Reveladores los datos que sobre del alto riesgo sísmico en que se asienta el territorio nacional, acaba de ofrecer el ingeniero Leonardo Reyes Madera, presidente de la Sociedad Dominicana de Sismología e Ingeniería Sísmica al comparecer en el programa televisivo Toque Final que produce el periodista Julio Martínez Pozo.
Reyes Madera advierte que en la República Dominicana “siempre ha habido terremotos y van a seguir existiendo. Eso nadie lo puede impedir y tampoco predecir cuándo, dónde ni de qué magnitud”. Al respecto advierte que la falla de Enriquillo que provocó el devastador terremoto de Haití en el 2010 sigue siendo de riesgo permanente para nosotros, por lo que puede tener lugar también aquí. Vale recordar que en esa ocasión corrió la información de que expertos sismólogos esperaban que el fenómeno telúrico tendría lugar de este lado de la frontera. Suerte para nosotros que no fuera así y desgracia para el infortunado pueblo vecino.
En este orden, el experto exaltó la figura del recién fallecido ingeniero Rafael Corominas Pepín, recordando que gracias a su intervención se pudo adecuar y poner en vigencia el Reglamento Sísmico, que estaba pendiente de ser actualizado desde 1979. Son sus normas las que rigen al presente para la industria de la construcción.
No es la de Reyes Madera la primera ni la única voz de alerta sobre un tema de tan alto y apremiante tema. Este lo hemos abordado en distintas comparecencias televisivas con el destacado geólogo Osiris de León, quien ha llamado la atención en cada ocasión sobre la necesidad de ajustar todo proyecto de construcción, tanto habitacional como de finalidad pública, a la naturaleza de los suelos. De León señala que la consistencia de los mismos es requisito fundamental a tomar en cuenta al momento de levantar cualquier edificación, advirtiendo que los suelos de textura blanda requieren de especiales condiciones de reforzamiento.
Es de suponer que las autoridades se han debido mantener vigilantes sobre la aplicación del actual Reglamento Sísmico por parte de los constructores. Admitiendo que sea así, aunque sobradamente sabido que no necesariamente ocurre siempre, queda sin embargo la duda de cuántas viviendas, multifamiliares, hospitales, escuelas y otras edificaciones públicas levantadas antes de la entrada en vigencia del mismo están en capacidad de resistir los efectos de un terremoto de grado 7 de intensidad ó más. Y, en consecuencia, la necesidad de urgente, de revisarlos a conciencia y proceder a su reforzamiento urgente en los casos necesarios. Se ha mencionado el tema en varias ocasiones…¿pero se han venido implementado las acciones correctivas con el apremio y seriedad requeridos? Resultaría conveniente disponer de datos confiables en este sentido del trabajo que se haya llevado a cabo.
Desgraciadamente, aquí se levantan viviendas de forma medagalanaria, por manos inexpertas y sin asistencia profesional, sin respetar los más mínimos requisitos de seguridad, en las condiciones más precarias y en sitios altamente vulnerables. Las pruebas están a la vista. Es un juego temerario con elevado riesgo de muerte. Fue esta la razón de que el seísmo que afectó a Puerto Príncipe provocó un número tan elevado de muertes, se menciona más de 300 mil, aunque quizás nunca se sepa la cantidad exacta y dejó sin hogar a un número cuatro o cinco veces mayor.
Queda pendiente por otro lado el aspecto de la seguridad humana. ¿Hasta dónde estamos debidamente preparados para reaccionar en caso de un terremoto? ¿Cuántos saben qué hacer cuando ocurre el inesperado fenómeno que, a diferencia de los huracanes, no se puede predecir ni da tiempo para adoptar medidas de protección? El nivel de ignorancia en este sentido es más que preocupante y aumenta de manera notable el riesgo que por su amplitud pudiera alcanzar niveles de una catástrofe tan costosa en vidas humanas como la sufrida por Haití.
De León ha sugerido al gobierno una compra masiva de silbatos para distribuir entre la población cuyo costo por razón de volumen sería insignificante. La razón: cuando ocurren terremotos muchas edificaciones ceden y se desploman, sepultando vivas a un número indeterminado de personas. Durante las labores de escombreo, más de un sobreviviente ha sido rescatado gracias a que podido dar señales de vida por el salvador sonido de ese pequeño artefacto. El propio de León lleva uno colgado del cuello. Ese silbato, insiste, puede marcar la diferencia entre salvarse o perecer.