El humanismo instrumentalizado y degradado de nuestros días ha logrado fundar la verdadera universidad de la ignorancia como academia del cinismo pseudo-ilustrado. El asombro y la indignación de escritoras como Martha Rivera Garrido, Chiqui Vicioso, Ilonka Nacidit Perdomo, Lourdes Batista, Claribel Díaz, Ivelise Fanith y otras, así como de los escritores Eduardo Lantigua, Pastor de Moya, Fidel Munnigh, Diógenes Abreu, Tomás Modesto Galán, Manuel García Cartagena, Kianny Antigua, Jimmy Valdez y muchos otros más, particulariza las vertientes de un mundo cuyos ejes son los desafíos reales e imaginarios de un presente y un futuro utópicos, validados por una verdad de la interpretación y una visión transformativa del llamado status quo marcado por el biopoder y la biopolítica actuales.
Así, los nuevos propósitos de la razón cínica se encaminan hacia el absolutismo político, habida cuenta de las incidencias y decisiones de algunas corporaciones rectoras de la cultura y de la Academia dominicanas, justificadas por presupuestos asignados, prebendas, nóminas especiales que han servido para humanizar-domesticar al ciudadano dominicano actual. Esta sincronía con el discurso de la repostulación y la continuidad gubernamental es cónsona con el espíritu de la corrupción, la degradación moral, la contumelia, prevaricación , uso de recursos institucionales en el marco de una quiebra de la moral, del sujeto y su función pública.
La Unión de Intelectuales recientemente fundada con fines políticos, electorales y supuestamente artísticos y culturales, culmina el proyecto de una biopolítica autoritaria, neodictatorial y sobre todo “humanística” al óleo pontifical. El humanismo electoral y político proclamado ante el país, presenta un programa cuyo objeto es “repetir” como gobierno la hazaña del inevitable triunfo del mismo.
Grandes personalidades rectoras, académicas, artísticas, orientadoras, domesticadoras y procuradoras del mundo dominicano actual se inscriben en ese discurso de la degradación y el canje político, abrazando toda una historia de ignominias activadoras de un régimen que avanza cada día en su plan de supresión de los derechos civiles del dominicano de hoy.
El actual régimen de manumisión política tiene sus “humanistas” y “académicos” junto a una moral de la historia determinada por los vicios de una productividad alienada de saber y experiencia del sujeto. La legitimidad de una narrativa humanística de estirpe política dictatorial se justifica en la caracterización de una falsa política educativa y cultural signada por los vicios endémicos y actuales que se hacen visibles en las cardinales de la práctica académica, moral e institucional en la República Dominicana de nuestros días.
La maquinaria reproductora de imágenes políticas observables en el mundo político de las instituciones públicas y privadas del país, constituye una fórmula exaltada de un trabajo intelectual desintegrador de la consciencia histórica, ultimada por la farsa gubernamental impuesta desde un uso dictatorial implícito y explícito, respaldado por la visible dramaturgia de los organismos oficiosos de legitimación.
La vigencia de una información pública regenteada por una política de medios, descentrada y manipuladora de la esfera pública, cumple con el interés o los intereses de los dueños de los medios informativos ideologizantes y contaminantes en el nivel de construcción de lo real y sus ramajes estructurales.
Así pues, los nuevos propósitos de la razón cínica se extienden a la institución burocrática presentificadora de una plantilla oficiosa y oficial compuesta por máscaras, sombras, enchufes, filtros y sogas que operan en El proceso y en La Colonia penitenciaria del escritor Frank Kafka. Todo lo cual conduce a entender que la maquinaria política devoradora de lo lo social, repite la misma fórmula de la degradación y la corrupción moral del sujeto institucional.
Ahora bien, ¿qué esconden los intelectuales fundadores de la Unión electoral detrás de sus diversas máscaras políticas y politiqueras en la República Dominicana de hoy? Allí vemos todo tipo de oportunistas, con una “Comisión intelectual”, el Privilegio de convocatoria, Dirección Ejecutiva Colegiada Ampliada, como máximo organismo de dirección, al que se incorpora, ex oficio, todo dirigente o personalidad cultural que se suma a la gran Unión…
Todo un propósito explícito de seguridad gubernamental sobreactúa en una escena del cinismo pseudoilustrado y la miseria de la razón política, académica y cultural en la República Dominicana de hoy. En una gran Unión donde los presentes son dirigentes políticos y electorales y cuyos propósitos no son culturales sino cínicos y politiqueros de ocasión, todos los participantes son agentes de la continuidad política del autoritarismo y el emprededurismo electoral reglamentado por una cruzada con una base de nómina y empleo que define y orienta la pretendida Gran Unión Intelectual rectora y procuradora de un régimen neodictatorial.