La búsqueda del personaje y las acciones que se concretizan en las relaciones observables en el núcleo realista, político, histórico y psicológico de la novela, tanto en gran parte de Europa como en toda América la América continental. La diversidad narrativa, en el caso de la novela actual participa de varios tejidos, voces,  sujetos y universos imaginarios tipo justificados por diferentes modos y focos de interpretación. Este fenómeno ocurrente en la novela latinoamericana, inglesa, alemana, italiana y española, por solo nombrar algunos países sugiere lecturas dimensionales marcadas por historicidades narrativas específicas. Este tipo de movilidad ficcional sorprende al lector por sus visiones socializadas, encontradas o desencontradas. Dicho recorrido explica la importancia de un género narrativo que, como la novela histórica, atrae a numerosos lectores.

El estudioso Seymour Menton ha visitado lugares de difícil acceso y ha hecho entrevistas a escritores y críticos literarios con el fin de recoger y organizar datos, producir opiniones y juicios sobre el sector Nueva Novela Histórica de América Latina (NNHAL).

Sobre dicha investigación qué hizo Menton al respecto: “Entonces me puse a leer cuanta novela histórica pudiera, las nuevas lo mismo que las tradicionales, al mismo tiempo que postulaba teorías sobre el carácter del fenómeno consultando también los relativamente pocos estudios críticos que se encontraban en las revistas profesionales. De ahí que preparé varias ponencias en 1989 y las lancé tricontinentalmente en 1991 con la esperanza de ampliarlas e incorporarlas en toda una armada que estaría lista para navegar para el 12 de octubre de 1992… o tal vez de 1993”. (Ibídem. op.cit.)

Entre las páginas 12 y 27 de la obra citada Menton dispone un listado importante de novelas y autores donde se pone de relieve la cronología (1949-1992) de la NNH de la América Latina, con anotaciones a pie de página. Al mismo tiempo que mapa, cronología y crónica. Los análisis que más adelante lleva a cabo el autor de este libro ayudan a una lectura y a establecer un orden de ubicación, punto geohistórico y trayecto marcado por los temas  y experiencias sociohistóricas de varios países de la América continental.

Al tiempo que la novela histórica tiene su propio universo y variedad de personajes, la misma se fundamenta, la mayoría de las veces, en la fuerza del retrato y la etopeya del, o, de algunos personajes. Este fenómeno es lo que llama la atención de la novela como tal. En la mayoría de los casos, el personaje es el atractor principal de la novela, de suerte que personajes como Úrsula Iguarán, Remedios la bella, Mackandal, El sargento Lituma, Antonio Conselheiro,  Pajou, Bolívar, Enriquillo, Aureliano Buendía, Arcadio Buendía, la Cándida Eréndira, Melquíades, y otros representan los principales activadores de ficción que tienen su fuerza en la mayoría de novelas del Boom y el postboom latinoamericano.

Los modos de narrar la historia desde la novela propician aventuras y travesías que facilitan datos importantes a la investigación política, antropológica, sociológica y de otros dominios de las ciencias sociales. Reconocer y socializar archivos políticos desde un tratamiento histórico ayuda a democratizar eventos de interés para la literatura histórica en países de Centroamérica, como Guatemala, Costa Rica, Honduras, El Salvador y Nicaragua, donde la novela histórica y la Nueva Novela Histórica han sido desconocidas por críticos importantes  del Caribe, Sudamérica y Norteamérica.

Sabemos por el mismo Menton que las definiciones de la Novela histórica son variadas y diferenciadas. Según nos dice:

“… hay que definir el término novela histórica y luego distinguir entre ella y la Nueva Novela Histórica. En el sentido más amplio, toda novela es histórica, puesto que, en mayor o menor grado, capta el ambiente social de los personajes, hasta de los más introspectivos”. (Vid. pp. 31-32). José Emilio Pacheco acota lo siguiente:

“La novela ha sido desde sus orígenes “la privatización de la  (…) historia de la vida privada, historia de la gente que no tiene historia (…) En este sentido todas las novelas son novelas históricas (V-VI). (Ver, nota 4, de La Nueva Novela Histórica…, p. 32).

El cine del siglo pasado y de nuestros días, adapta novelas históricas tradicionales y la NNH, creando una adaptación libre para cine y series de televisión. (Ver, la Serie para televisión titulada Terra Nostra, sobre la obra crucial del Carlos Fuentes, Pedro Páramo de Juan Rulfo, y, también Crónica de una muerte anunciada, película realizada sobre la novela de Gabriel García Márquez, o las versiones cinematográficas de Pantaleón y las visitadoras, película realizada sobre la obra de Mario Vargas Llosa; y muchas otras novelas históricas llevadas al cine, o la TV. (Véase, Cecilia Valdés, novela de Cirilo Villaverde).

La NNH alcanza una significación especial en cuanto a su lengua-lenguaje, en musicales, espectáculos operáticos y cinematográficos en la construcción de universos novelescos. Los casos de Abel Posse, Mempo Giardinelli, Ricardo Piglia, Alejo Carpentier, Fernando del Paso, Carlos Fuentes y otros presentan versiones desgarradoras del mundo histórico latinoamericano y caribeño.

Prácticas, análisis contextuales e inmanentes sobre novelas históricas, ya sean tradicionales o actuales, es una tarea pendiente de la crítica literaria, los estudios latinoamericanos y caribeños. El enmarque y el uso de nuevos lenguajes de la novela histórica y la ficción histórica despiertan el interés del lector en el mundo globalizado de hoy.

Suturas, referencias, movimientos internos del texto novelesco, así como la carnavalización que presentan muchos textos novelescos en toda la América continental ayudan a descubrir y comprender universos imaginarios en las cardinales de la historia.  Pero los estudios bajtinianos que resignifican el espacio y el tiempo en la novela, crean también un nuevo ritmo de lectura visible, a partir de la nueva ficción histórica de la América continental.

Los ciclos históricos y novelescos dialogan como puntuación intertextual y heteroglósica, tal y como lo destaca Mijail Bajtin en su Teoría y estética de la novela (1989). Aquello que se teje como relato, narración o fábula histórica, se organiza como pacto de lectura en textos que nos llevan por senderos diversos y movimientos de interpretación cultural cuyos significados se hacen visibles en el texto novelesco, sus personajes, acciones, espacios, tiempos, huellas y fuerzas culturales.