El 8 de Noviembre pasado fue elegido presidente de los estados unidos de Norteamérica, el empresario y figura mediática, el señor Donald Trump.

Si bien para algunos su triunfo no fue nada sorpresa, para otros aun les ha dejado sin saber como asimilarlo. Su discurso nacionalista se impuso por una votación mayormente blanca que le apoyó con incidencia latina y afroamericana. Entre otras cosas que le ayudaron a convertirse en uno de los hombres mas poderosos por dirigir la potencia mundial de la que muchos países dependen de diferentes formas.

Pero bien, nuestro tema es de que forma incide la política exterior de la unión americana en nuestros países latinos. Cierto que Norteamérica tiene instituciones muy fuertemente establecidas que siguen lineamientos bien estudiados y efectivos y de no ser así los cambian o mejoran.

Así, el presidente que gobierne, sea este republicano o demócrata, puede tener su propia forma de tomar decisiones, pero jamás apartada de los intereses del bien común, según lo establece su propia constitución.

América latina acaba de perder a uno de los últimos líderes del siglo 20 con el fallecimiento de Fidel Castro, que de una forma u otra haya sido positiva o negativa, incidieron en la historia y en la forma en que actualmente se desenvuelve la política internacional de nuestros países. Y esto sumado a la instalación de un nuevo gobierno americano traerá cambios.

Como interviene la forma como se conduzca la política de la casa blanca para los países hispanos. Primero debemos verlo del punto de vista del comercio. Toda América latina lleva relaciones comerciales con el País del Tío Sam. Estas relaciones plasmadas en acuerdos benefician nuestros países por remesas, compra y venta de productos, de tecnologías aplicables y de inversión extranjera, en donde los principales capitales fluyen desde y hacia Norteamérica.

Si la política es de cooperación, ambas partes se ven beneficiadas, si son de inversión, esto crea una red de puestos de trabajos directos o indirectos que mueven ambas economías, y nosotros los latinos somos muy beneficiados.

Donald Trump es un empresario capitalista con una visión emprendedora, que si bien ha tenido algunos altibajos, siempre ha salido airoso, y es lo que todos deseamos en su gobierno. Pero aun no conocemos como se enfocará concretamente su política con relación a nuestros países.

Tradicionalmente en gobiernos republicanos las economías como la de nuestra República Dominicana han salido airosas, por tener un enfoque menos conservador que gobiernos demócratas en ese sentido.

El slogan del señor Trump de hacer América grande otra vez, no debe jamás indicarnos que las relaciones comerciales de Latinoamérica con su país vayan a mermar o debilitarse. Si Norteamérica se fortalece y crece económicamente, así también los países con los cuales hace negocios.

El cambio de política exterior no debe sufrir grandes cambios en acuerdos y lineamientos ya arribados. Puede variar la forma de hacerlo, pero no así el como se hace. Si la política del magnate que a partir del 20 de enero próximo comienza es la de ganar/ganar, pues así los países latinos, deben acoger con optimismo las nuevas formas de gobierno que veremos próximamente.

Si bien el señor Trump tiene una personalidad muy particular que a algunos inquieta, y eso se va a reflejar en su forma de política, tradicionalmente los estados unidos solo se dividen momentáneamente en épocas políticas, pero a la hora de gobernar se gobierna para todos, por lo que el magnate elegido buscara siempre las mejores inversiones y acuerdos para los suyos.

Esto debe darnos esperanzas, pues siempre nos beneficiamos mutuamente de estas armoniosas relaciones comerciales. América se creo y se fortalece con el trabajo de inmigrantes y nativos, y esto de una forma u otra repercute en economías en crecimiento como las nuestras por la entrada de capitales.

A América Latina le esperan retos de entendimiento mutuo, independientemente de políticas con otra visión a los gobiernos de Obama. En el ínterin de los mismos, lo deseable es el fortalecimiento de las políticas de relaciones exteriores, para que esto se traduzca en el crecimiento económico de nuestras regiones.