Convertirse en un atleta de alto rendimiento y llegar a representar a su país en unas olimpiadas, no es tarea fácil. Se necesitan años de preparación, tanto física, como mentalmente. Prácticas diarias, una dieta especial, pasión por lo que se hace, concentración extrema, trabajo en equipo, en fin, son muchas cosas que se necesitan, que es más fácil ser presidente de un país, que ser un atleta y medallista olímpico.
La primera vez que supe y vi unos Juegos Olímpicos fueron Seúl 1988. Recuerdo estar por la noche viendo los eventos por televisión, junto a mi mamá y mi hermanito. Fue emocionante, porque pienso en ello y es como si lo estuviera viendo de nuevo. Las peleas de boxeo de los dominicanos y en especial la carrera de Juan Núñez, nunca he olvidado ese nombre, quien terminó sexto en una de las carreras semifinal. Desde ese año, nunca me he perdido las olimpiadas.
Fue en el 1988 que escuché que le darían dinero a los atletas que trajeran medalla. Con tan solo diez años me pregunté por qué no les daban el dinero antes para la preparación, aún me sigo preguntando eso, a diferencia de que hoy entiendo el porqué no es así.
Viendo en diferentes reportajes dónde y cómo es que viven la gran mayoría de nuestros atletas, me doy cuenta de que son unos superhéroes. La perseverancia que muestran con todas las calamidades que se encuentran en el camino de la preparación, sumado al poco apoyo, para después tener que sonreír ante una cámara junto a los federados y funcionarios del Estado, para que finalmente olvidados y aún así luchan hasta el final para representar a nuestro país.
Nunca entenderé cómo los gobiernos aceptan las botellas de funcionarios por favores políticos, otros que no se presentan a trabajar, salvo cuando se la pueden lucir, cobrando un sueldo sin ningún tipo de remordimiento y lo grande es que se creen merecedores de que el país les pague y estos atletas que trabajan día tras día sólo son reconocidos por las autoridades cuando van y vuelven de unos Juegos Olímpicos.
Hoy quiero darle las gracias a cada unos de los atletas olímpicos, desde Tokio 1964, hasta Tokio 2020, que nos han representado y han puesto el nombre de la República Dominicana en alto y decirles que ellos son orgullo nacional.