“Vivir en la hiperactividad y

la multitarea son formas degradadas de vivir”,

Byung-Chul Han

Reseñé en un escrito anterior que un primer destello de malestar en nuestra actualidad histórica lo encuentra Byung-Chul en el poder. Poder que él analiza a partir de la filosofía hegeliana cuando de manera inaudita lo entiende como amabilidad encubierta de autoridad más que de la razonabilidad legal de las leyes y normas de una sociedad.

A continuación siguen otros bocetos del mismo cuadro de malestar contemporáneo, esta vez tal y como los expone en varios de sus publicaciones más notables posteriores al año 2005.

  • La sociedad del cansancio (2010).[1] Esta obra plantea una superación novedosa de la lógica dialéctica marxista, en la que hay un amo y un esclavo (más hegelianos que aristotélicos) devenidos un enriquecido capitalista explotador, en una esquina, y, en la otra, un explotado trabajador desfondado. Más aún, también afirma que se han superado las relaciones de poder -tal y como Foucault[2] las entendía en torno al “debes” o “no debes”- en el contexto de una sociedad disciplinaria.

¿De qué se trata y por qué el cansancio?

En cualquier sociedad contemporánea predomina la lógica del “tú puedes”; mejor aún: la del tú puedes “todo” y si no puedes has “fracasado” y eres “culpable” de tu propio fracaso. Por vía de consecuencia, vivimos en una sociedad en la que cada uno vive cansado, explotado hasta el agotamiento de tanto esfuerzo y poder.

El cansancio conduce a la esclavitud de cada sujeto y de todos -en tanto que aunados por un propósito común- a nuestros propios proyectos o metas. Vivimos supuestamente esforzándonos y superándonos por mejorar logros y metas, a pesar de que al mismo tiempo una opaca realidad nos mantiene sumergidos en el desasosiego de ser diferentes y devenir despreocupados de lo que somos en verdad.

En medio del afán de destacar y sobresalir nos auto erigimos en esclavos de nosotros mismos cuantas veces se nos dice y asumimos que nada nos es imposible hoy día o en el futuro inmediato. Añadiría por mi parte, aunque no lo dice Han, que algunos afirman que como Sapiensa estamos rondando la ambición de llegar a ser dioses aun cuando sea con el auxiliode la inteligencia artificial.

Téngase en cuenta -en cualquier hipótesis- que la dominación contemporánea no es como la de la industrialización. Hemos dejadado de ser explotados por otros o terceros tipo una clase social sobre otra. Y eso ha dejado de ser así dado que voluntariamente cedemos el dominio y accedemos a la autoexplotación. 

Si la sociedad industrial estaba dominada por las imposiciones y las prohibiciones de los madamases de una clase social, lo característico de la sociedad del cansancio es que nada ocurre por imposición ajena sino propia; autoimpuesta. Somos nosotros, los que nos sentimos compelidos a sacar más de nosotros mismos, a rendir el máximo, incluso a dar la milla extra. Ese esfuerzo no requiere del látigo de otro amo que  no sea uno mismo. Vivimos auto flagelándonos, cada uno sometido a la expectativa de superarse produciendo y teniendo cada día más, incluso, aun cuando reiteradas veces no tengamos necesidad objetiva de tanto.

De ahí la lógica del emprendedurismo y la cultura del emprendedor que se autoexige hasta ceder en las más diveresas patologías: la depresión, el déficit de atención y el síndrome del agotamiento (burn out). En todo esto mucho tiene que ver la sobreestimulación, el no dejar tiempo para el ocio, que en realidad es no dejar tiempo para pensar, para salir de esa sociedad hiperestimulada.

En esa sociedad omnipresente en la geografía universal han perdido importancia todas las actividades improductivas. El arte por el arte, el ocio no consumista, el puro descanso, el pensamiento especulativo, la inacción de la vida contemplativa, la oración o la pérdida de tiempo son como epitafios absurdos para la omnímoda mentalidad laboriosa y productiva. La superación de uno mismo, así como para la libre competencia, la productividad y la creación y acumulación de riqueza ostensible finalizan agotando a los ciudadanos y consiguiendo que empleados y trabajadores sean sus propios explotadores, cada vez que se exigen más.

Es en tal contexto que Han revela finalmente las tres paradojas de la vida contemporánea: la auto realización se convierte en auto destrucción; la hiperactividad en pasividad sumisa; la coacción en sensación de libertad. Y por tanto, nosotros mismos nos exponemos voluntariamente a ser vigilados (entregando nuestros datos, revelando nuestros gustos, compartiendo nuestra ubicación).

En verdad, vivimos sin elegir, pero con la impresión de ser libres.

