El 8 de mayo de 1978 19 organizaciones de base de la parroquia Inmaculada Concepción, de Cotuí, provincia Sánchez Ramírez, dieron a la publicidad un documento titulado “Frente a cualquier agresión contra el padre Porfirio, las comunidades de Cotuí en alerta”, en el cual se declaraban “…preocupados por las maquinaciones e injurias que tanto por la prensa, radio y otros medios de comunicación sectores identificados como opositores a los cambios actuales de nuestra Iglesia Católica han pronunciado contra el ministro padre Porfirio Rodríguez…” y agregaban: “…exigimos a esos sectores que detengan sus agresiones, pues, además de merecer el  mayor respeto como ministro  de Cristo, debe respetarse su dignidad como persona”.

Los comunitarios reaccionaban así a las serias amenazas que se lanzaban contra Porfirio Rodríguez, un joven sacerdote asignado unos meses atrás a la parroquia de Cotuí, cuyas populares prédicas entremezcladas con la violenta campaña electoral estaban, al parecer, erosionando el apoyo al gobernante Partido  Reformista.

Porfirio, que en esos días no podía pasar de algunos 25 o 26 años de edad pues había sido ordenado sacerdote a finales del año anterior, en sus homilías no cesaba de atacar directamente al Gobierno y, en especial, a la llamada “Cruzada del Amor”, una entidad financiada con fondos públicos y que realizaba obras de beneficencia como parte  de la campaña electoral. La entidad era encabezada por una hermana del presidente Balaguer llamada Emma.

Recuerdo que Porfirio había inventado    una especie de  juego de palabras que repetía mucho, para resaltar el carácter corrupto de las actividades de Emma y su organización. Decía: “La cruzada del a mordida” queriendo  dejar dicho “la cruzada de la mordida”, o sea, del robo.

Uno de los momentos más tensos ocurrió un domingo próximo al 16 de mayo, que sería la fecha de las elecciones. No recuerdo exactamente si fue el 30 de abril o el 7 de mayo. El caso es que coincidí con Porfirio en Zambrana Abajo, comunidad situada a unos ocho kilómetros al sureste de Cotuí. Yo venía del otro lado del rio Chacuey (afluente del Yuna), montañas arriba, donde había amanecido tras pasarme  el sábado en reuniones con los campesinos de las comunidades de Tojín, Las Caobas, Las Dos Palmas y Zambrana  Arriba.

Me quedé en El Limpio, como también se le llamaba a Zambrana Abajo (por estar donde se cruzaba el río), para acompañar a Porfirio en la misa de aquel domingo por la mañana. Me senté en uno de los bancos del medio en la pequeña capilla. Llegado el sermón,  Porfirio comenzó su prédica, en  nada relacionada con el evangelio que había leído. Su tema era la Cruzada del Amor. No había Peña Gómez que le ganara en elocuencia, mientras hilvanaba sus ideas de bien social.

Pero, al parecer la mayoría de los fieles que llenaban el templo eran simpatizantes del Partido Reformista porque, con evidente disgusto, fueron abandonando poco a poco el lugar. Algunos manifestaron su enojo en voz baja pero otros lo hicieron “voceando”. Porfirio, impertérrito, terminó su misa ya con una feligresía bastante reducida. El banco en que me encontraba al final tenía un solo fiel sentado en él, yo.

Me esperaba algún tipo de agresión ya que las emociones estaban al rojo vivo, pero pudimos salir sin problemas. Sin embargo, Porfirio siguió posteriormente siendo objeto de amenazas y persecuciones, aun después delas elecciones.

Me parece que el  PRD debiera  agradecerle un poco al padre Porfirio por  haber inclinado la balanza electoral a su favor en la provincia Sánchez Ramírez. No creo que el sangrú y antiguo  funcionario trujillista Vicente Sánchez Baret arrastrara él solo los 18,770 votos con que le ganó la senaduría al Partido Reformista (17,765 votos) con una diferencia de apenas 1,005 votos.