A la memoria de Gustavo Tavares E.

Dos (2) millones 700 mil estudiantes han iniciado en la República Dominicana un nuevo año escolar. Si al menos 2 personas entre madres, padres, abuelas, abuelos y hasta tíos y tías se involucran diariamente en las actividades de preparación, traslado, vuelta a casa, tareas, etc., estamos hablando de 5 millones 400 mil personas. Los cálculos aún no están completos pues hay que sumar 90 mil maestras y maestros de los sectores público, privado y semioficial; además más de 30 mil del personal administrativo y de apoyo. Es al menos la mitad de la población dominicana.

La actividad educativa preuniversitaria sólo desde el sector público movilizará este año (4% del PIB)  99 mil 648 millones de pesos. En los últimos 20 años por ese sólo concepto se movilizaron aproximadamente 800 mil millones.

Es la educación por tanto un extraordinario esfuerzo humano y económico de la sociedad, por lo que el Estado debe procurar que su eficacia y eficiencia estén entre sus más altas prioridades.

Para que se respete y proteja el tesoro que representa tanto sacrificio, no se debe olvidar el elevado costo de las grandes deficiencias que han marcado el sistema educativo hasta la fecha. Una sola muestra representa la más contundente evidencia. Vale repetirlo: en calidad de la educación primaria, de 144 naciones del mundo la República Dominicana ocupa el penúltimo lugar, solo supera a Yemen, y la hermana República de Haití, aún con sus grandes tragedias, en las estadísticas del Foro Económico Mundial 2012-2013 sobrepasa  al país por tres puntos. 17 años perdidos por el retraso, la no ejecución o las distorsiones de las reformas educativas dominicanas.

Con el inicio del año escolar 2013-2014 toda la sociedad junto al Estado y a partir de la gran conquista que significó el 4% del PIB para la educación preuniversitaria, ha de iniciar un proceso que dé verdadero sentido al inmenso trabajo conjunto cada año escolar.

En el camino hacia una nueva educación dominicana hay que tener presente que  hasta la mayoría de aquellos que en las últimas dos décadas han podido completar 12 años de escolaridad no dominan- solo para citar algunas áreas ya consideradas-  la lengua escrita; la  capacidad matemática es de las más deficientes de América Latina y el Caribe y la formación científica presenta en general inaceptables resultados.

Se demanda una nueva educación dominicana que dé verdadero sentido a tan extraordinarios esfuerzos de la sociedad dominicana que se reedita otra vez con este nuevo  año escolar.