Después que pase todo nos encontraremos. Claro. Después que pase.

Después que pase todo nos encontraremos en una fila de Ikea.
Hay muebles hacía tiempo en una lista, hay ganas de unas albóndigas, de un salmón sueco, de dar una vuelta larga por ese mueblario de piezas por ensamblar y algún tarro que alegre el pasillo. Hay deseos inmenso de un pato pekinés donde los vietnamitas, de té donde los libaneses, del plato que siempre sabrán los italianos, los que nos gustan, el plato del Jefe y las ensaladas y el pedazo de nube de un cuadro que Magrite nunca imaginó, también estará aquí, después que todo pase.
Después que pase nos veremos frente a un semáforo de la Lincoln. Tú acelerada porque la niña tiene que comer y yo porque mi Uber no llega y se me derrite el Helado Bon sin azúcar. Claro que nos veremos. Espero que no se en una bomba gasolinera o buscando queso de hojas camino a Santiago.
Después que pase todo el tiempo será el tiempo de Proust, el perdido, el irremediable, también el de Milanés, el implacable, el que pasó.
Después que pase todo volveremos a ocultarnos en nuestros balcones. Yo con mi taje de bombero y tú con una camiseta mal hecha de algún congreso feminista o informático o con una frase loquísima o chulísima, qué más dá. Después volveremos a las horas perdidas en los tapones de la Churchil, el aire que por suerte que funciona, las ganas de tirarse en la cama como un caimán harto de estar en tierra y mil palomas volando.
A las once de la mañana nos levantaremos y aún habrá ganas de seguir durmiendo, después que pase todo, oh sí, habrá la promesa de una pizza hawiana doblando por los apartamentos Hemingway, un pescado pendiente en Las Terrenas a la vista, el sofá siempre acogedor en el que antes tendremos que desalojar a los gatos, los perros, los gatos y perros de muchos sueños incompletos, los monos que se nos encaramaron cerca de Chenai, la nieve que no alcanzamos en Oslo y Santicló siempre riéndose, el imbécil, mientras tus pájaros de siempre se bañaban delante de San Francisco y yo tarde con mi cámara, sin poder eternizar en mi cámara digital tantos cielos y amaneceres y yo loco, contigo.
Después que pase todo tal vez la fila no sea muy larga.

Tal vez podremos conversar. Tal vez alcance tus manos.