Hay noticias que causan conmoción cerebral afectando el área del hipocampo.
Si se suceden progresivamente estas noticias surten el mismo efecto del estímulo negativo reforzado del conductismo (Behaviorismo) formulado por Burrhrus Frederick Skinner, el padre de la psicología conductual, hoy día ampliamente empleada para “domesticar” a las masas.
Estos estímulos negativos reforzados y programados a intervalos específicos terminan convirtiendo en zombis ambulantes a sociedades enteras, fácilmente manipulables a control remoto, aunque a veces se traten de auténticos accidentes, como el vuelo 9525 de la Germanwings, el 24 de marzo de este año.
Un accidente que apunta a la negligencia empresarial de la aerolínea, al no supervisar debidamente a su personal.
Tomemos como ejemplo precisamente este vuelo 9525 del aerobús de la Germanwings A-320, estrellado por el copiloto contra los Alpes franceses, en un acto abiertamente suicida y en pleno vuelo de Barcelona a Dusseldorf, Alemania.
El año pasado fueron dos vuelos de la Malaysian Airlines, el MH370 el 18 marzo, todavía sin encontrarse su rastro sobre el Océano Indico, y el MH17, el 17 de julio pasado, derribado sobre Donetsk, Ucrania, por dos cazas ucranianos.
Ninguno de los dos fueron accidentes sino que se trató de tragedias programadas.
En el caso específico del vuelo de Germanwings 9525, accidentado sobre los Alpes franceses, se ha informado que el copiloto, el joven de 27 años Andrea Gunter Lubitz, estaba bajo los efectos de antidepresivos recetados por su psiquiatra.
Andrea Gunter Lubitz sufría de depresión endógena y estaba siguiendo un tratamiento a base de la droga antidepresiva conocida como Prozac, además de haber sido descrito como una personalidad narcisista, expresada por su novia, Kathirin Goldbach, (con la cual estaba esperando un hijo). De acuerdo con ella, Andrea Gunter Lubitz le había dicho unos días antes del siniestro que “pronto haré algo que conmocionará al mundo y que habrá de cambiar las reglas de juego de la aviación”. Esta es una expresión típica de un narcisista clásico.
Por otro lado, existen pruebas de que Andrea Gunter Lubitz había sido también tratado por el síndrome conocido en psiquiatría como “TAG” (Trastorno de Ansiedad Generalizada) debido al estrés exógeno propio de su profesión.
Lo que apenas se ha dicho, sin embargo, es que, entre los antidepresivos que el copiloto estaba tomando, se encontraba el Prozac 20mg, y que todos los antidepresivos, a la larga, pueden inducir pensamientos de tendencia suicida.
Hay una conexión directa entre el Prozac (Fluoxetina), Paxil, Zoloft (antidepresivos) y la conducta maníaca de los cambios bruscos de personalidad (mood disorders).
El caso del vuelo 9525 de la Germanwings, con su piloto suicida, muy probablemente debido a los antidepresivos ingeridos, es un ejemplo al canto.
Matthew Miller, un niño de 13 años, fue el primero que en el 1997 puso en el tintero internacional los efectos secundarios de los antidepresivos. A los siete días de estar siendo tratado con Zoloft 50mg terminó ahorcándose en el baño de sus padres. El caso abrió la caja de pandora de los efectos secundarios de los antidepresivos en los adolescentes y, aunque no existen pruebas concluyentes, el caso es que hay evidencias fidedignas de que aumentan el riesgo de la tendencia suicida.
Estas fueron las palabras textuales del padre de Matthew Miller: “Si hubiéramos tenido el resultado que hoy tenemos sobre los efectos secundarios de los antidepresivos, nuestro hijo estaría entre nosotros”.
De acuerdo con varios expertos en la conducta humana de Alemania, Andrea Gunter Lubitz fue víctima de los antidepresivos, sobre todo si tenemos en cuenta que cada año, solamente en los EEUU, se recetan más de 15 millones de ellos.
Podemos concluir diciendo que las noticias traumatizantes, que son las que abundan en los medios de comunicación hoy en día, aumentan exponencialmente el riesgo de la depresión colectiva de nuestras sociedades.
Una sociedad deprimida y depresiva, como a las que los políticos nos tienen sometidos, es un inmenso caldo de cultivo para la violencia repentina y para las tendencias suicidas entre sus ciudadanos, estén o no estén bajo medicamentos antidepresivos recetados. La medicina, en este caso, es peor que la enfermedad.
El mero hecho de estar sujetos al embate constante de noticias como las que provienen del Estado Islámico, exhibiendo ejecuciones masivas con uniformes anaranjados forzados en las víctimas, inducen a una depresión subliminal automática en los televidentes.
Lo mismo sucede con las sentencias arbitrarias de jueces inaprensivos y las monstruosas mentiras atadas a propagandas políticas inmorales.
Todo esto, unido al sub-empleo masivo y a la constante lucha por la supervivencia diaria, equivale a un intento de suicidio permanente en la mente de cualquier ser humano. El hecho de elegir a políticos incompetentes es una especie de suicidio colectivo de sus respectivos pueblos.
No hay duda de que nos hemos convertido en una sociedad domesticada a control remoto, a través de un bombardeo subliminal constante de noticias traumatizantes.