I.- La dificultad aquí de ser juez honesto
1.- En una sociedad como la nuestra, deteriorada en lo ético, moral y social, la de juez es una ocupación difícil de llevar a cabo porque para honrarla no basta con ser honesto, talentoso, laborioso y tener el más amplio sentido de ecuanimidad.
2.- En nuestro medio, por más equilibrado, objetivo y equitativo que sea un juzgador, se encontrará con momentos engorrosos, sumamente pesados. La paz le será trastornada, y permanecerá en todo momento mentalmente afectado. Aquel que ejerce como árbitro en el servicio judicial dominicano, debe estar preparado para encontrarse con los peores percances. Debe saber que le acecha la contrariedad más desagradable.
3.- El que aquí hace de sentenciador a lo mejor vive sin percatarse que está moviéndose en un lodazal social, y talvez no llega a tomar conciencia que cada expediente en sus manos es un conjunto de papeles previamente envenenados por litigantes que los aportan al proceso para que el magistrado, sin advertirlo, se queme las manos y ensucie su limpia conciencia.
4.- Una persona honrada y honesta que aquí decide ser juez, no debe pasar por alto que va a desempeñar una labor que en la presente coyuntura se encuentra en un verdadero dilema, no solo por los intereses encontrados, sino también por la conducta de los que intervienen en los litigios.
5.- A la vista de muchos abogados promiscuos, los jueces del país sin importar su dignidad y honradez probada, no son más que unos pillos que se engancharon a la judicatura para enriquecerse por cualquier vía, y para obtener dinero están dispuestos a llegar a cualquier canallada.
II.- Abogados que aspiran a tener jueces preferidos
6.- Cada oficina de abogados creada para traficar con sentencias, quiere tener su juez conveniente, para que le falle los asuntos de su interés en la forma de su agrado. En sí no quieren un magistrado para que juzgue, sino para que santifique malandrinadas, no importa la cochinada decidida.
7.- Los profesionales del derecho que hacen la función de mercaderes, necesitan un juez dócil, porque solo así un granuja puede darle a su cliente garantía de ganancia de causa. Su obligación profesional ya no sería de medios, sino de resultados anticipadamente garantizados.
8.- Una vez el abogado marchante se encuentra con un juez honesto, de inmediato lo enfrenta por todos los medios bajos posibles, hasta llevarlo al descrédito. Aquel que es un magistrado que le da brillo a la judicatura va a tener como adversarios a toda la basura social de la toga y el birrete, a esa escoria identificada como abogados y abogadas.
9.- Solamente aquellos que en el ejercicio de la profesión creen que los tribunales son mercados, centros comerciales, plazas para el tráfico de influencia, se ocupan de estar presentes en los despachos de los jueces haciéndoles visitas para sonsacarles; indagando sus vidas; sondeándoles, tanteándoles, explorando su situación económica con el fin de hacerles propuestas corruptas.
10.- La abogada o el abogado que se obliga con su cliente a darle un resultado satisfactorio de su caso, es el mismo que no tiene escrúpulos, vergüenza ni reserva alguna para asediar al juez en su hogar; cabildear con los relacionados sin importar que sean hijos, hermanos o amigos. Con el fin de alcanzar lo prometido a su pagador, los indignos profesionales del derecho hacen hasta lo más vulgar.
11.- El abogado canalla no se siente a gusto cuando su caso está en manos de jueces con sentido de honradez, responsabilidad y crédito. Es entonces cuando lanza la duda para desacreditar sus fallos, siembra en los mismos la vacilación y la incertidumbre; llevando incredulidad, cuestionamientos y suspicacias, persiguiendo que las decisiones se vean dubitativas, confusas e inciertas.
12.- Aquellos que, más que profesionales del derecho son intermediarios en favor de causas perdidas, justifican el fracaso de sus gestiones poniendo a circular la especie de que el caso fue conocido por un tribunal colegiado compuesto por individuos maleables, dóciles, blandos, flexibles, que carecen de carácter para decidir situaciones que envuelven sumas millonarias.
13.- La conducta de los magistrados honestos permanece en un hilo, porque depende de un malvado que la somete a conspiraciones, maquinaciones y todas clases de conjuras, hasta lograr ponerlos por el suelo. De ahí lo complejo, dificultoso y embrollado que es para un magistrado decente conservar buena imagen.
14.- Aquel que tiene capacidad e idoneidad para desempeñarse como juez, hoy se encuentra en situación difícil de llegar a serlo, y si lo logra termina convertido en un fracasado, arruinado en sus aspiraciones, porque el ambiente para el magistrado con independencia de criterio, buena formación hogareña y académica, representa una incomodidad, porque no está educado para hacerle el juego a los que aquí quieren tener jueces serviles, bajunos, lavacaras, quitapelillos y corruptos.
15.- Cada día el medio nuestro se hace más difícil para el juez honesto, porque tiene que permanecer estupefacto, patidifuso a la espera de que en cualquier momento un desvergonzado va hacer uso de las redes sociales hiriéndole en su honor.
