¿Pueden los campesinos, los agricultores propietarios representar una "autarquía nacional" en materia de alimentación? ¿Pueden los campesinos librar batallas contra la especulación, ir con ventajas en la lucha de la acumulación originaria? ¿Qué es eso de política agraria y reforma agraria? ¿Es la reforma agraria una manera política de intervenir el Estado al campo y crear un conflicto de intereses sobre la superficie de cultivo de la cual dispone la nación?

La política agraria del y desde el Estado es una actividad envenenada; porqué no nos imaginemos por un momento esa desgraciada política que conjura la manipulación sobre la economía rural. Cada vez que un político va al campo a hacer promesas de campaña una atmósfera enrarecida lo cubre todo.

Le prometen, le prometen  maravillas de desarrollo y progreso, y al final: los campesinos vienen a la ciudad a engrosar la gran masa de proletariados que son explotados y viven en condiciones de hacinamiento en los cinturones de  miseria, porque los márgenes de sus beneficios se reducen, ya que otros llegan a sus tierras con  egoísmos para confundirlos y violentar su bondad.

La clase campesina es una víctima vil de las farsas de los políticos. Oh!, pobres campesinos huérfanos, llenos de energía vital, labradores timados por el afán especulativo de los explotadores que se apropian de manera mezquina de sus tierras.

¿Quién, qué político no le ha dicho a ellos, que ellos constituyen una "autarquía de carácter abstracto"? ¿Por qué no se respeta al labriego y a ese género humano que hace parir a la tierra?

Los políticos no quieren los votos de nuestros campesinos: ¡quieren sus tierras!, buscan debilitarlos, desorientarlos, quitarles la pureza de su alma. El Estado los "coloniza" con legislaciones, con programas de "desarrollo", con concentraciones de capital en sectores que les expropian sus tierras. El Estado, cómplice de los políticos, es un ogro que lleva a la quiebra a los campesinos como un señor feudal.

Los políticos no desean campesinos libres; quieren campesinos sumisos; buscan encadenarlos con su insinceridad ¿o es que no hemos visto a nuestros campesinos llevar en la vida una existencia precaria como obreros, como migrantes, huyendo hacia la mar porque le falta el alimento y le falta el trabajo?

¿Cuál es el valor de la clase campesina para un político "aventajado" que pretende hacer de la democracia un estado abominable de claudicaciones? ¿Es esta clase un sector autárquico independiente del mercado, de la economía, de la prebendas que hay que hacerlos esclavos de la degradación del ejercicio de la  política y lanzarlos a un abismo?

"Reforma agraria" es reforma liberal-pragmática-burguesa para llevar a las masas campesinas hacia la apoplejía del capitalismo. Es que los políticos solo aspiran a la confusión espiritual de los campesinos; ponen en marcha idilios con ellos; para ellos es la "masa amorfa" que puede, primariamente, ser sometida abusando de sus precariedades, de su no-saber de "letras", engañándola, desmembrándola con el aturdimiento de la ciudad, creándole expectativas de satisfacciones "progresistas".

Así las cosas, nos encontramos con los "mítines" de campesinos a los cuales acuden los políticos del sistema para pretender manipular su carácter, llamándose a sí mismos guardianes del "orden"; van a estrechar sus manos, a acunar las prerrogativas de ser custodias del ¿desarrollo? que llegará al campo.

Luego, ellos, los políticos de la corrupción, de la maldad, de las aberraciones, en fin, de la crueldad, se lavan las manos con alcohol, se cambian las camisas, se bañan. Su objetivo se ha cumplido: la masa porcina de campesinos desdentados, lánguidos –entienden ellos- le ha dado crédito absoluto al zumo de mentiras que les ofrece. Lo alaban, lo aplauden, lo reclaman –al político-.

La propaganda del "mitin" ha funcionado, entonces, ha sido un caldo de cultivo para atraer a los ingenuos de manos ásperas, de corazón humano, alegre, que no saben que sus vidas dependen de un péndulo que oscila marcando el tiempo: el tiempo de la dictadura pragmática o de la dictadura mediática.

