Se puede decir sin disimulo,  que nos están matando a pedradas.  Sí, somos dilapidados  sin contemplación por los llamados a proveer mejor vida, seguridad social y  condición  de bienestar al pueblo.  Pero no está sucediendo así,  porque  las acciones de algunos connotados políticos, de miembros del cuerpo de orden, y personajes de influencia  vienen aprovechando  su poder,  su presunción de autoridad,   y  oportunidades para cometer  acciones deshonestas,  y delictivas. Estos protagonistas  se sirven de la falta de institucionalidad, organización,  disciplina, conciencia cívica,  ética-moral,  o como bien podría ser, por estrategias  políticas del partido, o  viciosas  ambiciones personales y/o grupales. Los peñascos que son arrojados causan vergüenza, irritación,  perturban  las emociones,  constriñen la esperanza,  y debilitan la fe.  Estas condiciones  nos hacen sentir que estamos condenados a  muerte por dilapidación.

La infausta conducta de hacer lo que les da la gana a estos personajes con anuencia o no de la cofradía  política es perniciosa, hiriente y se puede considerar que cada acción es  como una pedrada al pueblo sensible, y moralmente  susceptible. Las pedradas se sienten porque lastiman y matan espiritual y emocionalmente. La muerte a pedradas es llevada a cabo por un grupo, una asociación bien orquestada, y los hechos se cometen  de manera insidiosa,  con mentalidad y organización perversa.

A pesar de sentir los golpes contundentes de las piedras de la ignominia que son arrojadas por los  disolutos, la mayoría del pueblo se mantiene incólume por su fe y con creciente esperanza, “porque no hay mal que dure cien años” y ya con seguridad vendrán días de renovación y mejoramiento de la sociedad. “Esta esperanza mantiene firme y segura nuestra  alma,  igual que el ancla mantiene firme el barco”.  (Hebreos 6: 19 – DHH 94 PC). 

Oímos decir a los abuelos, que hay gente que mortifican a otros y los matan con cuchillos de palo. Una muerte así es considerada lacerante emocionalmente, de  dolor poco perceptible, pero extenuante,  fastidiosa y flemática,  por ser planificada y llevada a cabo con pasos calmosos,  y gradualmente. Esta muerte no es deseada por nadie; pero tampoco la muerte a pedrada que es violenta  y muy dolorosa.

Muchos nos preguntamos: ¿Qué ha pasado para que algunos de los discípulos del Profesor Juan Bosch sean de esta nefasta conducta?  Esta calaña es totalmente inversa a las enseñanzas y conducta del líder que organizó el partido que viene gobernando desde hace veinte años y que en períodos de su gobierno se han cometido los más grandes y desvergonzados  manejos de fondos monetarios. Hay que recordar las palabras del ejemplar líder del partido que esta matando al pueblo a pedradas, en especial se debe tener en mente palabras concretas de los estatutos del partido que dicen: “La conducta de los peledeístas se fundamenta en decir la verdad al pueblo y en actuar con honestidad y transparencia, ejerciendo sus funciones con responsabilidad y eficiencia”. Por desgracia, en muchas áreas, esto no es así ahora  con los peledeístas en el gobierno. Pero, “los que buscan apoyo en el Señor Dios, se parecen al monte Sion: inconmovibles y estables para siempre;  pues, jamás  el cetro impío se impondrá” (Salmo 125: 1 – BLA)