día y dicho por él mismo (busquen vídeos en youtube), quiere: su congreso, su palacio, su justicia……Dicho y hecho.
Lamentablemente, el caso de éstos tres periodistas no es el único y tampoco será el último que presenciemos. Otra observación importante con este caso de la renuncia de los colegas, es que otros periodistas y otros medios tradicionales que se llenan la boca abogando por la "libertad" de expresión no han mostrado ni un ápice de apoyo a lo sucedido.
En definitiva, somos una nación que "en teoría" vive en libertad de la palabra. Vivimos en democracia pero es más una partidocracia a medida de los que gobiernan. Cuando suceden hechos como este la indignación, que ya de por sí vive entre nosotros con este gobierno, no hace más que incrementar. Por fortuna, existen otros medios que contra viento y marea siguen en pie de lucha y allí esas voces y todas las demás voces tendremos un techo, sumado al buen uso de la tecnología que no permite sesgo, censura o intromisión en lo que deseamos emitir.
Este gobierno y los que vengan, deben entender que no nos callaremos.