Con la llegada del nuevo año arriban también los nuevos proyectos que deseamos desarrollar, las ilusiones, sueños y metas que nos proponemos materializar todo ello, fruto del cierre de año y del balance general que de nuestras vidas realizamos.

No es poco frecuente que a inicios de año siempre pensemos en inscribirnos en el gimnasio, reducir la ingesta de comida, ahorrar, planear las vacaciones que no se pudieron tomar el año pasado, tener un nuevo hobby, en fin, una diversidad de planes que deseamos ir cumpliendo a lo largo del año.

Para ello, es usual que empleemos alguna técnica para llevar a cabo nuestros objetivos. Así pues, una de las más usadas es la llamada técnica S.M.A.R.T (por sus siglas en inglés) que comprende el establecimiento de metas específicas (Specific), medibles (Measurable), alcanzables (Attainable), realistas (Realistic) y basadas en el tiempo (Time-oriented).

No cabe duda que haciendo un uso adecuado de dicha técnica y con la perseverancia y paciencia adecuadas, podemos ver cristalizarse toda empresa en la que nos embarquemos. Pero al tiempo de tener en cuenta las frecuentes metas y los buenos augurios para el año que recién inicia, debemos también de incluir la renovación espiritual dentro de nuestros propósitos.

Si bien es importante verse bien no lo es menos sentirse bien y proyectarlo hacia el exterior. Por ello, la ocasión es propicia para recordarnos que debemos dejar a un lado las ataduras que nos impiden alzar vuelo o no nos permiten ser la mejor versión de nosotros mismos en la mise en scène de nuestras vidas.

En tal sentido, “(…) cualesquiera sean tus trabajos y aspiraciones, mantén la paz en tu espíritu en la ruidosa confusión de la vida”, pues “a pesar del trabajo duro, las falsas esperanzas y los sueños rotos, este sigue siendo un mundo hermoso”. (Lavat)

En consonancia con lo anterior, “no te quedes inmóvil al borde del camino, no congeles el júbilo, no quieras con desgana” y aún más importante, “no te juzgues sin tiempo” y “no reserves del mundo solo un rincón tranquilo”. (Benedetti)