  • `Shanzhai´ Deconstrucción en chino (2011).[3] Shanzhai es un neologismo chino que significa "falso" y se aproxima al término occidental de plagio. En sus inicio fue usado para referirse a teléfonos celulares  comerciales como Nokir o Samsing. No se trataba de meras copias ni falsificaciones. A decir de entendidos de la materia estas réplicas eran elegantes, multifuncionales y a veces incluso mejores que los originales. Acuñado el neologismo de referencia, el mismo se ha extendido a otros tantos componentes del diario vivir chino, tal y como libros, artistas, políticos y demás.

La idea de Han es que, a diferencia de lo que acontece en Occidente, Shanzhai los originales se transforman, se desconstruyen e incluso terminan siendo mejores que sus predecesores.

Esa es la apuesta segura de una serie de sociedades orientales que hasta hace pocos años fue tenido como lejanos competidores de las occidentales.

  • Topología de la violencia (2011).[4] Han considera en este ensayo la violencia en tanto que fenómeno original y connatural al ser humano. Por supuesto, la violencia viene envuelta en una tradición multifacética en la que destacan entre tantos otros el emblemático Caín de las escrituras judeocristianas y también el todo fluye heraclitiano de las clases sociales históricas de Marx e inclusive de la modernidad líquida de Bauman.

Según nuestro filósofo, la violencia se manfiesta de dos formas. Por medio de la negatividad se desarrolla a partir de la tensión entre el yo y el otro, interior y exterior, amigo y enemigo. Esas manifestaciones incluyen la violencia arcaica del sacrificio y la sangre, la mítica de dioses celosos y vengativos, la mortal del soberano, la despiadada de la tortura, la intangible de la cámara de gas, la viral del terrorismo, la visceral e hiriente del lenguaje.

La segunda manifestación es la positividad. De esta forma, la violencia se manifiesta como exceso de logros, sobreproducción, sobrecomunicación, hiperatención e hiperactividad. La violencia de la positividad, y aquí descansa el interés crítico de Han, podría ser e incluso es más desastrosa que la de la aquella negatividad.

  • La agonía de Eros (2012).[5] En medio de esa agonía, Han descubre dos vertientes. En la primera trata la amenaza al deseo y al deseo en la sociedad actual. Al mismo tiempo, en la otra vertiente, descubre un argumento que avala que el amor requiere el coraje de aceptar la auto negación so pena de no llegar jamás al descubrimiento del Otro.

En efecto, en un mundo donde prima el individualismo fetichizado y la interacción social mediada tecnológicamente, el Otro es erradicado, no el yo. Y por eso buscamos hoy por hoy el amor y el deseo dentro del infierno -no del otro, como llegó a sostener Sartre[6], sino como revela Han- de uno mismo.

Las páginas de esta connotada obra estudian las amenazas a Eros a través del análisis a la película Melancholia de Lars von Trier, Tristan und Isolde de Wagner, Cincuenta sombras de Grey; al igual que a autores privilegiados como Platón, Flaubert, Buber, Foucault, Baudrillard, Barthes y otros.

Largo es el recorrido hasta llegar a descubrir finalmente en qué consiste la reinvención redentora del amor. Su tesis se resume lacónicamente en este acertijo de palabras: morir al amor es prescindir del Otro tanto como ultimar el pensamiento mismo. (Continuará)

[1] Byung-Chul Han: Müdigkeitsgesellschaft Matthes & Seitz, Berlin 2010. Edición en castellano: La sociedad del cansancio. Barcelona, Herder Editorial, 2012.

[2] Michel Foucault: Las redes de poder, Buenos Aires, Editorial Almagesto, Colección Mínima, 1991.

[3] Byung-Chul Han: Shanzhai 山寨 – Dekonstruktion auf Chinesisch. Merve, Berlin 2011. Edición en castellano: Shanzhai. El arte de la falsificación y la deconstrucción en China. Buenos Aires, Caja Negra Editora, 2016.

[4] Byung-Chul Han: Topologie der Gewalt. Matthes & Seitz, Berlin 2011.

[5] Byung-Chul Han: Agonie des Eros. Matthes & Seitz, Berlin 2012. Edición en castellano: La agonía del Eros. Barcelona, Herder Editorial, 2014.

[6] La controversial frase de Jean Paul Sartre fue “el infierno son los otros”, en una de sus obras cumbres: El ser y la nada, versión española de Editorial Losada, 1943. Esa concepción, al igual que la de Han, soslaya la posición de Hölderlin en su poema Patmos: “Donde hay peligro crece / también lo salvador”; ver, Poemas. Traducción de José Vicente Álvarez, Córdoba, Argentina, Ediciones Assandri, 1955..