Como era de esperar, el Zika ya está instalado en nuestro país y no como turista  que desea pasar unas divertidas vacaciones en Puerto Plata o Bávaro, sino con la intención de sacar su residencia permanente y propagarse por todo el país, cosa que sucederá en cuestión de corto tiempo  por más que las autoridades digan que tratan de combatir erradicar, y esto por cuatro sencillas y a la vez complejas razones, el atractivo clima húmedo y caluroso favorece su reproducción, los ciudadanos, que somos muy descuidados y poco concienciados para protegernos y eliminar los criaderos, los gobiernos que tienen poca voluntad, eficacia y medios para combatir las plagas, y  sobre todo porque es transmitido por el mismo mosquito del dengue, el maldito Aedes Aegyptus, también conocido en otra su variedad maligna como “el roquero” por sus rayas blancas laterales, y que ha sido igualmente el responsable de la ya casi olvidada chikungunya aquella, que tantos dolores de cabeza y articulaciones nos proporcionó a cientos de miles de dominicanos, y que tanta acetaminofen y micoval nos hizo comprar y tomar.

Es lógico pensar que si no ha podido eliminarse antes, tampoco se podrá hacer en estos momentos, ni en un futuro cercano. Ahora, además del dengue “normal” y del dengue hemorrágico, hay que añadir el Zika, que al parecer ser peligroso para las embarazadas y aún más en sus primeros meses de gestación.

Así que los dominicanos debemos ir acostumbrándonos a vivir, o mejor dicho a sobrevivir como podamos con las siete plagas que aquí se producen con sus peculiares características caribeñas, y que son necesarias erradicar de nuestro país lo antes posible.

Primera: el dengue, segunda y más peligrosa por su tasa de mortalidad: el dengue hemorrágico, tercera y veremos que sucede en realidad respecto a sus consecuencias: el zika, cuarta, la tolerada y fomentada hasta lo último: corrupción política y privada , la quinta y que acompaña tan frecuente a la anterior: la impunidad rampante, sexta: el caos circulatoria que tantas muertes innecesarias está produciendo, y séptima: los impuestos y la energía eléctrica que ahogan a la pequeña y mediana empresa, haciéndoles muy difícil ser competitivas.

Veremos cuál es la octava que nos caerá a los dominicanos para agobiarnos aún más la vida, porque en estos tipos de inconvenientes, los dominicanos somos propicios a batir todos los record mundiales, incluidas las siete bíblicas que se produjeron en Egipto.