“Las Naciones Unidas se crearon hace setenta y seis años como un vehículo de esperanza para un mundo que emergía de la sombra de un conflicto catastrófico”. Así lo señala el Secretario General, Antonio Guterres, en su mensaje para conmemorar un año más de la organización de “nosotros los pueblos”.
Por primera vez en décadas, las circunstancias de todos los países han cambiado drásticamente debido a la COVID-19. Una crisis que emerge en un momento en que ya estábamos faltando de muchas maneras a nuestra responsabilidad de cuidado para con las personas más vulnerables y con el planeta.
Considerando los nuevos desafíos que nos impone la pandemia, urge tomar acciones audaces hacia adelante para recuperarnos de una manera más inclusiva, equitativa, pacífica y sostenible. Se trata de acciones cuyo eje central sea un enfoque amplio de los derechos humanos y que permita a muchos más actores afrontar problemas cada vez más complejos e interconectados.
Previo a la pandemia, en muchas sociedades ya había menos solidaridad y en nuestra región se habían exacerbado los conflictos sociales debidos a la desconfianza en los gobiernos. La gobernanza se ha vuelto más compleja porque hay una mayor sensación de injusticia y un aumento del populismo y de las agendas nacionalistas que plantean remedios simplistas, falsas soluciones y teorías conspiratorias.
Hoy enfrentamos una crisis sistémica, que exige repensar las relaciones entre sociedad, economía, política y naturaleza y una corresponsabilidad de todos los sectores de la sociedad. Sin un pacto social y global que renueve los compromisos y traduzca la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible en acciones concretas en estos nueve años que tenemos por delante para cumplirla, habremos fracasado y endosado la responsabilidad a nuestros hijos y a las futuras generaciones.
Debemos aprovechar la oportunidad de esta crisis para fortalecer nuestro compromiso con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Este es el propósito de la “Década de Acción”, una iniciativa de Naciones Unidas para acelerar el cumplimiento de la Agenda 2030, que iniciamos el año pasado con la celebración del 75 aniversario de la Organización.
En esa ocasión, organizamos un amplio diálogo y reflexión global sobre las contribuciones, los desafíos y el futuro de las Naciones Unidas, para un mundo cada vez más complejo en el que la pandemia ha generado cambios dramáticos nunca antes vividos desde el fin de la segunda guerra mundial.
De este dialogo global, en el que más de un millón de personas y más de 60 mil organizaciones participaron, surgieron propuestas audaces e innovadoras por parte de la juventud, de la academia, del sector privado, de los gobiernos, de las organizaciones sociales y de las poblaciones minoritarias y vulnerables, que plantearon sus preocupaciones, pero también su fuerte compromiso con la paz, la seguridad, los derechos humanos, la justicia, el bienestar social y el desarrollo sostenible.
Las propuestas planteadas dieron lugar a la “Declaración Política ONU-75” y a un plan de acción mundial exhaustivos para asegurar el futuro que queremos y las Naciones Unidas que necesitamos, lo cual fue adoptado por la Asamblea General mediante la resolución A/RES/75/1 en septiembre de 2020.
Para estos próximos nueve años debemos asegurar resultados tangibles en favor de la paz, la justicia, los derechos humanos y el desarrollo sostenible, los cuales serán los más decisivos de nuestra generación y revisten aún más importancia en nuestra tarea de recuperarnos mejor.
Con este propósito el Secretario General acaba de presentar a los Estados miembros en la Asamblea General de Naciones Unidas, llevada a cabo en septiembre pasado, una hoja de ruta denominada “Nuestra Agenda Común” para acelerar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, con propuestas concretas y realizables y para dar cumplimiento a los compromisos contenidos en la “Declaración Política ONU-75”.
“Nuestra Agenda Común” es, ante todo, una agenda de acción pensada para acelerar la implementación de los acuerdos existentes, incluidos los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de Paris sobre Cambio Climático. Sus propuestas están orientadas a: i) fortalecer la solidaridad mundial y hallar nuevas formas de trabajar codo a codo por el bien común; ii) renovar el contrato social entre los Gobiernos y la población, y dentro de cada sociedad, para restaurar la confianza y abrazar una concepción amplia de los derechos humanos; iii) poner fin a la “infodemia” que asola nuestro mundo, defendiendo un consenso común y empírico en torno a los hechos, la ciencia y el conocimiento; iv) corregir una falla mayúscula en la manera en que medimos la prosperidad económica y el progreso; v) pensar a largo plazo, a fin de hacer más por la juventud y por las generaciones venideras y prepararnos mejor para los desafíos que tenemos por delante; y vi) tener un sistema multilateral más sólido, más interconectado e inclusivo, cuyo columna vertebral sean las Naciones Unidas.
Las medidas que propone “Nuestra Agenda Común”, pretenden activar resultados, sobre todo a la luz de las deficiencias y los retrasos causados por la pandemia. Los Estados miembros de las Naciones Unidas han acogido unánimemente esta hoja de ruta, conscientes de que las acciones que tomemos hoy afectaran la sostenibilidad de nuestro planeta, así como el bienestar de las siguientes generaciones durante décadas.
A través de una acción global revitalizada y aprovechando los progresos alcanzados en los últimos 76 años, los Estados miembros están decididos a asegurar el futuro que queremos. Para ello, se han comprometido a movilizaran recursos, redoblar esfuerzos y demostrar una voluntad política y un liderazgo sin precedentes. Contamos entonces con ese férreo compromiso para trabajar juntos y para fortalecer la coordinación y la gobernanza global en favor del futuro común de las generaciones presentes y futuras, con el verdadero espíritu de “nosotros los pueblos”.