Nuevos tiempos y nuevas situaciones requieren liderazgos diferentes;  lo que hoy se vive en el mundo nos obliga a repensar acerca de las condiciones que deberían tener quienes nos dirijan.

En este momento, tenemos ante nosotros una realidad ocasionada por la pandemia que ha cambiado nuestras vidas y acelerado procesos que venían desarrollándose, revolucionando las formas como se venían haciendo las cosas habitualmente. La educación a distancia, la telemedicina, el trabajo desde el hogar y las ventas por internet son hechos que han llegado para quedarse y que en consecuencia requieren de ordenamientos y regulaciones para que su evolución sea organizada y justa para todos.

Aunque no se han visto cambios dramáticos en la dirigencia política, con la excepción de lo ocurrido en los Estados Unidos en el entorno internacional, sí se observa una tendencia hacia los autoritarismos y nacionalismos extremos en algunas naciones, conjuntamente con un cuestionamiento acerca de las medidas tomadas para frenar la expansión del virus que afecta la humanidad.

Hoy en día, cuando la información se ha digitalizado y las actuaciones de gobernantes, políticos y empresas se encuentran sujetas al severo escrutinio de millones de cibernautas, es muy difícil actuar irresponsablemente sin sufrir las consecuencias por los errores cometidos.

Por eso creo que, aunque los avances tecnológicos encaminen en un futuro cercano a la  humanidad a dirigir robot y sofisticados equipos, hoy más que nunca entre nuevos líderes es necesario valorar la integridad y la ética; esa entereza del ser humano necesaria para enfrentar cualquier reto, liderazgos con esas cualidades tienen la capacidad de tomar decisiones, aún cuando haya consecuencias dolorosas incluso para ellos mismos. Esa integridad y sentido ético debe ir de la mano con la responsabilidad y el respeto por los demás.

En estos momentos, más que en ningún otro, no necesitamos líderes mesiánicos y soñadores, si no dirigentes con los pies en la tierra y las condiciones para liderar un equipo de gobierno de gran capacidad, profundo compromiso social y acrisolada honestidad; dedicados como buenos servidores públicos a resolver los serios problemas que tenemos sin defraudar a la ciudadanía.