Porque… “el tiempo es justiciero y pone cada cosa en su lugar”.
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“Todos deberíamos preocuparnos más por el futuro, porque pasaremos allí el resto de nuestra vida”. (F. Kettering)
Quizás este es el principio del final, como comento Telleyrand al referirse a la pírrica victoria de Napoleón en la batalla de Borodino y muchos saben y comprenden a lo que me refiero pero, le agradezco a Dios el no haberme permitido, al estar viviendo en esta jungla de iniquidades, perder la sensibilidad ante los sentimientos humanos. Algo así como les ha sucedido a muchos que ejercen el negocio de la política.
Y digo esto, porque muchos de ellos han olvidado que esta vida es un viaje compuesto por paisajes, momentos y paradas que se suceden unos a otros y que como cada viaje tiene su final, este por igual lo tendrá.
En esta semana sentí en carne viva el tremendo dolor de ver cómo un grupo de jóvenes y padres de familia, verdaderos trabajadores, muchachos en plena juventud, perdían su sustento y el de sus familias, incluyendo la negación para asistir a la universidad, debido a los despidos incontables, que al parecer no figuran en ninguna estadística ni agenda de político alguno, producto de la crisis económica que nos acogota.
Es en verdad doloroso que encima de esta situación, los mismos de siempre aun continúen con el engaño de que la crisis es producto de la situación mundial, cuando la nuestra es el resultado fatal de una situación en particular, producida por un grupo que se regodea de su odisea y se explaya cínicamente de sus actos.
Y, como no me lisonjeo de ser más papista que el papa, hoy creo, que el gran poeta nacional Don Pedro Mir, erró en su poema, cuando escribió que “aquí faltan hombres…”, no creo que falten pantalones sino voluntad
No hay discusión posible sobre el tema, a menos, que sea una de esas llevadas a cabo por los teóricos perversos que no conducen a nada práctico. Porque, esta crisis, tanto económica, de donde se derivan todas las demás, porque sabemos que el estómago manda, así como la pérdida de valores en nuestra juventud, son producto directo de las acciones de dirigentes políticos con nombres, apellidos y direcciones hartos conocidas y hacia donde no se atreven a mirar los que están llamados hacerlo y no solo mirar, sino, actual.
Pero, en algún momento esto parara, porque la vida es como un zipper, que va cerrando peldaños momento a momento y cuando a lo largo del camino no han cerrado correctamente, todo el cierre, en este caso, la vida, queda al descubierto y todos los trapos interiores comienzan a ser vistos y corregidos. Así siempre ha sido y será.
Todos estos personeros que hoy tienen a tantas personas sufriendo por sus dolosas acciones, no les importó ni importa esta situación. Quizás sean seguidores del famoso filósofo Parménides de Elea, el cual sostenía en su doctrina la afirmación del ser y el rechazo del devenir, del cambio y que el ser es uno y la afirmación de que la multiplicidadque implica el devenir, y el devenir mismo, no pasan de ser meras ilusiones.
Tamaño error, porque después de eso ha llovido mucho y se ha demostrado que en el devenir de la vida ocurren cosas increíbles, que nada dura para siempre y menos la impunidad del abuso en cualquiera de sus incontables manifestaciones. La realidad más tarde o temprano hace desplomarse la ficción, y, el creerse intocables no es más que una ficción. Cercano o lejano, la naturaleza de la justicia es más fuerte, expone y destruye el maldito arte del engaño, las falsías y sus secuelas de indelicadezas.
Y, como no me lisonjeo de ser más papista que el papa, hoy creo, que el gran poeta nacional Don Pedro Mir, erró en su poema, cuando escribió que “aquí faltan hombres…”, no creo que falten pantalones sino voluntad, coraje para hacer que nuestros políticos y funcionarios cuasi inútiles y parapléjicos morales, respeten y hagan respetar las leyes, porque de verdad verdad, de leyes estamos ahíto, solo nos falta que las autoridades se hagan dignos de ellos mismos y cumplan con sus deberes. ¡Sí, señor!
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