Noam Chosmky, es un intelectual norteamericano, disidente y crítico del sistema, que se ha constituido hoy día en una referencia mundial. Esto, pese a que la industria mediática norteamericana deliberadamente lo omite, y no lo hace parte de ningún debate de interés nacional. Hay quien dice que en Estados Unidos, no le conceden “ni un minuto” de participación televisiva en las principales cadenas.

Este pensador ha dicho muchas cosas y sus análisis son agudos. Sobre la democracia, por ejemplo ha afirmado: “No se puede tener una democracia que funcione sin lo que los sociólogos llaman “organizaciones secundarias”, sitios en los que la gente se pueda encontrar, planificar, hablar y desarrollar ideas.” En este punto, nuestro país y nuestra sociedad saca un amplio “aprobado” pues ciertamente tenemos organizaciones sociales, de primera, segunda, y hoy día, de tercera generación.

El último tipo de organizaciones de última generación, que se manifiestan contra la corrupción, contra la impunidad, en favor de la transparencia y otros temas muy importantes, es mucho más agresiva que sus predecesoras (aún vigentes). Sin embargo, un error capital de este activismo dominicano de última generación es que es excluyente. Excluye deliberadamente a unos, considerados malos, demoníacos y corruptos, y si ha de simpatizar con alguien, ese será la oposición o némesis del, en nuestro caso, oficialismo morado. Esto es un error.

El mismo Chomsky, sobre la democracia también ha afirmado: "Si no desarrollas una cultura democrática constante y viva, capaz de implicar a los candidatos, ellos no van a hacer las cosas por las que los votaste. Apretar un botón y luego marcharse a casa no va a cambiar las cosas." Se trata aquí de hacer parte de la conversación, tanto a los que tienen influencia, como a los que tienen influencia y poder real para decidir y transformar las cosas.

La protesta y el activismo en organizaciones y movimientos civiles contribuye a que la sociedad más preocupada por los asuntos comunes haga catarsis, se desahogue y exprese; pero, el propósito último de todo movimiento no es meramente “hacer catarsis” sino obtener resultados y lograr transformaciones

No es inteligente aislar a aquellos que tienen poder directo y real para producir los cambios, por los que, precisamente, se protesta y se formulan demandas. La exclusión, a veces en medio de imprecaciones fanáticas, de todo lo que huela a oficialismo es un error táctico y estratégico grave del actual activismo dominicano.

Cierto es que, el poder oficialista compra y cambia lealtades, y hay que tener grandes dosis de integridad para negociar con él, sin ser comprado por él. Con todo, este activismo de última generación en el país tiene los elementos con la suficiente integridad para interactuar con el oficialismo, plantearle las demandas del amplio sector que representa, llamarle a una mesa y al diseño de una “hoja de ruta” en relación a las tan sentidas demandas de la sociedad civil más preocupada respecto a ciertos puntuales temas.

Esto fue lo que hizo la lucha por el 4%, ésta fue integrando cada vez más y más gente, del espectáculo, de la prensa y la intelectualidad, de la empresa y de la política. A tal punto que convocó a candidatos y equipos de campaña—aún a los del oficialismo—para saber el grado de compromiso que tenían con la lucha por la mejora de la educación, y no conforme con esto, elaboraron documentos que de la manera más solemne fueron firmados por todos los candidatos, antes de las pasadas elecciones de 2012. Eso se llama integrar y sumar gente a la conversación.

La actitud de “enemiguitos” que manifiesta el movimiento civil de última generación en el país, al repudiar, casi con asco, todo lo morado, es un proceder inmaduro que obligadamente conduce a un escenario estéril, sin resultados. Es necesario negociar, establecer mesas a las que se llame a todos los de la oposición—que pueden ser gobierno mañana—y a los que son actualmente gobierno, y decirles qué se quiere, como se ve la sociedad, buscar puntos comunes, establecer compromisos concretos y juntos caminar hacia ellos.

La protesta y el activismo en organizaciones y movimientos civiles contribuye a que la sociedad más preocupada por los asuntos comunes haga catarsis, se desahogue y exprese; pero, el propósito último de todo movimiento no es meramente “hacer catarsis” sino obtener resultados y lograr transformaciones. Eso solo se obtiene partiendo de dos puntos, la creación—que ya tenemos—de organizaciones de la sociedad activas, y el dialogo incluyente con TODOS los actores respecto a las problemáticas nacionales, orientado a lograr compromisos que se materialicen en decisiones concretas. Eso no se obtiene excluyendo, sino integrando a todos a la conversación.

Nota:

La primera cita, figura contenida en los trabajos de Noam Chomsky, bajo título “Ambiciones Imperiales.” Respecto a la segunda cita, corresponde a la entrevista concedida por el intelectual, en el año 2012, a Laura Flanders de CounterPunch.