Si bien sería injusto dejar de reconocer que hemos avanzado en muchos frentes, no deja de preocuparnos el enorme costo soterrado que nadie declara de estos avances. Ellos tienen como fuerza motriz un sistema clientelista que duplica y triplica costos, inventa gastos innecesarios, mantiene o crea instituciones redundantes y termina haciendo muy ricos a determinados representantes de las cúpulas partidarias.

Los ministerios gastan más del 70% de sus presupuestos en gastos corrientes, fundamentalmente en gastos de consumo. En general, hasta octubre de este año, el Gobierno había ejecutado 693 mil 382.8, de los cuales 501 mil 166.2 millones de calificaron como gastos corrientes (72.3%). Esto significa que de cada 100 pesos que recibe el Gobierno, más de 72 pesos son gastos de consumo, prestaciones a la seguridad social, gastos de la propiedad y transferencias corrientes.

Al mismo tiempo, los gastos de capital, sobre todo los que corresponden a la formación bruta de capital fijo, siguen su tendencia a la baja en términos corrientes, lo cual indica la consolidación de un sector público que acentúa su rol como reservorio de la empleomanía clientelar, a la vez que desnuda su discurso sobre “competitividad auténtica” como una retórica que esconde objetivos muy diferentes.

El presupuesto 2020 es, como el actual, deficitario, y se orienta a cubrir las necesidades corrientes de la Administración, al pago del creciente servicio de la deuda y a la atención de ciertos programas de alta prioridad para el Gobierno. Solo para pagar deudas se apartan RD$156,355 millones, en adición a los RS$75,525 millones para cubrir el déficit. Esto significa que el total de endeudamiento programado para el 2020 anda en realidad por los 231 mil 880 millones (unos 4 mil 433.4 millones de USD).

Si bien el Gobierno proyecta un déficit fiscal con una diferencia de aproximadamente RD$12,000 millones respecto al presente año, no menos cierto es que el servicio de sus cuantiosas deudas incrementará sustantivamente la demanda de nuevos créditos, internos y externos, en 2020. Otro hecho preocupante es que el déficit fiscal de RD$75,525 millones no incluye el llamado déficit cuasi fiscal del Banco Central (unos 60 mil millones anuales) destinado al pago de los intereses crecientes de los certificados acumulados como deuda pública consolidada con la deuda del Gobierno. ¿Esto no tiene nada que ver con el déficit fiscal operativo del Gobierno?

No perdamos de vista que los gastos corrientes, las compras menores y las transferencias se incrementarán en 2020 como consecuencia de la coyuntura electoral que ya se inicia.

Habría que ver, por otro lado, las “bondades netas” del programa sin definición ni coherencia estratégica llamado “Visitas Sorpresas”. Esta ocurrencia del presidente Medina, ha costado a los contribuyentes algo más de 30 mil millones de pesos a la fecha y, según alegatos oficiales, ha generado 500 mil empleos directos e indirectos, impactando la base primaria de la economía, como son proyectos de ganadería, cacao, vegetales, plátanos, bananos, cafetales y actividades de reforestación, entre otros. También entran en el portafolio cuantiosas inversiones en pequeñas presas, reservorios, lagunas, canales de riego, diques, pozos e instalación de electrobombas, entre muchas otras “contribuciones a la capacidad competitiva” de la economía nacional.

Independientemente de los publicitados impactos de estas acciones -no existe estudio independiente y acreditado que nos hable con fundamento de su real efectividad-, habría que ver si está bien que el presidente suplante con sus ocurrencias desarrollistas lo que debería ser la misión política de los ministerios competentes, en coherencia con la Estrategia Nacional de Desarrollo; por otro, es bueno saber que el dinero de los brincos del presidente no cae del cielo, es tomado prestado de instituciones como el Fondo Especial de Desarrollo Agropecuario (FEDA), el Banco Agrícola y el Banco de Reservas, sobredimensionando así el ya insostenible mecanismo de punción permanente de las finanzas públicas.

Mientras las necesidades crecen, el Gobierno hace malabares para lidiar con los pagos de sus deudas y mucha gente se muere de hambre en diciembre, la mayoría de las instituciones gubernamentales autorizan compras menores, incluidas canastas costosísimas, bonos, regalos y rifas, que superan los 5 mil millones de pesos entre octubre y noviembre del año en curso. Debemos saber que, según nuestras estimaciones, la eliminación de las instituciones innecesarias, asesorías inútiles, botellas y nóminas paralelas puede reportar al Gobierno una economía de unos 15 mil millones anuales, en un escenario conservador. ¡Dios nos sorprenda confesaos!