16.- Los jueces exaltados, encumbrados, glorificados y altamente ensalzados por los abogados corruptores, son aquellos que están dispuestos a inclinar la vara de la justicia en provecho de quien pone en sus manos el sobre con dinero. El que procede en sentido contrario, comportándose como magistrado honorable, no va a vivir en paz por el fuego lanzado por el que no logra corromperlo.
17.- Los abogados que van a los tribunales en busca de jueces corrompidos, se sienten mal cuando se encuentran con los que no se transan porque entraron y quieren salir del servicio judicial limpios con la honorabilidad que han vivido. Por tal razón es que se ha convertido en una proeza, un acto de valentía el rechazo a las tentaciones, incitaciones y seducciones deshonrosas provenientes de los pervertidores de jueces.
18.- El traficante de expedientes que no logra corromper a un juez, lo califica de caprichoso, abusivo, antojadizo y parcial. Hace todo lo posible para que el juzgador sea manchado con un mote insultante para que la calificación odiosa quede clavada como deshonra, que haga la función de mancillar, de ultraje.
19.- El abogado que se ufana de tener en sus manos a los jueces; que con ellos se entiende muy bien; que tiene posibilidad de saber cuál juez es manejable y cuál no, es el mismo que se expresa como un gran conocedor de las debilidades y necesidades de los jueces y que le es fácil doblegar y mandar hacer las sentencias de sus pagadores.
20.- Los profesionales del derecho que se dedican a difamar a jueces que no les complacen con sucias pretensiones, hacen alardes de que logran poner tribunales a su servicio porque cuentan con amplios recursos económicos, y hacen de dilapidadores y derrochadores para deslumbrar a jueces deshonestos. Ese abogado intrigante es el mismo que está presto para poner en la picota al magistrado que eleva la judicatura con sus actuaciones honestas.
21.- A los abogados deslenguados, difamadores, murmuradores y descarados que lanzan duda sobre la honestidad de magistrados probos, hay que ponerlos en evidencia, dejarlos ante la opinión pública como verdaderos irresponsables y sicarios morales.
III.- Precisiones finales
22.- La honra, el honor, la entereza y el decoro, deben ser las virtudes que adornen la persona de los magistrados que el país aspira se mantengan con orgullo en los órganos del servicio judicial del país.
23.- Los pesares justificados, presentes en la conciencia de nuestro pueblo, por el mal proceder de muchos jueces, no pueden ser extendidos a aquellos que con estoicismo han soportado tentaciones de todo tipo, y se han mantenido firmes poniendo por delante la honestidad y el buen nombre que merece llevar el magistrado virtuoso.
24.- Ninguna sociedad puede aceptar callada los cuestionamientos a la conducta de los integrantes honestos del servicio judicial, y mucho menos deben guardar silencio los organismos llamados a conocer del comportamiento de sus miembros, sin importar que las imputaciones provengan de personas descalificadas. La confianza de la comunidad en la integridad, probidad y honorabilidad de quienes administran justicia, no puede estar en entredicho.
25.- La falta de consideración; la ausencia de respeto; la irreverencia a lo que se llama magistratura, hay que pararlo, no por los que han prostituido con sus inconductas la deferencia que merece el concepto justicia, sino por las tantas personas que han dado los mejores años de su vida a la función de juez, exhibiendo civismo y dando ejemplo de ser ciudadanos y ciudadanas ilustres.
26.- Mantener silencio ante el vituperio contra jueces con méritos, es contribuir a que se acepte el falso criterio de que todos los jueces son sobornables, condicionados para ser corruptos. Debemos levantar la voz en nombre de los magistrados que sabemos son sanos, están limpios y seguirán así.
27.- Ante la embestida llevada a cabo contra jueces honestos, se impone que por el bien de la parte sana de la sociedad dominicana; de la justicia que aspiramos y merecemos, y en particular por el respeto a la honra de los miembros de la judicatura más recientemente lesionados, se impone que se pongan en tensión los organismos llamados a velar por el adecentamiento del servicio judicial.
28.- La Procuraduría General de la República, está apoderada de una denuncia contra la licenciada Eunisis Vásquez Acosta, Magistrada Presidenta de la Segunda Sala de la Cámara Civil de la Corte de Apelación del Distrito Nacional, a los fines de que proceda a ser investigada sobre una serie de hechos articulados en su contra que lesionan vivamente su honor y consideración como persona y juez.
29.- De igual manera, la Magistrada Vásquez Acosta, le hizo al Consejo del Poder Judicial, una formal solicitud para que realice una minuciosa investigación sobre el monto de su patrimonio colocado en forma aviesa en la página web de esa institución, y que fuera expuesto al público. Además, le hizo la petición de que luego de realizadas las pesquisas de lugar los resultados fueran puestos al alcance de la opinión pública.
30.- Solamente quienes bien conocemos el origen familiar y correcto proceder de la licenciada Eunisis Vásquez Acosta, sabemos los graves daños de todo tipo que le han causado a ella, a su hijo y a su familia entera, los comentarios afrentosos llevados a cabo en su contra por diferentes medios de comunicación, incluyendo las redes sociales.
31.- Creo que lo que no sirve en el área del servicio judicial hay que mandarlo al zafacón, pero lo sano debe ser conservado con nitidez y sin sospecha alguna. Contar con jueces confiables debe ser preocupación de los mejores hombres y mujeres del país.