Un amigo comentaba que se había puesto a aprender tenis nada más para acercarse a Cecilia, la chica por la que suspirábamos en la secundaria. Ella jugaba con el vigor de una campeona y hasta donde sabíamos, sólo le interesaban los raquetazos…y los tenistas. Claro, al final él supo lo que era un golpe de revés, pero nunca fueron juntos ni a la esquina. En fin, que sus intentos ligadores siempre toparon en la red de su indiferencia.
Sé que la anécdota no es nada original, pero vino a mi memoria luego de enterarme que Novak Djokovic se acaba de infectar del coronavirus. Al parecer, por culpa de un torneo que el número uno del tenis organizó, el Adria Tour, en el que junto con otros compañeros daría juegos de exhibición en Serbia, Croacia, Montenegro y Bosnia-Herzegobina.
A pesar de que la gira por tierras Balcánicas tenía fines altruistas, ahora que se ha revelado el fatal diagnostico, se le acusa de no haber respetado los protocolos de la sana distancia. En efecto, en las canchas se congregaron muchos (hasta llegar a los cuatro mil) para verlos jugar, cuando lo normal es que se cancelen los eventos deportivos o se lleven a cabo sin público, como lo están haciendo las ligas de futbol. Luego, están las demasiadas fotos que corroboran su falta de prudencia y que avivan la hoguera donde quieren arrojarlo: unas rodeado de niños; otras, recibiendo a sus colegas en el aeropuerto (abrazo de bienvenida de por medio, ¿y la mascarilla?); las peores, bailando en la discoteca y, como si el tenis no fuera suficiente, también le dieron al futbol y al basquetbol.
Nole, como le apodan, es un tipo de carácter, de niño vivió la Guerra de los Balcanes y quizás hasta se entrenaba con «el arrullo» de los bombazos, todos deseamos que no claudique ante el temible Covid. Ya ha ganado muchos torneos de Grand Slam, diecisiete, sólo detrás de Nadal y Federer, ¿podrá con el rival en turno? El primero lo consiguió antes de cumplir los veintiuno, contra el francés Tsonga en Australia en 2008 y ha reincidido otras siete veces. Es el chico mimado en el territorio de los canguros. En aquel año, también se colgaría una medalla olímpica en Pekín y sin duda, hubiera luchado por otra este verano, pero los olímpicos han sido pospuestos por el mentado…
El serbio llegó como un tercero indeseable a la carrera por el trono entre Nadal y Federer y ya los ha alcanzado. Los envidiosos de siempre dirán que el suizo va de salida y no tarda en retirarse y que el de Mallorca, cada vez sufre más con las lesiones, pero también está su talento, su disciplina y como reza el lugar común: lo difícil no es llegar sino mantenerse.
Mientras Nole se disculpa y se vuelve a disculpar, me pregunto si alguien se acuerda de lo carismático que es en la cancha (y fuera de ella). La seriedad no es lo suyo, pues bromea con la gente, con los jueces, con el recogebolas. Incluso ha hecho comerciales en los que imita a Maria Sharapova. En un anuncio para una marca de raquetas, se puso tremenda peluca rubia y cada dos por tres le ganaba la risa. Por cierto, se conocieron mientras participaban en un torneo de exhibición en Indian Wells y, luego de que los organizadores les llevaron a cenar, el serbio sacó una cámara de las de antes pidiendo que le tomaran una foto con la rusa. Yo hubiera hecho lo mismo, quién no. La anécdota fue comentada en una reciente video charla, en la que ambos hablaron y rieron con la fanaticada al deporte blanco.
Por organizar torneos en tiempos raros, los contagiados parecen multiplicarse. La lista la completan otros tenistas como Dimitrov, Coric y Troicki, entrenadores, personal de apoyo y hasta Jelena, la esposa de Nole, quien pese a todo, continua de generoso. No hay que olvidar el trabajo que hace a favor de la infancia, mediante su fundación, que se alimenta principalmente con los dólares que gana pegándole a la bola.
Ya para terminar diré otra nimiedad, mis preferidos cuando los tres se enfrentan, como si viera a unos pistoleros en un western de Sergio Leone: voy con el serbio si juega contra Federer, pero prefiero a Nadal si en el combate participa el de Belgrado. La última vez que los vi batirse, fue en Roland Garros. Un partido memorable que concluyó, creo, en cinco sets. Aquel domingo, Nole no sonrió tanto, aunque los aplausos de la tribuna iban para él, pero no los puntos. Rafa domina la arcilla francesa como un vrai dieu.
Lo que ahora pedimos al cielo (nublado, nublado) es un saque as, repleto de anticuerpos y firmado por Djokovik.