I.- Al llegar el año nuevo
 
1.- Lo nuevo hay que recibirlo con la firme esperanza de que nos trae algo diferente a lo que dejó lo viejo. Lo flamante, con el brillo que le da la frescura, hay que verlo con mirada distinta, novedosa, para probar que estamos contentos porque aplaudimos todo lo que significa lo fresco que llega como rompedor de lo antiguo.
 
2.- Lo que llega debe impulsarnos a la reflexión para al revisarlo saber la decisión que más nos conviene, tomando en consideración que lo pasado no ha sido lo más provechoso a los fines renovadores a que aspiramos. En la medida que evitamos actuar a la ligera nos preparamos para proceder con todo detalle, minuciosamente.
 
3.- La desesperación es mala consejera,  y para no reincidir en errores conviene no ilusionarse con la llegada de un nuevo año, evitando actuar con precipitación, sin detenernos a pensar que ser sosegado contribuye a ejecutar fuera de toda inexactitud. Proceder como los irreflexivos nos impide  alcanzar los fines que perseguimos aunque sean muy legítimos y loables.
 
4.- Pensar con detenimiento nos permite recapacitar sin darle vueltas a la cabeza y sin necesidad de consultar la almohada. Al decidir lo que podemos hacer o no hacer con motivo de la llegada de un nuevo año, debemos actuar examinando cada situación para que al ejecutarla el resultado sea fruto de una consideración consultada consigo mismo. Concentrarse con el fin de accionar certeramente es propio de quienes desean obrar para que lo realizado responda a lo que es bueno para la mayoría de la comunidad humana.
 
II.- Pensar en triunfar, no en la derrota
 
5.- Las dominicanas y los dominicanos que creemos que es posible construir un nuevo y mejor país, estamos en el deber de mantenernos llenos de entusiasmo, rebozados de optimismo; con los ánimos encendidos y abrazados a lo positivo. Nunca, en ningún momento el pesimismo nos debe colocar en estado de frustración, de fracaso y desacierto. Hay que pensar en realizar y triunfar que es lo que nos ha caracterizado como pueblo emprendedor y triunfador.
 
6.- Por encima de las calamidades y las desgracias, debemos colocar los éxitos, olvidando por completo todo aquello que representa lamento y desdicha. No hay que pensar en que todo está perdido, que nos acompaña lo lastimoso, catastrófico y funesto. Para nada hay que poner como obstáculo para triunfar el infortunio, lo adverso y fatídico. La desventura no está en los proyectos de los exitosos y afortunados.
 
7.- Todos aquellos que en este país han dado y siguen dando lo mejor de sí en procura de la felicidad de nuestro pueblo, están obligados a continuar con el convencimiento de que el bienestar material y espiritual ha de ser la obra de los que aquí desarrollan actividades políticas y sociales para que la situación de pobreza desaparezca y surja la abundancia. Las carencias de todo tipo que golpean a los más necesitados, han de desaparecer por la participación decidida de los que no escatimamos esfuerzos para seguir adelante y acabar con lo que significa necesidades, mendicidad y desamparo.
 
8.- El nuevo año ha de servir de gran estímulo para llevar a la conciencia de las grandes mayorías nacionales la idea de que hay que construir, ser fuertes, influyentes, eficientes y con objetivos liberadores, para que el pobrismo, la estrechez y el desamparo no sigan presentes en el medio social dominicano. La desgracia hay que convertirla en felicidad, y la fatalidad en dicha.
 
9.- Hay que hacer del nuevo año la continuación del deseo que aquí, mujeres y hombres, han mantenido para que lo negativo que nos ha acompañado y dañado como pueblo, sea derribado, hundido en lo más profundo para que no se levante jamás. Debemos derrotar lo que representa una traba para avanzar hacia nuevas metas, y entorpece los cambios sociales, políticos e institucionales.
 
10.- El trayecto a tomar en el nuevo año es el que ha de llevar a lo mejor de nuestro pueblo por un camino diferente al que hasta ahora ha transitado, que no lo ha sacado del atraso que se encuentra. La dirección tiene que ser señalada por aquellos que no están aferrados al derrotismo enfermizo y al pesimismo sin sentido. El rumbo que necesita el pueblo dominicano solo puede ser certeramente orientado por quienes están interesados en echar por tierra, reducir a escombros la base que genera las injusticias, las desigualdades y las lacras que repugnan a todo lo sano de la comunidad dominicana.
 
11.- Todos aquellos ciudadanos y ciudadanas que seriamente creen que es posible cambiar lo malo por lo bueno en el orden social y político, están en el deber de convertirse en triunfadores con el pensamiento fijo en que para cantar victoria e imponerse a los enemigos del progreso, hay que estar accionando permanentemente. Sin minimizar a los contrarios, menospreciando ni subestimando posibilidades. Para guiar al pueblo al triunfo hay que saber en cada momento el escenario donde conviene dar la batalla con éxito. En la brega política no se puede empequeñecer ni destacar a los oponentes, infravalorar ni ponerlos de relieve.
 