Poblado de Matanzas, distrito de San Francisco de Macorís

¿Cuántas extensiones de tierra virgen, de tierra cultivable, no ha sido hurtada impunemente a nuestros campesinos por los políticos? ¿Qué juguete que corrompe es la palabra "progreso"? Una palabra espacial, delirante, seductora para los campesinos de alma pura, porque la "lógica" de gobernar absorbe todo,  se deja llevar por el soborno y el chantaje.

A ese feudo le gusta el olor a tierra; se hacen "adictos" a la agricultura y a la explotación agrícola, y habitantes de fincas. Otros, totalmente ajenos a la agricultura, diezman las tierras para destinarlas a la economía del servicio, ese sector supra-nacional que enferma a las sociedades cultural y demográficamente.

Mermar las tierras de vocación agrícola, reducir su renta, es la catástrofe mundial a gran escala que amenaza a la humanidad; pero no importa. Los políticos incitan a los campesinos a abandonarlas, los arrojan de su habitad natural, y a la corta o a la larga, nos quedamos sin reservas de tierras para cultivar.

Hilma Contreras fue una obsesionada con y de la vida campesina, se adentró en ella y evocó en su narrativa de 1937, 1938 y 1939, esa inteligencia al desnudo del hombre común, del hombre-masa, del hombre-tierra. Uno de sus  esfuerzos como testigo de esa época fue conocer, de manera directa en sus entrañas,  al "alma nacional" con gran amplitud.

De ahí, que fijara sus ojos en los "mítines", en las concentraciones políticas de 1938 que clamaban la reelección de Trujillo en el poblado de Matanzas (San Francisco de Macorís, Provincia Duarte). (1)

Los dos textos inéditos que presentamos de la autora son un retrato, una fotografía al desnudo, una imagen copiada al carbón, una estampa campesina bajo la lupa, en los cuales describe   cómo los políticos buscan amarar, manipular, esa peculiar inteligencia campesina.

Nada ha cambiado desde el 1938 al 2012. Los opuestos se solidarizan en el "mitin", es decir, explotados y explotadores, en torno al "enaltecimiento" del líder de marras.

Cuánta elasticidad tiene el tiempo que no necesitamos hacernos más preguntas sobre el pasado, porque ya otros cumplieron su deber de mostrarnos nuestra realidad de manera lúdica, realidad que florece, reflorece y es reverdeciente en cada generación que habita  sobre esta tierra en la cual aumentan los mitos como una gangrena.

¡Cuál difícil es hacer realidad el mito de la justicia!, sin embargo, nadie podrá quitarle a los campesinos nuestros la canción de la ternura, los cánticos que llevan dentro al iniciar la siembra. No hay utopía más grande que ésta, lo sé, pero utopía o deseo, por más barbarie que la humanidad provoque a través de la explotación del hombre por el hombre, todos amamos la tierra, su olor a verde, a fruta fresca, a lluvia recién caída.

Los únicos aventajados del mundo son los campesinos, y son ellos quienes pueden renovarnos las esperanzas de que el sol salga para todos… "si los dejan"… los políticos. Presentamos a los lectores de Acento.com.do dos textos inéditos de la escritora dominicana Hilma Contreras en los cuales nos relata como acuciosa observadora dos mítines políticos en 1938, al momento del dictador Trujillo buscar su primera reelección. (Ylonka Nacidit-Perdomo).

Mitin del  9 de enero de  1938.

Rafael Leonidas Trujillo

Día, en cuyas grises montañas vomitaron vociferantes desatinos los dominicanos preclaros del momento. Azul atardecer. Me abismo en amargas meditaciones y pregunto: ¿No te parece ya bastante, oh Ser poderoso que llamamos Dios?

"Ayer éramos una pestilente pocilga" aulló gesticulante un orador de la Juventud Reeleccionista de "Ciudad Trujillo" en el vergonzoso mitin de este entoldado domingo.

