Desde que mis hijos eran pequeños, acostumbraba ir de vacaciones a los diferentes resorts del país. La primera vez que fuimos fue un regalo de cumpleaños que me hizo mi hermana, desde ahí, quedé enganchada, porque vi valía la pena.
Una de las cosas que más me gustaban eran los shows nocturnos. Las bailarinas y bailarines deleitaban a los huéspedes con hermosas coreografías. Toda la vida sentí envidia de no poder bailar como las jóvenes que con tanta agilidad, se “desgonzaban”, creo que solo he bailado con tanto gusto cuando iba al gimnasio con mi hijo mayor y en los aeróbicos bailé bachata, género musical que en el pasado era considerado casi una vergüenza, por el lugar y las personas que la bailaban, ya hoy en día hemos superado esos tabúes y es considerado un ritmo nuestro más.
En el último mes he tenido la oportunidad de ir a dos hoteles del Este, en el primero un show en que las bailarinas y bailarines hacían gala de un gran vestuario. Había una orquesta de planta que los acompañaba. En el segundo hotel, me dijeron que iban a presentar un show muy lindo, que no me fuera a acostar. No me arrepiento de haberme quedado, como tampoco en el primer hotel que fui, porque me dieron ganas de llorar y del último solo vi el primer baile y me fui a mi habitación a ver televisión que consideré era más entretenido y fructífero.
Se preguntarán el porqué de mi reacción. Cuando antes los shows eran presentados por personas que durante el día eran camareros, de animación, los empleados de toda categoría, aunque no fueran profesionales, hacían su esfuerzo y eran bonitos. Nos mostraban bailes completamente típicos, los turistas los disfrutaban y nosotros los dominicanos, también.
El primer show que vi, dizque era un homenaje a Whitney Houston, y hasta la canción “No llores por mí Argentina” cantaron y escenificaron. Pero qué carajo le interesa a los turistas ver ese tipo de espectáculo, cuando les presentan merengue, desde su asiento van bailando y esperan por alguien que les venga a buscar, para con su torpe ritmo disfrutarlo.
En el segundo hotel el show fue dizque imitando a Madonna, Beyoncé y Lady Gagá. Yo solo resistí la primera canción. Algo para nada llamativo. Me fui a mi cama.
Lo lamentable para mí es que en los dos hoteles el equipo para presentar esos feos y malos espectáculos, eran venezolanos. Me produjo pena, porque sí es verdad que ellos están pasando por difíciles momentos, no es menos cierto que muchos de los jóvenes nuestros que antes ocupaban esos espacios, están pasando quizás por peores momentos económicos.
¿Acaso no existe una ley que prohíbe que ningún extranjero sin permiso de trabajo, esté trabajando en el área que sea? ¿Por qué somos permisivos con unos y exigentes con otros?
Uno de mis grandes sueños y no lo puedo realizar, porque no soy negociante, no tengo dinero y no soy promotora artística, pero cuánto me hubiera gustado tener un lugar aquí en la capital en donde ofreciéramos un espectáculo mostrando nuestro merengue, mangulina, los palos, bachata, con un hermoso vestuario y todos dominicanos con la gracia que nos caracteriza. Ofrecer nuestros platos típicos y explicar sus ingredientes, sus orígenes. Voy más lejos, cada vez que paso por un lugar específico de la Zona Colonial, viajo con el tiempo e imagino mi restaurant. Tengo mi local, pero en la imaginación.
Cada vez que podía, cuando visité Chile y viví allá, visitaba un lugar llamado “Los Adobes de Argomedo”, allí presentaban todos los bailes típicos y hasta los de Isla de Pascua, así como los platos del país. En Buenos Aires tienen infinidad de sitios en donde hacen gala del tango, cada vez que tuve la oportunidad de visitar Buenos Aires, siempre fui a “Señor Tango”, lugar en donde mostraban su evolución.
Cuando le externo a mi hijo mayor mi sueño, me dice que aquí no tenemos ese gran turismo de ciudad, pero por algo se empieza y creo que nosotros los dominicanos seríamos los primeros clientes en querer disfrutar de un espectáculo nuestro, fino y de calidad.
No soy pro haitianos, pero solo a éstos se les exige documentación. El otro día mientras mi hijo daba clases en la UASD, extensión Baní, estuve sentada en el parque y vi pasar una guagua de las que transporta presos, que es una cárcel andando y me dijeron que es buscando haitianos. No he visto que a otros nacionales extranjeros se les exija su documentación y mucho menos que los entren en esas guaguas para deportarlos.
¡Qué infelices somos! ¡Puros acomplejados! Frente a haitianos, nos consideramos blancos y frente a los blancos, serviles.
Seamos más justos apoyando a los nuestros, porque es verdad que quizás en otras partes del mundo se está pasando necesidad, pero nosotros, mucho más.