“¡Nos quieren desplumar, Estrella Veloz, nos quieren desplumar!”.
Esa fue la expresión de un querido amigo al darme un abrazo luego de más de un año sin vernos, aunque a menudo hablábamos por teléfono.
Cuando le pregunté por qué utilizaba esa expresión, ese amigo de amante de la lexicografía me dijo simplemente. “Si consultas el Diccionario de la Real Academia de la Lengua (RAE) comprobarás que en su tercera acepción desplumar significa “dejar a alguien sin dinero”, como lo pretende la nueva Reforma Fiscal anunciada por el gobierno.
Mi amigo continuó:
“Sí, nos quieren desplumar, pues todo se nos irá en pagar impuestos, sin que mejore la situación de los pobres. Cómo tú sabes, soy más rico que un pobre pero más pobre que cualquiera que tenga siquiera un millón de pesos. Pero, precavido al fin, voy a sacar del banco lo poco que tengo en un pequeño certificado de ahorros, porque no es verdad que voy a pagar un diez por ciento sobre los exiguos beneficios que recibo. Pensaba casarme (mi amigo es soltero) pero en vista de que cualquier casa o apartamento más o menos decente vale más de cinco millones de pesos, no voy a comprar ninguna casa porque tampoco estoy dispuesto a que me la tasen como “vivienda de lujo” y me le apliquen un impuesto, categoría en la que caería porque tengo menos de 65 años. Prefiero mejor construir un rancho en el campo”.
Mi amigo siguió diciendo:
“Tener que pagar un impuesto de un 1% sobre el valor de mi carro, que cuesta alrededor 400 mil pesos y es del año 2003 y que todavía estoy pagando, pues lo compré financiado hace menos de un año, significaría que en lugar del marbete de 1,200 pesos tendré que pagar 4 mil toletes. Eso se llama joder la clase media. ¡Nos despluman, Estrella Veloz, nos despluman!”
Entiendo y comparto plenamente los razonamientos de mi amigo, a quien se le olvidó decir que la anunciada Reforma Fiscal es altamente inflacionaria, que afectará al sector turístico al gravar la televisión por cable, las inversiones inmobiliarias, las bebidas alcohólicas, los cigarrillos, los beneficios de las personas jurídicas, los combustibles (que encarecería los costos de las empresas productivas y los pasajes en el servicio de transporte público y privado) Es decir, al pueblo, y paro de contar.
En la República Dominicana debería existir una Ley (ignoro si la hay porque no soy abogado) que obligue a funcionarios y ex funcionarios a que demuestren fehacientemente sus fortunas, que en el lenguaje jurídico sería invertir el fardo de la prueba: es decir, no es el Ministerio Público quien debería acusarlos de enriquecimiento ilícito, sino que serían los propios imputados que tendrían que demostrar ante la Justicia la legalidad de los bienes que posee, citándolos oficialmente para tales fines.
Si de valentía se trata—para no emplear una expresión vulgar—el presidente Danilo Medina debería copiar parte del pensamiento de su mentor Juan Bosch, acertadamente descrito como el Presidente Moral de los dominicanos, especialmente en cuanto se refiere a las reformas sociales:
“Las reformas sociales, sobre todo si son profundas, no pueden hacerse en medio de la corrupción, con funcionarios corruptos…; son por su propia naturaleza opuestas a los privilegios, y donde hay corrupción hay privilegios; de manera que hay que hacer una de las dos cosas; o dejar que se desarrolle la corrupción y olvidarse de las “reformas profundas” o hacer expulsar del gobierno a los corrompidos para dedicarse a hacer las reformas profundas”.(Temas económicos, Tomo II, pág. 137)
Estoy plenamente seguro de que si el presidente Medina tiene clara una visión de la Historia y hace lo recomendado por el Maestro, esa misma Historia lo colocará a su lado, con pleno apoyo del pueblo dominicano, incluyendo a los guardias, marineros y policías que son los garantes de la constitucionalidad y que de igual modo serán afectados por la Reforma Fiscal que se avecina.