Las migraciones internas

Uno de los procesos que caracteriza la dinámica demográfica de República Dominicana de las últimas seis décadas es la intensa movilidad territorial de la población a lo interno del país. Si bien no se cuenta aún con un mapeo y análisis completo actualizado de los flujos migratorios al menor nivel de desagregación geo-político-administrativa que permiten los censos de población (municipio), los datos disponibles así lo revelan.

Durante las décadas de los años 60 y los 70 el nivel de movilidad interna de la población se mantuvo en torno a una quinta parte de la población total (22%). En los decenios de 1980 y 1990 se incrementa a 25.7%, y a 27.5% en 2010, de acuerdo con los censos nacionales de población. En unos 30 años (1981-2010) se duplicó el total de inmigrantes internos, al pasar de 1,216,116 a 2,595,145. En 2010 eran 2.6 millones (27.5% de la población total del país) los que residían en un municipio diferente al de su nacimiento. La proporción de migrantes internos acumulados intermunicipales se mantuvo en un cuarto de la población total en los últimos dos censos (24.6% y 25.3% respectivamente).

Una mirada a nivel local de las magnitudes de migrantes internos es reveladora del importante peso demográfico que estos tienen en la población en un buen número de municipios. En 53 de los municipios el porcentaje de inmigrantes internos supera el tercio de la población total y en de 16 ellos -en su mayoría de la zona fronteriza con Haití- los migrantes internos son más de la mitad de la población.

Una característica de la movilidad interna de la población es su alta concentración en los dos principales destinos urbanos de los flujos migratorios internos: el Gran Santo Domingo (D.N. y la zona urbana de la provincia Santo Domingo) y la ciudad de Santiago, en los que residía casi el 60% de todos los inmigrantes en 2002, y el 67% en 2010.

La provincia de Santo Domingo es el principal polo nacional de atracción de migrantes internos.  A ella se dirigen y radican el 43% del total de emigrantes acumulados. Esta provincia recibe una gama muy variopinta de flujos procedentes de todas las regiones del país, tanto del Sureste y el Sur central (DN, San Cristóbal, Peravia, Ocoa, Monte Plata) como del Cibao central (Duarte, La Vega, Santiago, Espaillat, Sánchez Ramírez, Hermanas Mirabal, Monseñor Nouel), el Noroeste y del Este (San Pedro de Macorís y Hato Mayor). Todas las corrientes de inmigrantes que establecen su residencia en la provincia se incrementaron en el período intercensal 2002-2010. Las que tuvieron un mayor crecimiento son las que provienen de Elías Piña (65%), Azua (57.8%), Monte Plata (57.6%), San Cristóbal (57.4%), Sánchez Ramírez (55%), Peravia (425%).

Durante el último período intercensal (2002-2010) salvo en tres provincias, se incrementa significativamente la emigración en la mayoría de las provincias del país. Las provincias más expulsoras de población en 2010 son Elias Piña (51.5%), San José de Ocoa (49.5%), San Juan (47.7%), Santiago Rodríguez (46.8%), El Seibo (45.7%), Dajabón (44.6%), Salcedo (40.4%), Hato Mayor (43.9%).  Las provincias con mayor tasa de migración neta al 2010 (negativa) son Elías Piña (-15.2%), San Juan (-14.1%), Ocoa (-14.8%), Barahona (-10.1%), Santiago Rodríguez (-11.1%) y el Seibo (9.6%).

De otro lado, a la par que se intensifican y diversificación, los flujos de salidas desde las provincias y municipios se concentran cada vez más en los lugares de destino preferidos por los migrantes internos, pero también pierden atractivo ellos para radicarse en centros urbanos que si lo tuvieron hasta años recientes.

Los flujos migratorios internos ocurridos en las últimas décadas han tenido impactos decisivos no sólo a nivel nacional sino también en la dinámica demográfica local. Las salidas de población desde las provincias, municipios y distritos municipales más pobres -incluyendo algunos con importante dinamismo económico hasta recientemente-, ha provocado una reducción de la población total de 10 provincias y de 102 municipios y   distritos municipales. Las provincias con crecimiento negativo en su tamaño de población se incrementaron de 9 en 2002 a 11 en 2010. Estas son las provincias de Elías Piña, El Seibo, Monte Cristi, Salcedo, San Juan, San Pedro, Santiago Rodríguez, Monseñor Nouel, Ocoa y Hato Mayor. Las provincias más expulsoras de población tienden a ser las mismas con población decreciente.

La expulsión de población durante las últimas cuatro décadas en un importante número de municipios, que se ha intensificado en los últimos años, ha producido una especie de “erosión demográfica” a nivel municipal, dada la persistencia de condiciones económicas y sociales que mantienen o reducen las capacidades de retención de población de dichas localidades. Estas pérdidas de población han producido en varios municipios cierto punto de inflexión en donde comienza a producirse una reducción de su población total. De 125 municipios existentes en 1981, en 13 (10.4%) de éstos la población total se redujo en 1993, mientras que en 2002 este número se incrementa a 52 de los 133 (37.6%) existentes en dicho año. Estos últimos están distribuidos en todo el espacio nacional, sobre todo en las dos regiones más pobres del país, Enriquillo y la región del Valle, el Nordeste, y en menor medida el Cibao Central y Norcentral.

Otro de los cambios más significativos de las migraciones internas en las últimas cuatro décadas es en la orientación de los flujos. A diferencia de lo que ocurría en las décadas de los 60 y los 70, en las que los movimientos internos eran sobre todo rurales-urbanos, a partir de los años 80 pasan a predominar las corrientes urbanas-urbanas o de una ciudad a otra.