Los días vienen y van ante muchos seres humanos que deciden torcer su brazo ante los embates del mundo exterior que en la mayoría de los casos no desea respetar las decisiones particulares de estos frente a sus determinaciones de estar felices a toda costa, sin miedo y con las reservas tendidas al sol.

Con el tiempo, mi conciencia y su cruz a cuestas ha ido absorbiendo que tal vez puedes tener defectos, vivir ansioso y estar irritado algunas veces, pero, lo que no puedes es olvidarte de que tu Vida es la mayor de las empresas, y si decides entregársela a alguien más y compartirla, pues, la misma ha de convertirse en un emporio inquebrantable de cara al mundo.

Ayer en la madrugada, pensé con firme detenimiento después de la segunda oración de la noche que muchas veces suelo hacer si me despierto nueva vez, que ser Feliz no es precisamente tener una vida perfecta, sino usar las lágrimas para refrescar la tolerancia, usar las pérdidas para ir afinando el don de la paciencia, utilizar en la mejor medida las fallas para construir sin miedos la serenidad, inscribir el dolor en la eternidad del placer y abrazar los obstáculos para dar apertura a la estabilidad de tu inteligencia emocional.

Como aficionado de Aristóteles, quien a mi juicio y de una gran cantidad de pensadores, transformó todas las áreas del conocimiento que tocó, no puedo en esta entrega transcribir algunas precisiones sobre la perseguida felicidad: “Puesto que la felicidad es aquello que acompaña a la realización del fin propio de cada ser vivo, la felicidad que le corresponde al hombre es la que le sobreviene cuando realiza la actividad que le es más propia y cuando la realiza de un modo perfecto; es más propio del hombre -el alma que el cuerpo- por lo que la felicidad humana tendrá que ver más con la actividad del alma que con la del cuerpo; y de las actividades del alma con aquella que corresponde a la parte más típicamente humana, el alma intelectiva o racional. Como en el alma intelectiva encontramos el entendimiento o intelecto y la voluntad, y llamamos virtud a la perfección de una disposición natural, la felicidad más humana es la que corresponde a la vida teorética o de conocimiento, por ello el hombre más feliz es el filósofo, y lo es cuando su razón se dirige al conocimiento de la realidad más perfecta, Dios”.

Estoy plenamente consciente de que, ser Feliz no es tener un cielo sin tempestades o caminos sin accidentes, sino, encontrar la mayor de las fortalezas en el perdón, la gran esperanza en las más difíciles de las batallas, sentirte seguro junto a la persona que amas aunque te encuentres sentado en el palco del miedo, y dejar que el amor baile a su antojo su mejor pieza en cualquier fiesta de los desencuentros.

Vives en el mundo, aunque a veces, por la plenitud de tus emociones sobre la base del amor que recibes, es como si no te sintieras parte de el, y cuando la persona que amas, la cual forma parte de la Vida que has elegido, aprende a amar tus defectos a tal punto que lo sientes como una parte especial de tu personalidad, entonces, con mucha probabilidad podrás afirmar que ante el mundo exterior será imposible sucumbir.

El mundo junto a su miserias siempre estará ahí, perdido muchas veces, desenfocado otras, atormentado quizás, sucio del tiempo perdido, arrepentido de no valorar, frustrado de no decidir a tiempo, enloquecido por la felicidad de los otros, estuprado por el cansancio de vivir, ahogado en la desesperanza de no encontrar la forma más feliz de respirar y amargado por que el velero que quiso abordar sin éxito en su universo se pierde en el horizonte, sin embargo, quedas tú y la verdad que recibes del que te ama y vive en tu Vida para siempre. Esa es la roca que no se quiebra, ese es el espacio más sagrado de tu existencia y es la verdad con que cuentas y enfrentas sin temor a morir al mundo de ser necesario. Amarte es no sucumbir.

A ti Nikaurys Guerrero, con el amor desmedido de siempre y con la Luz que me regala el Sol de tu existencia en la Cima.