Sobre las comisiones en la compra de los aviones tucanos y ahora los sobornos dados para lograr el contrato de Catalina la Grande, nos hemos enterado porque esa información llegó desde el extranjero. En el primer caso provino del gobierno norteamericano. Nuestra autocensura y debilidad en el periodismo investigativo nos impide averiguar y también divulgar nuestros propios pecados. Son muchos los periodistas en la nómina pública y los pocos que no lo están temen que su investigación no sea publicada. Nuestra situación se asemeja a “La dictadura perfecta” a que aludió Mario Vargas Llosa con referencia al PRI mexicano. El “PLD, Inc.” ha devenido en nuestro PRI, con sus grandes negocios que se mantienen impunes, grandes familias y gran capacidad para presionar hasta a un gran empresariado del cual antes dependía para fines de sus campañas.
Fueron dos pequeños periódicos ecuatorianos los que consiguieron la lista de las comisiones pagadas por Odebrecht para obtener el contrato de las plantas de carbón y por pertenecer al Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación fue que Alicia Ortega recibió y trabajó esa información. Ha sido la independencia de los procuradores peruanos, tan contrastante con la falta de la misma en el caso dominicano, lo que ha permitido someter a la justicia a varios ex presidentes de ese país.
La divulgación sobre corrupción ligada al otorgamiento del contrato de Catalina la Grande, la “joya de la corona” de los proyectos de infraestructura del presidente Medina, ha hecho quedar muy mal a nuestro mandatario, a su gobierno y a su procurador general, pero también a la comisión de “notables” que encabezó Monseñor Agripino Núñez Collado, nombrada por el propio Medina y que, sin cuestionar al Procurador, dictaminó que no hubo corrupción en el otorgamiento del contrato. La terminación de la obra, ya bastante atrasada, podría verse afectada aún más por este escándalo, lo que también perjudica al presidente y su gobierno y, por qué no decirlo, a una población que precisamente en estos momentos está sufriendo de grandes apagones. En contraste, muy bien ha quedado Alicia Ortega con su profesionalismo que llegó hasta el nivel de informar muchos días antes a las personas que saldrían embarradas, para así ofrecerles oportunidad de exponer sus puntos de vista. La reacción de esta gente, muy a la dominicana, fue llamar a Palacio a ver si lograban silenciar a Alicia.
Otro caso de escándalo llegado desde el extranjero han sido las denuncias del comentarista peruano Jaime Bayly, sobre dinero de la gente de Maduro supuestamente entregado a Leonel Fernández, un caso típico de “blow back” periodístico, es decir noticias locales que, al saberse que por la autocensura no serían publicadas localmente, se mandan al extranjero, para que “sean soplados de regreso” al país. Podría tratarse de la típica campaña sucia contra un candidato presidencial, en este caso Leonel Fernández, más cuando se presume que este está muy enterado sobre los esfuerzos de Washington de bloquear transferencias monetarias de la gente asociada a Maduro. Pero también podría tratarse de un esfuerzo de Washington de bloquear la candidatura de Fernández al tener informaciones sobre su dependencia de venezolanos y hasta tal vez de gente de la droga. La prensa escrita dominicana casi no ha tratado las denuncias de Bayly, por autocensura, lo que justificó, a posteriori, el “blow back”.
Las divulgaciones de Alicia Ortega perjudican mucho a Danilo Medina, a su gobierno y a su procurador general y lo divulgado por Bayly al candidato Leonel Fernández. Luis Abinader y el PRM deben sentirse felices. ¿De 28% de intención de voto subirá Abinader a cuánto? También le ayuda el deterioro económico. En dos ocasiones recientes la Junta Monetaria ha estimulado la demanda, sobre todo en el sector de la construcción, afectado por los requerimientos de la ley de lavado que prohíbe ventas de casas, apartamentos y automóviles en efectivo. Para colmo ha sobrevenido la cancelación de viajes de turistas. El gobierno ha ripostado contratando a Rubinstein, la misma empresa de relaciones públicas que buscó Trump para los concursos de Miss Universo. Ya antes el presidente Medina había contratado a un amigo personal de Trump como cabildero en Washington. Pero necesita hacer algo más