La inteligencia artificial es probablemente la mejor y la peor cosa que le ha ocurrido a la humanidad. (Stephen Hawking)
El proceso electoral pasado felizmente concluyó pero para los Partidos Políticos, los Politólogos y Sociedad Civil; la nueva tarea empieza tenemos que hacer el balance positivo y negativo del proceso electoral.
Los números en frío muestran realidades que, conectando con el momento y la proeza de sus logros, no fue fácil derrotar el coronavirus político y sanitario. Estos logros no pueden generar una anestesia social colectiva, que haga una parálisis de los cambios normativos, estructurales y la construcción y fortalecimiento de la institucionalidad democrática seriamente lastimada. Hay que construir indicadores institucionales sobre lo que tenemos que cambiar.
Una primera radiografía de los números y resultados nos dicen, por ejemplo, que para las elecciones recién finalizadas teníamos inscritos un total de electores de 7.529.932. Asimismo que de los 7.529.932 millones de electores, únicamente votamos 4.163.275, es decir, el 55.29% del padrón, por lo que la abstención fue de 44.71%, la más alta registrada en el país desde el fin de la dictadura de Trujillo en 1961. (Elecciones en tiempo de crisis sanitaria: Una Mirada desde la Sociedad Civil.
Creo que estamos en la antesala de un impacto trascendente en esta materia, la revolución digital para la administración de justicia llegó
La normativa electoral dominicana tiene sus fundamentos en la Ley 33-18 de Partidos Políticos, la Ley 15-19 sobre el Régimen Electoral, la Ley Sobre Elección de Diputados Nacionales, la Ley No. 136-11, que regula el voto de los dominicanos exterior, la Ley sobre Diputados Nacionales por Acumulación, la Ley Orgánica Núm. 29-11 del 20 de enero de 2011 que regula el TSE y su reglamento interno. Toda esta legislación tiene un denominador común: Es obsoleta ante la nueva realidad producida por el Covid-19 y el ascenso de la justicia digital.
Las audiencias virtuales del Tribunal Constitucional Dominicano, plantean una línea clara, las mismas quedarán asentadas como conforme al principio de legalidad, cumplimento de las normas procesales, colocándose en la avanzada de las cortes constitucionales mundiales. Sin embargo, en el caso del Tribunal Constitucional de España la involución tecnológica ha generado una crisis de funcionabilidad.
Los nuevos miembros de la JCE, TSE, Cámara de Cuentas deberán tener una visión de modernidad, introduciendo formatos tecnológicos innovadores, firmas digitales y aplicaciones para la ciudadanía, porque ciertamente, la pandemia fue una alerta sobre las incertidumbres globales que pueden generar las crisis.
Tenemos que colocarnos en el horizonte de una aplicación como la de la India, cuyo padrón Electoral es de 900 millones, no por su tamaño, sino por sus características. En la India con una aplicación desde un smartphone, solicitan cambios de direcciones, nuevas cédulas, corrección de errores en el padrón de electores.
La OCDE y sus socios clave que representan alrededor del 80% del comercio y de las inversiones mundiales, han establecido que solo de 5% a un 10% de los problemas jurídicos que se presentan para los ciudadanos, son solucionados por los tribunales. España miembro de la OCDE ha decretado una guía telemática para las audiencias virtuales. En el mundo hay más gente con acceso a internet que a la justicia. Aplicar justicia no es un lugar físico, es prestar un servicio a los ciudadanos.
Estemos claro, en el mundo digital existe una desigualdad estructural, esta llega a construir la inteligencia a través de la base de datos. Hay una desigualdad intrínseca, hay que dominar la justicia en la aplicación de las tecnologías como medio, no como fin.
Aparecerán osados que invocarán la nulidad de la justicia digital electoral y general, sobre la base de obsoletas disposiciones caducas de más de cien años vigentes en nuestro ordenamiento.
Creo que estamos en la antesala de un impacto trascendente en esta materia, la revolución digital para la administración de justicia llegó. Las nuevas sentencias, doctrinas habrán de explayarse.
La clase política a la hora de hacer sus designaciones en la JCE, TSE, Cámara de Cuentas deberá estar a la altura de estos nuevos retos. El pasado es aleccionador, las figuras desfiguraron el proceso electoral pasado. Solo la madurez política, salvo la democracia. Espero que así sea.