Lo más insufrible para el hombre

Razonable, es lo que carece de

Razón.

Epicteto.-

Cada día, como si fuera algo predestinado, se acrecienta la admiración por aquellos grandes pensadores, que después de cientos de años, sus aseveraciones adquieren mayor fortaleza y se convierten en pan de buena vida para todos aquellos que se tomen la molestia de hojear su historia y sus pensamientos. Ante esta estada moral, ética y política de nuestro diario vivir, por obligación tenemos que pensar en lo expuesto por el gran filósofo Heráclito, cuando estableció que el fundamento de todo está en el cambio incesante. Porque el ente deviene y todo se transforma en un proceso de continuo nacimiento y destrucción, de lo que nada escapa.

Y qué decir del pensar de aquellos que solo velan por sus intereses, que de tanto y tanto tratar de ser lo que no son ni serán, se llegan a creer en realidad que son. Como algunos políticos del patio y otros tantos vecinos cercanos que mutilan las aspiraciones de los más jóvenes pretendiendo perpetuarse en los puestos y mandos, cual si fueran en realidad los designados para salvar el país. Se reeligen y reeligen como y cuantas veces les dé la gana sin importar los medios para lograrlo pero, viven criticando a los que anteriormente lo han hecho igual.

Y ya, esta conducta no es extraña, porque vivimos en un régimen donde reina la inobservancia de las leyes y la inexistencia absoluta de un sistema de consecuencias, porque ellos mismos, se encargan de crear sus leyes para violarla tan descarada y abusivamente, como si violaran una menor. Indiscutiblemente, que no vivimos en un estado de derecho, si nos llevamos de lo expresado por el filósofo Aristóteles, de que el único Estado estable es aquel en que todos los ciudadanos son iguales ante la ley, y aquí, en este paisaje de país, que

Poéticamente se encuentra en la misma trayectoria del Sol, que debe siempre estar en la luz, eso, no se aplica.

Dentro de ese tenor, nos atreveríamos a preguntar, si los políticos, esa clase privilegiada, que se abroga el derecho de crear privilegios irritantes solo para ellos, incluyendo una serie de monopolios prohibidos por el pedazo de papel que le llaman Constitución, viven rebelados ante el imperio o principio de autoridad y que además, prosiguen destruyendo, solo por razones políticas e intereses particulares, todo lo que constituye el tesoro del futuro, ¿qué les dejamos entonces a los “pobres padres de familia?. Y creo, firmemente, que esa actitud de imprevisión absurda, mediante la cual nos hacen creer que nuestro alto crecimiento económico, -envidia, según ellos-, de los demás países del área, es solo  un idílico sueño engañosamente camuflado y con más sentido político que otra cosa, ya que no se refleja en las clases más desposeídas, mientras la imprevisión con la cual han hecho crecer la administración pública, mediante un clientelismo que asquea, es solo con la intención de favorecer una claque de lacras y vagos, ¿qué dirían?.

Lo peor es que ya el pueblo, siguiendo el ejemplo de sus más carismáticos dirigentes, ha perdido el sentimiento de respeto por la autoridad, sin querer afirmar, aun sea cierto, que el mismo ha llegado al colmo, de que hasta el  sentimiento nacionalista se ha embotado, el cariño y respeto a la Nación y el desconocimiento de lo que es la Patria, porque todo se enfoca con un criterio político-partidista.

Si continuamos rebelados contra el principio de autoridad, estaremos abocados a beber en el ágora del desorden, del caos y por ende, en la destrucción de nuestra propia idiosincrasia, y estaremos condenados a vivir sentados encima de un gran barril de dinamita, mientras un cacique cualquiera, se fuma un habano encima del mismo. Porque además, hace tiempo que no gozamos de ser dirigidos por un ejemplar estadista, si nos llevamos por lo planteado por Churchill, al afirmar que: “El político se convierte en estadista cuando piensa en las próximas generaciones, y no en las próximas elecciones”. Así nomas. ¡Si señor!