También en el turismo hay cosas que se ven y otras que no se ven. Lo que contienen los folletos, videos y otras herramientas promocionales es lo que más se ve, lo cual el turista posteriormente compara con los atributos del destino anfitrión. Pero lo que menos se ve es el tinglado impositivo que el cliente paga en el paquete de servicios que compra. En tiempos del COVID-19 conviene mirar cuan competitivos somos respecto a algunos de esos impuestos para valorar su posible contribución a la recuperación.
Debemos sobre todo examinar nuestro posicionamiento impositivo frente a nuestros competidores de la región del Caribe y Centroamérica. Algunos de esos impuestos los paga la empresa que le vende los servicios al turista. Ese es caso de los que gravan la operación hotelera, además de los que gravan la entrada y salida del territorio de los turistas que llegan por avión o de los cruceristas que atracan en los puertos. En todos estos casos la empresa que vende los servicios se los cobra al cliente en el precio, actuando así de agente de retención. Aquí nos concentraremos en los mencionados, dejando para una futura entrega lo relativo a el tema de los incentivos a la inversión.
Un vistazo rápido al Grafico #1: “Gravámenes a la operación hotelera y a las entradas y salidas en el Caribe 2019” permite inferir que estamos bien alineados con nuestros destinos competidores regionales. Aunque tenemos el impuesto al valor agregado (ITBIS) más alto de la región y solo otros tres destinos de los 22 del cuadro tienen cargos de propina, cuando se suman todos los gravámenes hay cuatro destinos que nos superan en el gravamen total (Dominica, Antigua, Barbados y Jamaica). Seis destinos tienen un ITBIS además de un impuesto hotelero, mientras de estos dos gravámenes la RD solo tiene el ITBIS. Respecto al gravamen de entrada y salida hay cuatro destinos que cobran más que nosotros (Antigua, Aruba, Haiti y Jamaica).
De lo anterior puede concluirse que nuestras cargas impositivas son competitivas, pero también que las incluidas en el cuadro no deben aumentarse por ahora. Esta conclusión es validada por el Grafico #2: Centroamérica y el Caribe: impuestos y tasas aeroportuarias. A pesar de que quien elaboró el cuadro alega que nuestro país tiene cargas onerosas, comparativamente con el resto de los 31 otros destinos, hay cuatro de ellos cuyos gravámenes son mayores (Santa Lucia, Barbados, Bermuda y Jamaica). Una razón adicional para que la RD no aumente ni disminuya esos cargos es que nuestra posición de mercado, al ser el destino más turistas atrae, nos permite aprovecharnos.
En relación con los cruceros que operan en la región no fue posible encontrar en la web una compilación de los gravámenes distribuidos entre todos los destinos. Sin embargo, un reciente reporte de prensa permite concluir que somos, en cuanto a lo que se cobra de impuesto por crucerista, el destino más barato. Solo cobramos US$1.50 por cabeza, mientras Bahamas e Islas Vírgenes Británicas cobran US$10. En el caso de Bermuda el crucero debe pagar US$50 por pasajero en una estadía de dos noches, lo cual sería el impuesto más alto de la región.
“Para los itinerarios de cruceros de Estados Unidos y Canadá, alrededor del 33% del precio del billete de crucero se aplica a los impuestos portuarios, en comparación con un promedio del 14% para un itinerario por el Caribe.” De acuerdo con este reporte: “Al negociar juntos, los gobiernos de la región del Gran Caribe pueden lograr resultados similares a estos destinos con impuestos portuarios mas altos.” Pero una declaración reciente del gobierno de Antigua y Barbuda cita que “en 1993 los países de CARICOM inicialmente acordaron imponer un impuesto mínimo de 10 dólares para cada pasajero de cruceros, pero esto nunca se implementó debido a desacuerdos internos.” Parecería entonces que existe una oportunidad para que el país pueda, actuando en solitario, aumentar moderadamente el impuesto por pasajero, aunque no los cargos por los servicios portuarios. Un acuerdo de todos los destinos caribeños seria necesario para lograr aumentos importantes de los impuestas y tasas que pagan las empresas de cruceros. Le toca al MITUR perseguir ese acuerdo regional.
Después que comenzó a operar la terminal de cruceros de Maimón (Puerto Plata) y de que comenzaran a llegar cruceros a Cap Cana, se ha registrado un enorme incremento del volumen de cruceristas que visitan el país. El pasado año llegaron más de 1.3 millones de cruceristas y para este año se registraron unos 350,000 en los dos primeros meses del año. Las llegadas aumentaran aun mas cuando los puertos de Sans Souci y Puerto Plata retomen las operaciones. Posiblemente entonces sobrepasaremos a Cozumel, Bahamas, Jamaica y San Martin en el volumen de cruceristas que visiten el destino.
La reseña anterior sugiere que estamos en una posición bien competitiva en lo relativo a los “costos escondidos” que representan los gravámenes que deben pagar los turistas, cruceristas y empresas de transporte internacional. Y la actual coyuntura –afectada por la pandemia—no es propicia para contemplar readecuaciones. De cualquier modo, el sector turístico tiene pendiente una reconfiguración de su cuadro impositivo en lo atinente a los incentivos fiscales que promueven la inversión. En opinión de las principales agencias multilaterales (Banco Mundial, FMI, BID) todos los sectores económicos ameritan una revisión. La tarea deberá abordarse en ocasión de discutir el esperado Pacto Fiscal y es seguro que será una responsabilidad del Ministerio de Hacienda y no del MITUR.