12.- Se impone hacer caso omiso a los que creen que haciendo politiquería barata sin sentido ni contenido social es que vamos a romper los moldes que han hecho posible conformar el modelo económico y social vigente que solo ha servido para hundirnos en el atraso y la degradación ética y moral. A los pesimistas hay que dejarlos atrás para que sigan rumiando penas; hechos una lástima, motivando compasión con la falsa creencia de que exhibiendo misericordia es que el ser humano se eleva. La flojedad no hace otra cosa que generar decaimiento en el estado de ánimo de las masas populares, que en lugar de catastrofismo hay que inyectarles triunfalismo basado en su propia confianza.
 
 13.- Al llegar el nuevo año hay que estimular, acicatear a los mejores hombres y mujeres de la nación dominicana para que mantengan su espíritu de desarrollar el país para alcanzar un ambiente de justicia, libertad plena, en sí, para llegar a ser dueños de nuestro propio destino que ha de descansar en la laboriosidad, en el esfuerzo colectivo. Debemos hacer conciencia de que fomentar la educación, el amor al trabajo y una ejemplar conducta, va a desmontar la falsa percepción, deshacer todo aquello que se ha creado para hacer creer que aquí todo está perdido, que no hay que luchar para cambiar el statu quo que nos afea, desluce y hace objeto de vituperio, recriminación y tacha.
 
14.- El material humano sano, que constituye la mayoría del pueblo dominicano, está en el deber de continuar dando ejemplo positivo de que un mundo mejor es necesario y que, por muy agrietada que está la sociedad actual, es posible levantar un orden social nuevo en el cual sean eliminadas las lacras que ahora nos dañan como país. Los sinvergüenzas, desfachatados, procaces y corrompidos no pueden continuar sobresaliendo y siendo aceptados como paradigmas de buenos ciudadanos y ciudadanas.
 
15.- El nuevo año debe llenarnos de alegría, cargarnos de esperanza e impulsarnos a romper con la desconfianza que se ha apoderado de amplios sectores de la sociedad. Los pueblos ejecutan las grandes transformaciones, realizan las jornadas democráticas que marcan su historia progresista, cuando se apoyan en el ejemplo de aquellos que han dejado como herencia sus arraigadas convicciones, que luego son el sustrato de las venideras generaciones. Lo positivo trasciende cuando sirve para hacer avanzar, nunca para hacer retroceder el progreso social.
 
16.- Si queremos que el nuevo año sea fructífero estamos en el deber de no voltear la cara para así no tener que ver lo que nos indigna; y solamente ver hacia adelante para saber que nuestro país puede cambiar para bien porque: a) cuenta con José Pérez, el triciclero que en la ciudad de Santiago de los Caballeros, desde un barrio marginado, se levanta diariamente, a las cuatro de la madrugada, a vender frutas para así poder formar a sus cinco hijos; b) porque tiene a empresarios como Manuel Castillo Pimentel, que confiando en el trabajo, desde las rocas calizas de Calimete, Provincia Elías Piña, hace parir aguacates; c) porque contamos con mujeres como Ana E. Peña, la laboriosa mujer del barrio Cienfuegos, que siendo madre soltera y desempeñándose como trabajadora doméstica, mantiene y educa a sus tres niñas.
 
III.- Es mi anhelo
 
17.- En lo que a mí respecta, espero el nuevo año con mucho entusiasmo, alegría y confiando poder continuar luchando por un futuro mejor. Nadie sacará de mi mente mantenerme contento para accionar en los espacios donde pueda aportar para que las aspiraciones de las fuerzas democráticas del país se materialicen.
 
18.- En el nuevo año quiero seguir, como hasta ahora, ocupando un espacio en la lucha política y social; disfrutar de salud para dentro de mis posibilidades incidir llevando orientación a los diferentes sectores que precisan de la colaboración sana para hacer conciencia, formarse sólidos conocimientos, con sentido democrático, de sus derechos y la forma de materializarlos para darles contenido político y alcance de liberación.
 
19.- Quiero, en el nuevo año, sin pretensión personal de ninguna índole, darle apoyo a todo lo que en mi país represente contribución para avanzar sin politiquería, a los fines de distanciar a las masas populares de aquellos que las han utilizado para satisfacer apetencias individuales. Sin sectarismo alguno colaboraré con todo sector interesado en que nuestro país salga del atraso y tome conciencia para construir una real y verdadera democracia.
 
20.- Es mi deseo que el nuevo año sea de felicidad para lo que en verdad se llama pueblo dominicano, y que con la brega tesonera de sus mejores hombres y mujeres logre continuar trillando el camino que lo ha de llevar a romper las cadenas de la opresión; a eliminar el disgusto, los sinsabores, las contrariedades y todo lo que significa malignidad, perversidad, vileza, discriminación, desigualdad y degradación ética y moral.
 
21.- Cada uno de los dominicanos y las dominicanas que en este país desean vivir en un ambiente de dignidad, decoro, honradez, laboriosidad y decencia, están en el deber, al llegar el nuevo año, de motivar, animar e impulsar a las grandes mayorías nacionales para sobre las cenizas de este orden social injusto levantar la sociedad por la que hemos luchado y merecemos.   
 
22.- El nuevo año debemos recibirlo contentos, debidamente motivados, llenos de buenas esperanzas, con el convencimiento de que como pueblo contamos con las potencialidades necesarias para eliminar todo aquello que en años anteriores nos ha llevado a vivir como si no confiáramos en que somos emprendedores y sabemos derrotar el pesimismo para que triunfe el optimismo.