El grito fue lanzado por el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, y renovado a su manera por Greta Thunberg, una sueca de apenas 16 años que no tiene nada de adolescente y encarna hoy el clamor juvenil y de la humanidad consciente porque los gobernantes del mundo asuman la responsabilidad de adoptar decisiones efectivas para afrontar las graves amenazas de los cambios climáticos derivados de la depredación de la tierra.
Fue en el escenario de la Cumbre de Acción Climática de la ONU 2019, celebrada el lunes en la sede de la organización mundial, al comenzar su Asamblea General correspondiente a este año, que ha pretendido convertirse en un punto de inflexión para generar cambios concretos y realistas que reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero un 45 por ciento en la próxima década y a cero para la mitad de este siglo.
La convocatoria ha pretendido recalentar el Acuerdo de París del 2015, con todos sus compromisos de afrontar la emergencia ecológica, con soluciones efectivas en seis áreas: descarbonización y transición global a las energías renovables; infraestructuras y ciudades sostenibles y resistentes; agricultura sostenible; manejo de bosques y océanos; resiliencia y adaptación a los impactos climáticos; y alineación de las finanzas públicas y privadas con una economía neta cero.
Que apenas 60 gobiernos hayan llegado con delegaciones de alto nivel a esta cumbre, es indicador de los retrasos y las vacilaciones frente a las urgentes exigencias. Guterres gritó el lunes que los datos científicos sobre las consecuencias de la crisis climática son clarísimos, que estamos perdiendo la carrera ante la emergencia climática; que esta generación ha fallado en proteger el planeta. “La naturaleza está enfadada. Nos engañamos a nosotros mismos si creemos que podemos engañar a la naturaleza, porque la naturaleza siempre contraataca. En todo el mundo está devolviendo el golpe con furia”, planteó dramáticamente el secretario general.
Justamente se estaba refiriendo a las grandes devastaciones de nuestro tiempo, a los enormes incendios que desde hace semanas consumen decenas de miles de hectáreas de bosques de la Amazonia, considerada el pulmón del mundo, a los generalizados incendios forestales que en estos días han teñido de rojo oscuro, con neblina tóxica, el cielo de Indonesia, a los huracanes cada vez más monstruosos que arrasan la tierra por donde pasan, como en Puerto Rico, Dominica o Bahamas. Y a la sequía y los saltos climáticos que asolan la vida humana y animal y ponen en riesgo de seguridad alimenticia de una población de 7 mil 500 millones de seres humanos, proyectada para 8 mil 500 en el 2030.
Encarnando una movilización mundial que exigen medidas efectivas para proteger la vida humana en el planeta, la jovencita Greta advirtió en la ONU a los jefes de Estados y Gobiernos que los jóvenes van a empezar el cambio, les guste o no a los mayores, porque se están muriendo los ecosistemas y estamos a la puerta de una extinción masiva. El pasado viernes millones de jóvenes tomaron las calles en cientos de ciudades del mundo en un concierto de exigencias, planteándose una huelga mundial por la protección de la tierra.
Lamentablemente en la República Dominicana apenas nos enteramos, y tampoco enviamos una delegación de alto nivel a la cumbre, el presidente Danilo Medina prefirió quedarse en el país dirigiendo la campaña interna de su facción partidaria, y el canciller, aunque estaba en Estados Unidos, no asomó por la cumbre. Participó el vicepresidente ejecutivo del Consejo Nacional para el Cambio Climático.
Y los dominicanos deberíamos estar a la cabeza de las exigencias, porque está diagnosticado que el país se cuenta entre los 12 más amenazados, de 195, por los cambios climáticos, por la condición insular, en medio de la ruta de los huracanes atlánticos-caribeños, porque vivimos del turismo y por alta proporción de la población en condición vulnerable.
Miramos hacia otro lado y estamos construyendo dos grandes plantas de carbón, después que se proclamara la descarbonización, porque no acabamos de aprobar legislaciones que llevan años de discusión sobre las aguas y el manejo de los residuos sólidos, porque no aplicamos una Estrategia Nacional de Saneamiento aprobada hace 4 años, porque no dejamos de exterminar los ríos extrayéndole sus materiales, porque seguimos extinguiendo bosques y cursos acuíferos, porque las cañadas y los plásticos contaminan las aguas dulces y las costas. También nos estamos quedando sin tiempo.-