Sí, tiene razón, ellos vivían en el lodo de la miseria espiritual – agravada por el hambre – porque en sus conciencias oscuras no arde el fuego enaltecedor de nobles ideales. Ellos, los "Nadie", los mezquinos desconocedores de sus deberes cívicos, vivían en el fango de la ignorancia y la pereza. A dicho orador lo asiste la Verdad cuando confiesa a la multitud alelada de campesinos aglomerados en el parque Duarte que, gracias a Trujillo, respiran hoy grandeza y poderío fuera de la pocilga. Y mientras nosotros, los que hemos nacido en los terrenos saneados del Honor, del Valor y del Deber, nos recluimos en nuestros hogares, trémulos de impotente y digna ira, ellos, traicionados por los hábitos de su bajo origen, hozan en el lodazal de la adulación, explotando la cándida ignorancia del campesino. Pero lo que en ellos puede considerarse natural por ser atávico, subleva en los hombres que ofrendan su talento al triunfo de la repugnante y criminal obra del Tirano Trujillo y sus secuaces, obra cimentada en vidas humanas y libertades aherrojadas.

Si me es fiel la memoria, fue Vargas Villa quien se expresó en los términos siguientes: "Los pueblos tienen los gobiernos que merecen". Los dominicanos se merecen a Trujillo. Su candidez lo sentó en la Presidencia y su envilecedora apatía que solo se encabrita a la vista del cheque, lo mantiene en ella. ¿Quién los obliga a emplear desmedidas y vergonzosas alabanzas en sus discursos? ¿Acaso el temor a la muerte es tan fuerte y los domina hasta el punto de menospreciar la dignidad?

Reelección! – aúllan enloquecidos de entusiasmo y de terror, y yo siento que las letras de tan tétrico grito me caen en el corazón como candente gotear de sangre humana.

"Uno debe morir orgullosamente cuando ya no es posible vivir orgullosamente. La muerte que sobreviene en las circunstancias más despreciables, la muerte que no es libre, la muerte que ocurre cuando no debe ocurrir, es la muerte de un cobarde. No tenemos el poder de evitar nuestro nacimiento; pero este error, que a veces es un error, puede ser rectificado si lo deseamos.

El hombre que se elimina, verifica uno de los hechos más estimables. Casi merece vivirlo por haberlo hecho." (Nietzsche).

Mitin en Matanzas

Matanzas, San Farncisco de Macorís

Estaba tristón el cielo como si le pesase presenciar la payasada de la manifestación política.

La mansedumbre del pueblecito se encabritaba en remolinos de polvo y relinchos de caballos.

Vítores estruendosos desgarraban los aires apacibles saturados de yodo. Y la cabalgata abigarrada, campesina y empolvada, pisoteaba sordamente la arena espesa de las calles.

Matanzas estaba de fiesta. En la mirada de los hombres brillaba el alcohol y los ojos de  las mujeres traicionaban la excitación que las poseía.

En el parque, bajo el almendro frondoso una tribuna cursimente adornada con palmas y banderitas de papel.

Farfulleo del Síndico. Magistral inspiración de Hostos.

Después, muchos otros hablaron. Sandeces unos; enmarañados discursos, otros. De la muchedumbre campesina se desprendió un ejemplar, tosco, analfabeto, que, desafiando la burla del público letrado, se izó a la tribuna. Se plantó sobre las piernas forradas de fuerte-azul, nervudas y resistentes, el pecho erguido bajo la ruda camisa rayada de rosado vivo; la boca voluntariosa y fulminadora la mirada.

A través de sus dientes disparejos manchados de tabaco, nos llegaron sus rústicas ideas cuajadas de "ies". Tras su completo estado civil: soltero, 23 años, hombre sano y honrado, nos expuso su actividad trujillista  y  su firme e inquebrantable resolución de dar hasta la última gota de sangre por el generalísimo. El auditorio murmuraba. Oíanse ahogados silbidos y algunas risas. Cuando terminó su pintoresca arenga, fue arrancado de la tribuna con explosivas felicitaciones.

– Eres un osado de la palabra – díjole Hostos.

Y él se desmadejaba de satisfacción.

(1)    Por la Ley No. 1526 de fecha 27 de junio de 1938 el poblado de Matanzas fue segregado de la Provincia Duarte.