Cuando este artículo sea mostrado a los lectores y lectoras, es muy posible que los resultados definitivos del torneo electoral peruano, sean conocidos.

De todos modos, lo que me interesa es destacar el proceso y sus polarizaciones, su agresividad y especialmente, el debate entre candidatos marcados por su pasado.

Keiko Fujimori, hija de Alberto Fujimori, con cierto carisma individual y además con el historial de su padre detrás, historial que no ha dudado en proyectar en esta campaña.

Ollanta Humala, ex militar golpista y con cierto pasado nebuloso luego de algunas investigaciones de masacres y situaciones a veces no muy bien aclaradas, como es el caso del Andahuaylas, en diciembre del año 2004.

En materia de derechos humanos las dos corrientes, Fujimoristas y Humalistas, tienen sus cuentas pendientes en términos de opinión pública.

En cuanto al talante de los candidatos: Humala luce tímido ante las palabras, le huye a las mismas, tiene cierta inseguridad ante los medios, etc… Mientras Keiko Fujimori tiene mejor manejo ante los medios y tiene más carisma, fuera de toda duda.

Fuerza 2011, es el partido de Keiko Fuyimori y Gana Perú, es el partido de Ollanta Humala, cuyo pirmer nombre significa en la lengua Inca " Guerrero que mira todo".

La satanización del Fujimorismo de modo permanente, estimulado por una fuerte campaña de organizaciones civiles en favor de los derechos humanos, es uno de los elementos que ha polarizado esta campaña electoral del 2011 en el Perú, el Fujimorismo ha recibido el juicio público nacional e internacional, quedando señalado como un modelo a descartar para el Perú y para el resto de América Latina.

El uso de ideas y métodos especiales para luchar contra la banda terrorista de Sendero Luminoso (de tendencia maoísta en su momento), valieron al régimen de Alberto Fujimori, 90-2000 con fama de gobierno duro y decidido en su lucha contra el terrorismo fuera de toda norma o límites, donde las personas desaparecían y los organismos de seguridad del estado, respuesta sometida a derecho nunca eran capaces de dar, en un panorama de masacres y festivales de osamentas descubiertas.

Ese modelo supuso para el Perú un famoso crecimiento que en partida doble justificaba la negación de justicia y el crimen de estado clandestino.

En cierta manera, en esta campaña todo lo arriba descrito es defendido por Keiko Fujimori, como algo necesario para el crecimiento y para justificar la lucha de su padre, la filial sombra de su campaña, contra el terrorismo, aquel pasado no es tan lejano.

Ollanta Humala, de origen  Inca, de su lado tiene serias vinculaciones con un pasado militarista y golpista bastante claro, su experiencia como ex militar por sí solo no garantiza para el Perú una gestión equilibrada, aunque tiene aliados de último momento, como Alejandro Toledo o Mario Vargas Llosa, hecho sintomático que ha impreso a la campaña de un mayor interés nacional e internacional.

En el cierre de campaña de Ollanta Humala, ver en la tarima a Álvaro Vargas Llosa y Alejandro Toledo fundidos en un gran abrazo, dejaba a peruanas y peruanos los pelos de punta, son los hechos inesperados de esta electrizante campaña electoral peruana.

Mientras tanto, el fervor con que Mario Vargas Llosa asume la candidatura de Ollanta Humala, conociéndose su trayectoria contra los proyectos izquierdistas del corazón del Cono Sur, llama a reflexión, porque esta adhesión ha obligado a los estrategas de Ollanta Humala a moderar el tono en ciertas áreas de su plan de gobierno, para no ser un triste remedo del modelo de Hugo Chávez, de Venezuela.

A pesar de ello, toda la parafernalia del humanismo, su retórica, sus slogan, sus demandas, su nacionalismo extremo casi chauvinista, no se pueden ocultar, han copado las redes sociales con consignas que no ocultan que su proyecto tiene inspiración venezolana, entonces: ¿Qué hace Mario Vargas Llosa ahí ?… Quizás lo amargo de su memoria de la campaña del 1990, cuando perdió de Alberto Fujimori (o del “Chino”, como despectivamente siempre llamó a Fujimori), le haga modificar el  Vademécum, que aplica a proyectos de estas características fuera del Perú.

En el Perú Vargas Llosa tiene otra memoria y actúa en consecuencia, prefiere un militar golpista en el poder -hecho contra el cual se ha pronunciado cuando se ha tratado de otros países de América Latina-, que ver a la hija de Alberto Fujimori, Keiko, gobernando el Perú.

Es evidente que aún con el derecho que él tiene a elegir en su país, su tradicional ortodoxia esta vez se ha quebrado y ha dado paso a Ollanta Humala.

Hoy, en la víspera de las elecciones en el Perú (4 de Junio, 2011), no hay posibilidad de acudir a encuestas para saber en materia de medición, quien arranca el domingo con mayor porcentaje, luego que se dijera que había hasta el momento un empate técnico.

Hacer vaticinios es bastante difícil, pero algo se puede afirmar, al parecer en el sector Humalista hay una gran movilización de fuerzas rurales muy activas en su favor.

En todas las mediciones hechas hasta el final del mes de mayo, Ollanta Humala aventajaba a Keiko Fujimori en los apartados espacios de la ruralidad peruana, mientras Keiko Fujimori tenía un gran respaldo de los sectores urbanos.

Finalmente, si ganara Keiko Fujimori,  habrá un sector del voto rural que cambió su preferencia a última hora; en cambio si ganara Ollanta Humala, los vaticinios de su fuerza incontestable electorado rural, se habrán confirmado con creces…

Gane quien gane, el Perú se convertirá en el centro de la vigilancia internacional, conservando el alto interés mediático que está reñida campaña electoral del 2011, ha concitado.