Ser conscientes de nuestras virtudes nos permitirá tener una referencia para nuestra conducta cotidiana y para responder a situaciones, algunas veces, ambiguas o tentadoras. Ser conscientes de nuestros vicios nos permitirá controlarlos, en vez de ellos a uno.
Entre las virtudes y los vicios hay una línea muy fina, que cada uno de nosotros recorre en la búsqueda de sí mismo, en el deseo de conocerse mejor, de ser sincero con uno mismo. Ambos lados funcionan como imanes, queriendo tirar a uno de un lado o del otro, porque esos extremos son partes esenciales del elemento humano y se han conformado a través de la experiencia de vida, constituyéndose en partes integrales de uno.
Las virtudes toman vida en sí mismas, no crean confusiones. Por el contrario, estamos en lucha constante contra nuestros vicios, tanto para no realizarlos como bregando con las consecuencias cuando los practicamos.
Esa búsqueda interior sobre los vicios personales ayuda, no a rechazarlos, pues ellos están ahí, sino a tratar de que no te envuelvan, de que no dirijan tus acciones. Ayuda a controlarlos.