La ingesta de alimentos en relación con las necesidades dietéticas del organismo muchas veces representa un gran reto para las personas, una buena nutrición, suficiente y equilibrada combinada con el ejercicio físico, es un elemento fundamental de la buena salud. Una mala nutrición puede reducir la inmunidad, aumentar la vulnerabilidad a las enfermedades y alterar el desarrollo físico y mental y reducir la productividad.

Desde 1980, la obesidad se ha multiplicado en todo el mundo, solamente en el 2014, más de 1900 millones de personas, mayores de 18 años, tenían sobrepeso y al menos 600 millones eran obsesos.

El cáncer es una enfermedad en gran parte prevenible. Si se exceptúa el tabaco, que es la principal causa de cáncer, se considera que entre el 29,3 y el 40,6% de la incidencia de cáncer podría ser prevenible con medidas relacionadas con la dieta, el control del peso y la actividad física.

El sobrepeso y la obesidad se debe a un desequilibrio energético entre calorías consumidas y gastadas. El aumento en la ingesta de alimentos de alto contenido calórico que son ricos en grasa y un descenso en la actividad física debido a la naturaleza cada vez más sedentaria de muchas formas de trabajo, ha sido señalado por la OMS como la causa directa del desarrollo de enfermedades entre las que se describe con gran importancia el cáncer colorrectal.

La nutrición adecuada en una persona diagnosticada con cáncer colorrectal se vuelve indispensable para la recuperación de la salud. Los pacientes con cáncer experimentan limitaciones funcionales y estrés emocional, la calidad de vida para ellos generalmente depende del bienestar psicológico, nutricional y físico. Sin embargo, la relación entre nutrición y la calidad de vida permanece ampliamente subestimada para estás personas, muchas veces por falta de consenso entre el equipo médico que evalúa al paciente. En general, El consumo equilibrado de carbohidratos, proteínas y micronutrientes (vitaminas y minerales) representa una mejoría del estado nutricional conllevando a una buena tolerancia de los tratamientos oncológicos como la quimioterapia y la radioterapia lo que supone un factor importante que contribuye a mejorar la supervivencia y la calidad de vida de las personas que padecen esta enfermedad.

Respecto al cáncer de colon y recto se ha confirmado como efecto protector el alto consumo de fibra alimentaria. Utilizando la medida calibrada de la ingesta, se podría obtener una reducción del 42% en la probabilidad de desarrollar este tipo de enfermedad. El efecto puede observarse en todo tipo de fibras, tanto provenientes de cereales, como de vegetales y frutas.

La importancia de un alto consumo de frutas y verduras para la salud, ha sido impulsado por la OMS y la Organización para Alimentos y Agricultura como medida necesaria para evitar enfermedades como el cáncer colorrectal y enfermedades crónicas no trasmisibles, y prevenir el déficit de micronutrientes en nuestro organismo. En América Latina, el consumo de frutas y verduras está por debajo de lo recomendado (400 g/persona/día) y es por eso que muchas guías alimentarías destacan la necesidad de incrementar su consumo. Varios programas de promoción de frutas y verduras ya están en pleno desarrollo en muchos países, atendiendo que vivimos rodeados y seducidos por un surtido mercado de alimentos de alto contenido en calorías, grasa, azúcar y sal.