Los elementos fácticos del espectro político actual, probablemente, no representen como hace un tiempo, un escenario favorable al presidente y sus acólitos en pos de continuar timoneando el barco en que se sustenta el Estado, más allá de lo que plantea el presente mandato constitucional.
Las condiciones sociopolíticas en las que el incumbente palaciego, haciendo uso y abuso de los recursos públicos, mediante la compra descarnada de conciencias, el manejo a gran escala de la promoción propagandística de sus delirios y, la utilización de mecanismos antidemocráticos, logró imponer la reelección presidencial en el pasado reciente; todo ello ha mutado considerablemente en este cuatrienio.
A Danilo le aguardan retos interesantes y complicados en el caso de que pretenda modificar la Constitución para optar por un tercer periodo presidencial. El primero, sin lugar a dudas, lo representa la pugna por la nominación interna contra el sector de Leonel Fernández, que al menos en la forma, ha mostrado su rechazo a las pretensiones continuistas del insigne de San Juan de la Maguana.
El inquilino de la Dr. Delgado, tendría necesariamente que arreciar la campaña de descrédito contra su correligionario, y esto, servirá como suplemento para agudizar una crisis que a lo lejos, refleja pocas posibilidades de una solución armónica entre ambos caudillos. Sacar del juego a Leonel Fernández, podría acarrear la concreción de la división oficialista, detenida solo por la devoción enfermiza de los muchachos del Profesor a su único líder “el Presupuesto Nacional”.
El danilismo, no cuenta con las condiciones que le permitieron continuar al mando del tren gubernamental en las elecciones pasadas, en las que amparados en el control absoluto de todos los poderes públicos, avasallaron inmisericordemente toda posibilidad que les fuere contraria a sus apetencias.
No existía, como ahora, la composición de una fuerza opositora capaz de motorizar y aglutinar en torno suyo, un proyecto político sólido, con vocación de poder y posibilidades reales de triunfo, como sucedió el pasado 2016. La holgura con que la claque enquistada en palacio, montó el proyecto reeleccionista en el pasado proceso, en esta coyuntura; no es del todo posible. Y esto se debe, entre otras cosas, a los escándalos de corrupción protagonizados por gente cercana al mandatario.
Además del esquema de corrupción y la falta de aplicación de un sistema de persecución efectiva de los casos emanados de esta administración. Pesan contra esta, la incapacidad de ejecutar políticas públicas, cuyo enfoque sea: la mejoría sustancial del Sistema de Salud Pública, la calidad de la educación, la disminución de la delincuencia, la reducción real del desempleo y el acceso a una vivienda digna, entre otras cosas.
La decepción se ha hecho colectiva, el repudio a Danilo es cada vez más notorio. Conforme pasan los días se agudiza el rechazo de un pueblo harto de engaños y ayuno de oportunidades, en donde otros saquean el erario público sin que exista la menor intención de aplicar un régimen de consecuencias. A Danilo no le resultará, en caso de atreverse, tan fácil como ayer, mantenerse en el poder, y sabe, que intentar imponerse, le hará pagar el precio más alto que político alguno haya pagado en este sistema de democracia imperfecta.
Otro factor a tomar en cuenta, en esta travesía sin regreso en la que quieren embarcar al presidente, es la violación a los acuerdos emanados del buró que legaliza las actuaciones de la organización a la que pertenece. Acuerdo que se llevó al seno de la Carta Magna y que, imposibilita su repostulación, por lo menos en condiciones normales.
Por eso, no obstante estar terminando marzo, mes señalado por el gobernante para abordar el tema de la repostulación presidencial, aún las opiniones se baten entre si habrá o no modificación de la Norma Sustantiva. O si en cambio, se acudirá al TC, por aquello de la violación al principio de igualdad vertido en artículo 39 de la Ley de leyes. Motivos para pensar, que atendiendo a las desventajas y los inconvenientes resultantes de esta empresa, Danilo: no puede, no debe y no lo hará, pese a las insistencias de golosos, que todavía no sacian la ambición de devorar el patrimonio nacional.