En algún momento escribí que el pueblo dominicano es más cívico que sus políticos y estas elecciones vuelven a confirmarme este aserto. Estoy escribiendo a la expectativa de los resultados y enviaré este artículo antes de conocer la decisión final del electorado dominicano. Por lo tanto, sólo puedo evaluar el compromiso cívico demostrado por los dominicanos en todos los estratos sociales.
Un compromiso cívico que todavía se queda en el desiderátum de paz y civilidad, pero que es traicionado por las maquinarias partidistas que implementan las reglamentaciones a su “conveniencia”. ¿Por qué hacer una elección de arrastre, cuando como ciudadano puedo y debo escoger a mis “mandantes” sin el rejuego de llevar a un senador por querer llevar a un diputado? Es porque el juego no es respetar la voluntad de ciudadano, sino producir resultados que reduzcan la atomización política.
Es por ello que estoy esperando una rebelión ciudadana al estilo de los indignados en España o en Estados Unidos, que han producido un quiebre del bipartidismo cómodo para las oligarquías partidarias. En América Latina hemos estado viendo resultado de este quiebre y el surgimiento de muchas expresiones no encasilladas en esquemas ideológicos.
Esa rebelión la hemos atestiguado por el auge de las redes sociales que, a pesar de los esfuerzos de los partidos hegemónicos, el malestar se posicionó con memes y mucho rumor sobre fulano o zutano, ¿cuánto habrá pesado en la conciencia ciudadana al emitir el voto?
Por otro lado, ¿será un presagio de que la demanda popular en contra de la corrupción, la cleptocracia e impunidad se canalizará fuera de los canales judiciales –como en Guatemala- o a través de los mismos – como en Brasil?
Porque el compromiso de los candidatos no dan indicios de “por dónde van los tiros” ya que el compromiso con una revolución moral no se ha visto: ¿habrán pensado en su fuero interno limpiar la judicatura y blindarla para ponerla a prueba de sobornos del crimen organizado –cómo sucedió en Italia con los jueces anti-mafia o en Colombia con los jueces “sin cara”?
En el nivel de la descentralización, que en nuestro país se mide por la eficiencia de los ayuntamientos, ¿hemos escogido a ciudadanos probos, gerentes capaces y con vocación de servicio ciudadano? ¿Habremos visto ganar una propuesta que garantice una lucha contra el crimen? ¿Habremos votado por el compromiso con la consolidación de la paz y la armonía en la isla Hispaniola, evitándose así una conflagración entre las dos sociedades que compartimos la isla?
Como el estercolero se ha manifestado en nuestro Congreso, ¿logramos escoger a los de mayor vocación social, evitándose el espectáculo que ofrece hoy el Congreso del Brasil?
Espero responder estas preguntas y muchas otras más, cuando tengamos los resultados definitivos de las elecciones del 2016. Ojalá encuentre respuestas aceptables…