Los ambientalistas dominicanos acaban de obtener un “triunfo” con la negación del permiso ambiental a Falcondo para extraer minerales de Loma Miranda y extender el procesamiento de ferroníquel por 25 años para esa empresa instalada en el país desde los años cincuenta.
En esa lucha participaron a su manera desde los partidos políticos, fuerzas sociales juveniles, asociaciones de transportistas (que contaminan más el ambiente que Falcondo) hasta la muy honorable Iglesia católica.
Por el peso moral y el poder de persuasión que tiene la Iglesia católica, voy a permitirme hacerle un señalamiento para ver cuál es la coherencia de su pensamiento o si en cambio actúan motivados por intereses que no son generales.
El obispo de la diócesis de La Vega, monseñor Antonio Camilo González (mi respeto para usted padre), asumió el liderazgo de la lucha contra la extracción de materiales en Loma Miranda.
Esa misma posición hizo pública el arzobispo de la Arquidiócesis de Santiago, monseñor Ramón Benito de la Rosa y Carpio (mi reconocimiento a su labor y empeño), quien en su artículo del pasado miércoles –http://www.listin.com.do/puntos-de-vista/2013/6/5/279585/Loma-Miranda – admite que el triunfo en el caso Loma Miranda fue de toda la población de La Vega, con su obispo a la cabeza.
Solo horas después de darse a conocer la decisión de Medio Ambiente de no otorgar licencia ambiental para la extracción de materiales en Loma Miranda, seis sacerdotes entregaron un documento a la Comisión de Medio Ambiente de la Cámara de Diputados con miles de firmas de ciudadanos pidiendo que la Loma Miranda sea declarada Parque Nacional. (Debieron llevarlo al Senado que es donde hay un proyecto de ley sometido con ese propósito por el legislador Euclides Sánchez (PLD-La Vega), pero no es raro que “los caballitos valientes” sean los más firmes en la lucha y los más despistados en la diligencia)
Rogelio Cruz, Ramón Alejo de la Cruz, Tony Ramos, Martín Luzón, Nelson Pérez y Nino Ramos, del Grupo Sacerdotal Don Helder Cámara, buscan que los diputados y luego el Senado aprueben una ley que al declarar la zona parque nacional, prohíba cualquier afectación en esa loma.
Tan aferrados están estos católicos a la defensa del medio ambiente que han declarado que lucharán “hasta entregar nuestras vidas si es preciso para salvar lo que es símbolo de la vida de nuestro Cibao Central: Loma Miranda”.
En resumen: la Iglesia (arzobispo, obispos y sacerdotes) en el Cibao Central están a favor de que ninguna actividad humana afecte el ecosistema de Loma Miranda, que está a 710 metros sobre el nivel del mar, a menos de tres kilómetros de la principal autopista del país y rodeada de campos productivos y de miles de habitantes por todas partes.
El problema se complica para la Iglesia y los ambientalistas que lideraron esta lucha cuando los prelados se oponen a que se explote un promontorio como Loma Miranda, pero apoyan que se estrangule el macizo de la cordillera Central con la construcción de la llamada carretera Cibao-Sur.
El mismo monseñor De la Rosa y Carpio, junto a los obispos de San Juan, monseñor José Dolores Grullón Estrella; y monseñor Rafael Felipe Núñez, de Barahona, expresaron públicamente su respaldo a la construcción de esa vía (ver http://www.elcaribe.com.do/2013/02/12/obispos-apoyan-construccion-carretera-san-juancibao) a sabiendas de que ahí está la vida de los ríos y ecosistemas del valle de la Línea Noroeste, de los valles de San Juan y Barahona, así como gran parte del territorio de Haití.
He escrito y sostengo que luego de construida esa carretera, la mitad de la ciudad de San Juan está en peligro por las violentas escorrentías que se derivarán de esa vía que atravesará alturas superiores a los 2,000 metros sobre el nivel del mar. No menos pasará con poblados como Fondo Negro, Jaquimeyes, Tamayo y otros localizados en el delta del río Yaque del Sur.
Sin esas venas abiertas en lo más alto de la cordillera, el pasado fin de semana el populoso barrio La Mesopotamia, en San Juan, se inundó violentamente con el solo paso de una vaguada por el territorio nacional. Solo hay que proyectar eso, después de la carretera, a una tormenta con descargas de lluvia de 300 litros por metro cuadrado bajando en caída libre desde montañas abiertas a 2,000 metros sobre el nivel del mar para saber que el desastre aun es evitable.
Esos dignatarios católicos y los ambientalistas saben muy bien que la carretera partirá por la cintura los parques nacionales José del Carmen Ramírez, Armando Bermúdez y Nalga de Maco.
Saben también que después que se abra la cordillera Central para dar paso a taludes y cañadas se pondría “en gravísimo peligro las cuencas altas de los ríos Mao y Sidra, principales componentes hidrológicos, junto con los ríos Magua y Jicomé, de la Presa de Monción, de la cual dependen hoy muchas de las cosechas y acueductos de la Línea Noroeste” como ha escrito el ex ministro de Medio Ambiente Frank Moya Pons.
Quisiera saber si se puede ser católico honesto, ambientalista consecuente y sacerdote dispuesto a dar la vida por Loma Miranda, pero se apoya que el gobierno reviente la cordillera Central donde hay tres parques nacionales para construir una carretera que tiene al menos cuatro alternativas de menor costo y ya construidas que solo hay que mejorar.
Sería bueno que estos obispos, sacerdotes y ambientalistas digan si un parque nacional –como el que se pretende erigir en Loma Miranda para que no se remueva su capa vegetal- es más importante que otros como el Armando Bermúdez, José del Carmen Ramírez y Nalga de Maco, que existen desde hace años.
Si una empresa extranjera como Falcondo que tiene un negocio mixto con el gobierno no puede explotar Loma Miranda para generar empleo e ingresos por casi 7,000 millones de dólares en un promontorio al lado de la autopista Duarte, con qué moral se puede silenciar un hombre honesto cuando la que se piensa quebrar por la columna vertebral es la Isla de Santo Domingo, que no es solo el sostén de dos regiones importantes, sino también de un país hermano como lo es Haití.
¿Con qué moral el Ministerio de Medio Ambiente, que se supone que conoce que la cordillera Central es mil veces más importante que Loma Miranda en términos ambientales va a negar la licencia ambiental a Falcondo y no va a decir ¡Esta boca es mía! frente al desastre que sobrevendría si el gobierno construye la carretera Sabaneta-El Rubio?
¿Con qué moral los legisladores van a aprobar que Loma Miranda sea Parque Nacional que no se puede tocar si ellos mismos aprobaron 345.5 millones de dólares en el Presupuesto General de la Nación de este año 2013 para construir la carretera Cibao-Sur que agrede violentamente tres parques nacionales?
¡Qué Dios ilumine a los obispos y sacerdotes y que el equilibrio de los hombres libres nos provea de entendimiento y menos intereses particulares cuando está en juego el destino del territorio!