Nuestra sociedad está enferma y los síntomas de esa enfermedad se manifiestan en una crisis de autoridad e irrespeto a las leyes, malestar que se presenta en numerosos estamentos de la nación, tanto a nivel público como privado, marcado por una franca violación a todas las normas y orden establecidos creando una intranquilidad social que se refleja en numerosas instancias del Estado, siendo el tránsito vehicular uno de las áreas más afectadas, poniendo en evidencia la falta de voluntad y la ineptitud en el manejo del tránsito y el cumplimiento de la ley.

Nuestras autoridades son tan deficientes e irresponsables, incapaces de hacer que se respete la autoridad lo que se traduce en irrespeto de la ley, lo que dificulta la movilización vehicular ordenada, resultando en un tránsito desordenado e irrespetuoso, carente de una autoridad responsable de hacer cumplir la ley, siendo esta la causa principal de haber construido un tránsito caótico, casi anárquico creando un tráfico y  una población agresiva, temeraria, carente de cortesía con una marcada y limitada educación social. Ejemplos claros de esta situación lo observamos en el manejo desordenado del tráfico vehicular, muy pocas personas respetan la ley y las regulaciones violándolas en presencia de las autoridades, supuestas a mantener el orden sin ninguna intervención de estas; aseguran los analistas y sociólogos que el orden y el respeto de las leyes del tráfico vehicular, el manejo de la basura, la limpieza y pulcritud de un país refleja el nivel de educación, cultura y desarrollo de esa sociedad.

La nuestra parece ser primitiva sin ningún conocimiento o respeto a la ley, un verdadero caos donde el irrespeto, la falta de cortesía, la agresividad y el menosprecio a las regulaciones más elementales, que son violadas con desdén y con una impunidad asombrosa. Y así en todos los estamentos que rigen la nación se nota un desorden anárquico frente a la mirada indiferente de unas autoridades ineficientes, que han creado una sociedad desordenada, producto del mal manejo administrativo, dirigido, por personas con poca capacidad, vergüenza y honestidad, que se hacen de la vista gorda y no toman interés, a veces actuando como en una organización tribal, sin orden ni respeto.

En meses recientes la prensa nacional ha publicado sobre numerosos accidentes automovilísticos en diferentes carreteras del país, ocasionados en parte por las malas condiciones de estas vías, el manejo irrespetuoso, temerario, y negligencia de algunos conductores, la falta de señalización, orden y vigilancia de las autoridades, creando las condiciones para los numerosos accidentes automovilísticos que han costado la vida de muchos ciudadanos, y un gran número de personas gravemente lesionadas. Pero aún más trágico y bochornoso han sido los actos delincuenciales observados en la escena de estos aparatosos accidentes, ya que la prensa nacional se ha hecho eco de las acciones delincuenciales de algunas personas que se presentan en la escena, acercándose a las víctimas para despojarlos de sus pertenencias (celulares, joyas, prendas de vestir, dinero etc.) dedicándose a ejecutar estas malas acciones, en vez de auxiliar y socorrer aquellos humanos que se debaten entre la vida y la muerte. Nótese el malestar social que nos embarga, la falta de valores humanos y la poca valorización de la vida humana.

Es tal la crisis y descomposición social que nos afecta que no solo es vergonzoso sino lastimero el observar pasivamente y hacernos ajenos a este estado de cosa, pero como sociedad decente tenemos que reflexionar, revisarnos, y exigir a las autoridades competentes el cumplir sus responsabilidades, un desafío que como funcionarios públicos es su deber hacer que se cumplan las leyes, eliminar la impunidad y crear un sistema de consecuencias, que garantizará y dará por resultado un estado de orden y respeto al imperio de la ley.